Historia De Una Prostituta

MALOS PENSAMIENTOS

Salí de la habitación de mi jefe y me fui directamente a la cafetería. En el cuarto estaba el médico con quien choque por la mañana, Iván me dijo que se llamaba. Era estúpido estar pensando en él, era un chico que me atraía, pero su persona me caía mal, era el típico "todas mías" y me recordaba a Rafael.

Llegue a la cafetería, saqué mi grabadora, conecté los audífonos, escuche la voz del anciano, suspiré. Saqué mi pequeña libreta y escribí pensando en Rafael.

"Necesitamos hablar; he decidido que no puedo vivir sin ti, ningún hombre podrá nunca reemplazarte; espero tu llamada"

Tuya A.

Hice un pequeño sobre con un pedazo de hoja banca. Tomé la grabadora, desconecte los audífonos, metí todo a mi bolso, salí de la cafetería y fui directamente a mi auto, me subí y salí del estacionamiento del hospital. Recorrí todo el centro de la Ciudad hasta llegar a la Universidad, aparque en el lugar de siempre. Tomé mi bolso y salí del auto. Suspiré ¿Qué de malo podía tener ser la amante del hombre al que amas? Caminé directamente a la oficina de Rafael. Me pare en el umbral de la puerta.

-Buenos días profesor ¿puedo pasar?

Rafael alzo la mirada, sus ojos café me miraron sorprendidos, se había dejado la barba y el cabello lo tenía un poco largo, mordía su labio inferior.

-¡Nurit! -Sonrío -adelante

-¿Cómo ha estado?

-Muy bien ¿Y tú?

-No me quejo, vivir sola ha sido la mejor decisión, difícil pero la mejor

-Me alegra que hayas decidido independizarte

-Sí, pero no vine a eso, sino a pedirle su ayuda

-¿Ayuda? -Dijo algo sorprendido, si alguien podía conocer a ese hombre era yo; eso no era precisamente lo que quería escuchar

-Sí, tengo que escribir una historia para mi jefe, pero digamos que es un caso especial

-¿Qué tan especial? -dijo poniendo su cara sería, esa que yo tanto amaba.

-Mi jefe tiene Alzheimer y no sé qué tan verídico sea todo lo que me cuenta

-Recuerda que no todas las historias tiene que ser reales -dijo con una sonrisa

-Pero ésta si lo tiene que ser

-Supongo que tiene algunos momentos de lucidez, básate en ellos para escribir

Sonreí, saque mi pequeña libreta y escribí "sus sexys ojos que me hacían caer una y otra vez en las mieles del pecado" .Él me miraba, trataba de encontrar algo en mí.

-¿Tienes tiempo de ir a comer?

-No, imposible una comida -miré el reloj -Se supone que justo en estos momentos estoy en horario laboral.

-Quiero un trabajo así -sonrío

Me puse de píe. Saque la tarjeta que escribí y la bese, la puse en el escritorio.

-Sí gusta, cenamos juntos y sirve que conoce el departamento

-Perfecto -sonrió  y mis pensamientos volaron, me daba tiempo para hacer la cena, pasaría al super por buen vino

-Yo llevo el vino -dijo sacándome de mis pensamientos, asentí

-Nos vemos más tarde, me llamas -le di la espalda y salí de la oficina, podría ponerme la lencería que acababa de comprar y pasar al salón de belleza, ya necesitaba un corte de cabello y un cambio de look no me vendía mal pensé.

Iba por el pasillo que me llevaba al estacionamiento, mi celular sonó, ¡demonios! era de la oficina

-Buenos días

-¿Nurit?

-Sí ¿quién habla?

-Soy Elena la secretaría de Don Javier, sólo para saber cómo está el jefe Alexis

-Está un poco delicado, tuvo otra crisis hace un par de horas y ésta sedado, ya no tarda en despertar

-Mmmmm, perfecto. Te pedimos que en cuanto despierte te comuniques a la oficina. Gracias -colgó

Suspiré. Me metí al auto y maneje de nuevo al hospital. Sonaba la radio "Tu reputación son las primeras seis letras de esa palabra, llevarte a la cama era más fácil que respirar"  Lo apague, no quería saber nada de reputaciones, sexo, ni nada, ya había tomado una decisión y nada ni nadie me harían cambiarla. Pise el acelerador y corrí con la suerte de tener todos los semáforos en verde. Llegue al hospital y sonreí.




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