Hilo Rojo

15

Kathleen

Sarah tiene un cuchillo de cocina en la mano. Juega con él lanzandolo al aire y tomando el mango una y otra vez, caminando alrededor de mí como si estuviera decidiendo qué parte de mi cuerpo desmembrará primero.

En realidad parece estar pensando sobre algo difícil para ella, al menos es lo que puedo deducir por la forma en la que sus expresiones cambian constantemente.

Al menos hay algo bueno de que me hayan sacado de la habitación que compartía con Caleb, y es que pude ver el resto del lugar y ahora sé exactamente dónde estamos.

Es la antigua casa de los abuelos de Sarah. Devon me habló de esta casa cuando aún salíamos juntos y sé que lleva años sin ser usada.

Ella se detiene abruptamente frente a mí y se acerca para poner el filo del cuchillo en mi garganta, como si una descarga de adrenalina la impulsará, acariciando mi piel sin ejercer la presión suficiente para matarme.

  —¿Por qué Devon fingió su muerte?

  —¿Tú por qué crees que lo hizo?—es un riesgo evadir su pregunta, pero para mi fortuna Sarah se aleja y comienza a caminar de nuevo.

  —Fue por esa estúpida chica, Jane o como sea que se llame—bufa furiosa igual que un gato al que han mojado en la bañera—, la gente que contraté me dijo que se habían desecho de ella, que estaba muerta y fría en algún terreno baldío, pero era una mentira. No puedo creer que gasté dinero con unos inútiles que no pueden hacer algo tan simple.

  —Ya sabes lo que dicen: Si quieres un trabajo bien hecho, debes hacerlo tú misma—trago saliva tratando de que no se note mucho lo nerviosa que estoy—. Sabes, sé que eres lista, pero no entiendo cómo supiste que Devon no está muerto, él trató de evadirte lo más que pudo.

  —Lo vi la última vez que fue a tu casa, la verdad es que no fue demasiado cuidadoso, no fue difícil distinguirlo entrando por la ventana de tu casa.

  —Claro, debí suponerlo. ¿Tenías la casa vigilada?

  —Algo parecido, en realidad Trevor era quien se encargaba de mantenerlos a todos controlados.

Es curioso pensar que esta es la primera vez que hablo con Sarah sin que ella comience a gritarme acerca de lo mucho que me odia.

  —Ya que me tienes amarrada a una silla y encerrada en algún lugar desconocido para mí, ¿puedo hacerte una pregunta?—Sarah arruga la nariz, pero no se niega a que lo haga—. ¿Por qué haces todo esto?, quiero decir, ¿es realmente tan malo que alguien sin un apellido tan importante salga con tu hermano?

Sarah se ríe amargamente.

  —¿Crees que esa es la razón por la que hago todo esto?—Sarah arrastra un banco de madera y lo coloca frente a mí antes de sentarse en el—. Me da igual si alguna de ellas era la hija del presidente o del hombre más rico del mundo, todo esto es por Devon.

  —No lo entiendo.

  —Por supuesto que no, Kathleen, pero ya que morirás de todos modos, puedo explicártelo, no me supondrá ningún problema—suspira y su mirada se pierde en algún punto de mi rostro—. Cuando tenía tres años, mis padres decidieron embarazarse nuevamente, intentaron e intentaron, pero no lo lograron y mi madre se deprimió por ello. Un día, un amigo del abuelo les sugirió la idea de adoptar un niño, no tendría la sangre de los Eads, pero podría ayudarlos a llenar el vacío que sentían por no poder engendrar a otro bebé que fuera suyo completamente.

  —Y adoptaron a Devon.

Ella asiente de forma distraída.

  —Crecimos juntos, nunca nadie le dijo la verdadera historia sobre él, sobre que no es un Eads hasta que...—sus labios se vuelven una fina línea—... yo tenía quince y él me habló de su primera novia, la había conocido en una cafetería cerca del instituto en el que estábamos antes de llegar a Merfield. Sentí tanta rabia de verlo tan enamorado de ella, pero lo justifique en mi mente comparando lo que sentía con los típicos celos de hermana.

  —Pero no lo eran.

  —Estaba enamorada de él y dos meses después no pude más y se lo confesé—Sarah mira el filo del cuchillo en su mano con tristeza y por alguna razón eso se me antoja más aterrador que cuando está enojada—. Devon no reaccionó como esperaba, dijo que estaba enferma, que no pensaba con claridad. Yo no entendía porque lucía tan incómodo con la situación hasta que recordé que él no estaba consciente de la verdad, de que no somos hermanos reales.

  —¿Por qué no se lo dijiste?

  —No puede hacerlo, pensé en mis padres y solo creí que ellos debían decírselo si alguna vez querían hacerlo.

  —Y entonces tu solución fue matar a su novia.

  —Fue un accidente—dice rápidamente con culpa en la voz—, no quería que se muriera, lo planeé para que no fuera así, pero se me salió de las manos, ella corrió y luego... sucedió lo que sucedió.

  —¿Y por qué dejaste que culparan a Devon por algo que tú hiciste?

  —Estaba enojada con él por haberme rechazado, así que creí que se lo merecía.

Asiento como si la comprendiera y todo esto no me pareciera una completa locura.

  —Así que tú... ¿lo amas?

  —Más de lo que nadie va a amarlo jamás. Y sé que algún día se dará cuenta de eso y entonces estaremos juntos, solo tengo que ser paciente y asegurarme de que nadie se interponga en mi camino—se levanta derrotada—. Lo que me lleva de vuelta a ti.

  —No sé si lo sepas, pero Devon y yo ya no estamos saliendo.

  —Lo sé, Kathleen, y créeme, en otras circunstancias, podrías haberme caído muy bien, sin embargo, ahora mismo sabes demasiado sobre todo esto.

  —No se lo diré a nadie, de verdad, voy a callarme todo lo que sé y le diré a todos los involucrados que cometimos un error y que eres inocente de todo. Si me has vigilado, sabes que siempre cumplo con mi palabra.

  —Lamentablemente, no puedo dejar cabos sueltos, ya vimos lo que pasó con Jane, ¿verdad?



#4870 en Novela romántica
#1355 en Chick lit

En el texto hay: misterio, accion, amor

Editado: 11.02.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.