Historia De Una Prostituta

RETO

Entre los pacientes a los que tenía que atender estaba el paciente de la habitación 203, le eche un vistazo a su historial, ya lo había leído solo debía recordar algunos detalles. Mire el reloj, ya eran las dos de la tarde, que rápido se había pasado el tiempo. Tome el pasillo que me llevaba a la habitación del anciano con Alzheimer y crisis, la puerta estaba abierta, se escuchaba la voz del anciano.

- Entonces busca un buen chico que te coja rico y con el que experimentes otras cosas y entonces comparas las mieles del sexo.

Me detuve y me recargue en la pared; “escuchar las conversaciones por detrás de la puerta es una falta de respeto, me dije a mi mismo, me di la vuelta a punto de irme,

-Los chicos no son como la ropa, que te la quitas y la pones como se te dé la gana

Decidí quedarme a escuchar.

-Pequeña, debes experimentar, con lo que te pago puedes pagar un buen sexoservidor, ellos te pueden ayudar mucho; si quieres puedo decirte de un burdel donde te pueden ayudar a experimentar de todo.

-Olvídalo Alexis, así estoy bien

-Como quieras

Así que es ratón de biblioteca era virgen, sonreí, yo podría enseñarle sin ninguna dificultad, aunque no tenía un cuerpo espectacular algo se podía hacer. Toque la puerta, la miré de pies a cabeza, me percate que su piel se estremeció y sus mejillas se tiñeron de rojo. Le sonreí y ella se estremeció, no había campo minado, algo provocaba en ella y acababa de decidir que averiguaría que era.

-Señorita

-Buenas tardes

-Un placer volver a verla

Sonrío. Revise la tabla de signos vitales todo estaba en orden. El anciano me miraba.

-Hola Don Alexis, soy Omar Iván Montero Carvajal, médico residente que ayudará a la Dr. Altamirano con su cuidado y tratamiento –le sonreí

-Buenas tardes doctor, ¿la doctora Altamirano ya no vendrá?

-Claro que sí, sólo que regularmente seré yo quien lo atienda

-Que bien, eso de estar rodeado de puras damas me provoca cierto vicio

-¿Vicio? –sonreí

-Sí, de por si lo fueron, el cuerpo desnudo de una mujer son como los mismos ángeles –sonrío

Note como la chica se incomodaba, parece que no le gustaba hablar del tema, típico en quien no ha tenido la fortuna de tener sexo y mucho menos de practicarlo constantemente.

-En eso concuerdo con usted, el cuerpo de una dama es el mejor regalo que nos pudieron dar.

-Usted es de los míos

-Por favor hábleme de tu

-Solo si haces lo mismo

-Hecho

Termine la revisión, estar ahí era algo incómodo. Llene mi reporte lo más rápido posible; deje la tabla en el buro y emprendí la huida.

-Regreso más tarde y si necesitan algo solo pulsen el botón de emergencia.

-Gracias –dijo el anciano

-Ok –dijo la joven

Salí de la habitación y sonreí, esa chica tenía que ser mía me costará lo que me costara. ¿Qué difícil puede ser conquistar a un ratón de biblioteca? Flores, chocolates, poemas, algunas tardes de cine, sería sencillo. Las mujeres como ella confían tanto y tan rápido. Llegue al cubículo de las enfermeras y me encontré con Anet, la sexy enfermera pelirroja.

-Buenas, vengo a pasar los reportes del día de mis pacientes asignados.

Otra enfermera de tez morena y con lentes alzo la  mirada. Llevaba labial rojo y a diferencia de las demás enfermeras su cabello lo traía suelto, se retorció en la silla.

-¿Pacientes? ¿Quién eres tú?

-Residente, Iván Montero –sonreí

-¡Ah!, usted es el residente, póngamelas aquí.

Así lo hice; puse las notas de los pacientes donde ella me indico.

-Anet ¿podemos hablar?

La chica me miro extrañada. Alzó los hombros, se acomodó su blusa blanca, sonrío.

-Claro ¿de qué?

-Del ratón de biblioteca

-¿Qué hay con él?

-Te invito a comer y ahí charlamos

Ella sonrío, tomo algo de su bolso, camino delante de mí  de nuevo el hermoso paisaje de sus caderas moviéndose. La seguí.




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