-- La vida es hermosa aunque difícil. Todo lo que hacemos hoy tiene un 《eco》, el día de mañana-- habló con serenidad en su voz, pasó suavemente su mano por mi cabello.
en ese momento no comprendi muy bien estas palabras. Pero al dia siguiente busqué en un diccionario viejo, con pasta en un solo lado la palabra eco.
ECO:《 fenómeno acústico producido cuando una onda se refleja en una superficie y regresa a su emisor》. Esto lo entendía como 《toda acción tiene una reacción》.
Los diez días de suspensión, hice mi mayor esfuerzo, de colocarme al día, en todas las tareas que la maestra hacía en clase, yó con una dedicación casi increíble estudiaba como si estuviera en el aula. Tambien me esforcé por ayudar a mi madre con los quehaceres del hogar.
Había comprendido en algo lo que mamá me había dicho. O quería hacerme entender, Solo quería lo mejor para mí.
Hoy, 31 años después, al fin puedo responder la pregunta de mi madre.--- ¿Que quiero ser cuando grande?
Quiero ser como ella, un apasionado de la vida, un guerrero que ha pasado mil tormentas y siempre ha salido adelante con sus propósitos.
Con la capacidad, y la entereza de ahorrar dinero, pagar por una montaña para sacar madera en un camión destartalado, viejo. Esa es mi madre. la resiliente. Capaz de enfrentarse a manejar un carro sin saber. llevarlo hasta la casa con su marido en la silla de atrás, ebrio hasta la madre; con la sangre intoxicada de licor, sin poder modular palabra. Cuando digo, llevarlo a casa es literal, ya que atravesó muro y todo con el vehículo. a Dios gracias que no había nadie en el lugar. Mi madre siempre ha sido una luchadora.
Encontrando el lado positivo a las situaciones más difíciles.
En una ocasión, los cupos colegiales se habían agotado, o los repartieron antes de tiempo. Me había quedado sin colegio. No era de culpar a nadie. Mi madre trabajaba mucho para sostener el hogar sola. Para mí estudiar no era un problema, para mamá sí. Comenzó a buscarme colegio. visitó casi cinco colegios y solo encontró una esperanza en el liceo consejo de itagui, en (San Francisco), al lado de la cárcel. muy retirado de la casa. Pedía permiso a medio día en la hora de almuerzo de su trabajo, en una fábrica de calzado.
se iba a hablar con el rector de la institución. Así casi por un mes.
fue tanta su insistencia que el día a entregar los cupos entre la multitud de gente. Llamo una lista de diez personas, entre ellas mi mamá.
-- señora María villegas-- habló el rector a la multitud
-- ¡si!, soy yó señor rector--
-- pase por acá por fabor.---
Déjenla ingresar.-- el portero abre la reja y mi madre pasa. El hombre sigue llamando algunas personas más de la lista. Y pasa con ellas a una oficina.
-- tenemos treinta cupos más para todos los cursos. Sabemos que son muchas las personas que necesitan un lugar para su hijo, o hija. Es lo que logramos conseguir. Su perseverancia e insistencia les aseguró un cupo.--
-- ¡gracias señor rector, Dios me lo bendiga siempre. Yo sabía que me iba a ayudar.!.--
mi madre se le acercó y le dio un beso en la mejilla.
-- no es nada, ¡el logró es todo suyo!.--
se retiró del lugar a repartir los demás cupos.
Para este tiempo ya entraba en la adolescencia, colegio nuevo. nuevas amistades, chicas nuevas. mi cuerpo estaba cambiando. Los bellos en diferentes partes del cuerpo comenzaron a notarse y en mi cara unos barros terribles que no dejaban de crecer y explotar.
-- ¡no te mires tanto al espejo! --
decía mi abuela, Carmen tulia. Cada que yó veía el nacimiento de un pequeño volcán en mi rostro, trataba de espicharlo, y este empeoraba poniéndose más grande y rojo, buscaba como ocultarlos con micro poro color piel. Pero era inútil, el micro poro es piel, y mi color es negro. Quedaba como un muñeco remendado. Muchas veses deje de salir por no ser juzgado. Sentía las miradas en mi rostro. Era como una piña con movimiento y cerebro. A diferencia de la piña que no siente repulsión por su aspecto. Las noches eran terribles ya que la inflamación de las pústulas reventaban en la almohada y en la mañana encontraba toda la secreción de sangre y pus en la funda. Era horroroso en ocasiones al dormir no quería despertar nunca más y acabar con esta tortura. Discutí con Dios varias veses.
-- ¿Por qué Dios, por qué tengo estos granos. Que pasa en mí cuerpo, por que no soy normal? --
Poco a poco me fui acostumbrado a la imagen del espejo. Desagradable. tosca. ¡Eso era yó!, ese reflejo en el espejo y no podía hacer nada, a menos que visitara un médico de enfermedades de la piel. Y dinero no había. Algunas veses ni para comprar la carne del almuerzo. Comence por reírme de mis defectos y eso me ayudó. Cada barro que salía, me valía una mierda. Deje de discutir con Dios. Al parecer no le interesaba todas las tonterías que yo decía. Era como enfrentar un gladiador con un bebé de brazos.