Enciendo el auto, enciendo el reproductor para mantener mi buen ánimo y conduzco hacia la casa de Karol, el día está perfecto, sin ninguna nube oscura en el cielo. El sábado más perfecto que había visto en toda mi vida. Hay un poco de tráfico, pero no impide que llegue.
Estaciono el auto, me bajo sacando el celular del bolsillo izquierdo de mi bermuda gris y me apoyo en el capó del auto. Desbloqueo mi celular y la llamo.
-Buenos días amor. –Responde rápidamente.
-¿Podrías salir un momento por favor? –Respondo sonriendo.
Unos pocos minutos después se abre la puerta y sale, su rostro expresa felicidad, pero confusión a la misma vez.
-¿Por qué no me avisaste que vendrías? –Se acerca.
-Quería sorprenderte. –Me acerco, la tomo de la cintura y le doy un cálido beso.
-Lo hiciste. –Sonríe.
-Cámbiate la ropa, iremos a dar un paseo. –Le susurro.
-¿Podría saber a dónde vamos? –Su voz es suave.
-Solo diré que caminaremos mucho. –Sonrío divertido.
Ingresa y unos minutos después sale vestida con un short suelto oscuro y una blusa gris, tiene el pelo recogido y la hace ver más bella de lo que ya es.
-¿Lista? –Pregunto.
-Ansiosa. –Responde feliz.
Le abro la puerta del auto para que ingrese, luego ingreso y enciendo el auto. Le sonrío y avanzo.
-¿Qué haremos para tu cumpleaños? –Pregunto de repente.
-¿Mi cumpleaños? –Pregunta curiosa.
-Sí, es en una semana.
-No lo olvidaste. -Sonríe
-Claro que no. –Le devuelvo la sonrisa
Veo crecer el rubor de su piel ante mi respuesta.
-¿Y bien, que haremos? –Pregunto.
-No sé... No había pensado en eso. Supongo que una fiesta con mis amigos y tú, obviamente.
Asiento con la cabeza y sonrío.
Giro hacia la derecha y llegamos a un camino de tierra. Hay muchos árboles a los lados, altos y frondosos. Unos metros más adelante, se acaba el camino, me detengo lentamente y estaciono el auto a un lado.
-Es hora de caminar. –Sonrío mirándole a los ojos y bajo del auto.
Ella se baja y me lanza una mirada de confundida.
-Sígueme. –La tomo de la mano y caminamos.
-Entonces...
-¿Entonces qué? –Pregunto curioso.
-¿Santiago fue a pedirte disculpas? –Responde.
-¿Tú le dijiste que fuera?
-No, claro que no. Él me dijo que quería pedirte disculpas y me pidió tu dirección. Y se la di.
-Entiendo tu buena intensión, pero por favor no lo vuelvas a hacer. –Le digo seriamente.
-Por qué no?
-No quiero que cualquiera entre a mi casa. –Respondo sin mirarla.
-Santiago no es cualquiera... -Responde deteniéndose.
-Lo sé, pero...
-¿Pero qué? Si no eres sincero conmigo no, puedo confiar en ti. –Interrumpe.
-Tienes razón no estoy siendo sincero contigo. Solo que es muy difícil para mí poder decírtelo sin que me veas de otro modo. –Sigo caminando.
-Seguiste los negocios de tu padre? –Pregunta con miedo.
-Nooo, no te preocupes. Esos negocios se acabaron cuando mi padre fue a prisión. Ni mi hermano ni yo seguimos sus pasos.
-Entonces...
-El día que fui a buscar a mi padre, fue el mismo día que fue a prisión. –Hablo de repente. –Ese mismo día conocí a Ismael, aunque él ya sabía de mi existencia. Ismael me dijo todo lo que había hecho mi padre. Y el por qué nunca fue a visitarme.
Se queda en silencio, me toma de la mano ya calmada, dispuesta a escuchar mis palabras.
-La policía nos interrogó y le dijimos la verdad, que no sabíamos con quien trabajaba y que no estábamos involucrados en sus negocios, pero miles de personas invadían nuestras casas para sacar información que no había, incluso algunos que creíamos amigos, se acercaban para sacar información. Por lo que mi padre hizo que nos quedemos en la finca que había puesto a nuestro nombre. Estuvimos ahí por cinco meses sin poder salir. No puedo confiar en nadie –Sostengo con más fuerza su mano, tratando de no lastimarla.
Mi voz se quiebra por cada palabra. Karol se da cuenta y se detiene en frente mío para abrazarme, siento su piel y me reconforta saber que la tengo para apoyarme.
-Lo siento. –Susurra.
-No te preocupes. –La beso.
La tomo de la mano y seguimos caminando. Unos metros más adelante, llegamos a una pequeña poza de agua turquesa con plantas exóticas a su alrededor, de todos los colores. Una maravilla de la naturaleza.
Karol se queda admirando alrededor, mientras que yo la admiro a ella, su expresión.
Nos acercamos un poco, hay un pequeño muelle de madera.
-¿Cómo es que conoces estos lugares tan hermosos? –Pregunta asombrada.
-Cuando al fin pudimos salir de la finca, Ismael y yo exploramos toda la ciudad en busca de algo nuevo que no hayan visto los demás. Resultó que las personas les interesa un lugar solo si está en internet. Cuando encontramos esto, nadie conocía de este lugar. Lo cuidamos e hicimos el muelle en el que estamos parados ahora mismo. –Digo feliz.
-Gracias por mostrármelo. –Se acerca y me da un beso.
-¿Te gusta? –Pregunto.
-¿Bromeas? Es el lugar más hermoso que conocí jamás. –Dice mirándome a los ojos.
Sonrío al ver su expresión. Me encanta verla feliz, sus ojos se iluminan y su rostro se hace más bello de lo que ya es.
-¿Nadamos? –Pregunto.
-¿Nadar? ¿Ahora mismo? –Pregunta dudosa.
-Sí. -Sonrío
-Pero si no traigo traje de baño.
-No lo necesitamos, podemos bañar desnudos. –La miro a los ojos.
Sonríe divertida al escuchar mis palabras. Se quita cada prenda de su esbelto cuerpo lentamente en frente de mí, hasta quedar completamente desnuda. La admiro ante mí, es hermosa. Su piel es suave y clara.
-Te toca. –Su voz es suave.
Asiento con la cabeza, divertido me quito la camiseta, luego la bermuda y el bóxer juntos. Me saco el relój, el anillo y lanzo todo hacia unas plantas a un costado.
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Editado: 04.10.2020