Hilos del sueño

Capítulo 36: ÉL QUE DESCUBRIO MI SECRETO

Bajé del taxi tan pronto como vi la figura del hermano Lin.
 

— Andree, pensé que te habías perdido. — escuché atentamente su voz y efectivamente era el hermano Lin aliviado.
— No, es solo que~ — pensé en que debía decir, no podía decir que literalmente Xiaowu me ignoró totalmente.
— Vamos, te muestro el lugar. — caminamos y entramos a una gran casa tradicional.
 

Definitivamente era una auténtica casa tradicional. Me quedé de pie en la que hace 100 años sería la puerta hacia el estudio del jefe de la familia.

Mire al rededor, no sabía qué hacer. De pronto sentí que pequeños pétalos de flores caían en mis hombros.

Era al menos las cinco de la tarde, el sol había bajado. Podía disfrutar de los pétalos.

Estire las palmas de mis manos y algunos pétalos cayeron en ella. Son tan hermosas, gire en un mismo lugar y deje que los pétalos cayeran por todo mi cuerpo.
 

— ¿Te gustó?— la voz totalmente reconocible del hermano Lin hablo desde lo alto de la casa mientras abanicaba los pétalos para que volarán y cayeran sobre mí.
— Es realmente hermoso — di una sonrisa y seguí jugueteando con los pétalos.

Podía comunicarme tranquilamente con Zhao Lin, podía decir lo que sentía, reír o llorar cuando era necesario. Me hacía sentir bien y olvidar mis problemas.
 

Noté que el hermano Lin bajaba del segundo piso entonces apareció por la puerta principal.
 

— Ven, tienes que ver algo más.  — Zhao Lin me tomó de la mano y me llevó hasta un campo abierto detrás de la casa.
 

El brazo izquierdo de su camisa estaba rasgada, quizá al bajar del techo de la casa rasgo su camisa con algún cabo suelto.
 

— Tu camisa.— señale la parte que estaba rasgada.
— Se rasgó. — tocó el lugar rasgado, pensó un rato y saco un pañuelo de su bolsillo. — Ven aquí.
Hermano Lin vendo mis ojos. Estaba nerviosa. — Espera a que vuelva para que veamos juntos el paisaje. 

Sentí como Zhao Lin caminaba hasta la casa. Volteé, desobediente, a ver “el paisaje” y…
 

— ¡Dios mío!
 

Dije del asombro. Un campo de lavandas.
Corrí hacia el campo roce con la palma de mis manos cada lavanda.
Es tan hermoso y tiene una olor tan fragante.
Me quedé de pie sintiendo su aroma, gracias a Dios puedo ver este paisaje.

Quizá no puedo ver rostros, pero puedo otras maravillas del mundo. No me puedo rendir, debo seguir adelante.
 

— Señorita~cof, cof, cof~ le gusta el paisaje. — una voz similar a la de Zhao Lin hablo, pero está estaba ronca, como si estuviera enfermo y Zhao Lin no está enfermo ni nada.
 

Volteé a verlo y tampoco traía la misma ropa de Zhao Lin y el olor de la lavanda opacaba cualquier otro aroma.
 

— Sí, señor. — dije intentando sonar cortes.
— Andree. — dijo el hombre.
— ¿Disculpé? — dije confundida. ¿Acaso interactúe con él y no lo recuerdo? — Nos hemos visto antes.

Pregunté intentando fingir la situación.

— Andree soy yo. — respondió.
—¿Quién es “yo”? — pregunté confundida.

Me asustaba la situación.

— Zhao Lin. — respondió.
 

Me quedé petrificada, mi corazón latía a mil, tenía miedo, vergüenza y todo aquello que se puede sentir cuando descubren un secreto tuyo.
Mis ojos se llenaron de lágrimas. Quería llorar desconsoladamente, pero debía controlarme.

Ambos nos mirábamos, el viento de otoño se acercaba. Solo me miraba y yo no tenía el valor ni de mirar las lavandas.
 

—¿Zhao Lin? — susurré.

Él paso su mano por mi rostro.

— Está bien. — dijo Zhao Lin. Luego sonrió y se sentó en el césped.
— Cuéntame cómo pasó eso. — dijo con tanta tranquilidad.
— No sientas lástima por mí. — dije con, quizás, un tono rudo.
— Esta bien, tranquila. Cuéntame. — palmeó tres veces el césped en señal de que me siente.
 

Me senté a su costado. Le conté todo lo que sucedió y mis problemas de memoria. Le conté sobre la prosopagnocia. Le dije que no recordaba su rostro ni el mío mismo. Le expliqué que busco algo que no sé qué es. Qué busco razones de por qué estoy en Shanghái.
 

Él escucho tranquilamente.
 

— Me alegra ser el único que sabe tu secreto. — tocó mi nariz con su dedo índice.
— ¡Uh! — reaccione a su toque.
— De seguro te asustaste. — dijo bajando la mirada.
— Siempre me pasa cuando no recuerdo la voz, la vestimenta, la forma del cuerpo o el aroma. — expliqué. — Pero está vez te desconocí totalmente.
— Lo siento. — se disculpó Zhao Lin.
 

Pasamos mucho tiempo hablando y riendo, me alivia poder conversar con alguien que sabe mi mayor temor. Las luciérnagas volaban, como una niña quería atraparlas.
 

— Deja de juguetear, te caerás. — intento prevenirme Zhao Lin.
— Solo quiero una. — seguí saltando y corriendo.

Salté y mi pie cayó en una roca, perdí el equilibrio y…

— Te dije que tengas cuidado.— hermano Lin me atrapó antes de que me cayera.
— Gracias hermano Lin. — me quedé observando su rostro y deseando recordarlo.
 

No conozco el rostro de Zhao Lin, pero sé que es muy lindo. Tiene rasgos tan propios y profundos. Pero aún así no encontraré su rostro en mi memoria.

Me levanté y me pare junto a Zhao Lin.
 

— Grita lo que más desees. — dijo Zhao Lin. — Las lavandas te concederán  el deseo.
—¿Quién dice eso? — refute.
— Obviamente, YO — dijo con un tono bromista.

Pensé un momento y elegí mi mayor deseo.

—¡DESEO RECORDAR! — grité tan fuerte como pude.
 

Sí, deseo recordar.

 

«DAR TU CONFIANZA ES ALGO QUE NO TODO EL MUNDO SABE VALORAR»




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