Vi el camino que había delante de mí, estaba completamente perdido; me senté sobre una enorme piedra esperando lo peor.
Me rasque la cabeza con el dedo índice de la mano derecha, entonces, note que tenía una especie de telaraña colgando del meñique, agudice la vista y me di cuenta de que no era una telaraña, sino más bien un hilo.
Un hilo muy fino de color rojo.
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