Exhausta llego a la Facultad. Está toda vallada. Hay policías por todos lados, la científica acaba de llegar. Un periodista me empuja para que no salga en su plano. Idiota! Le doy otro empujón y casi se traga el micrófono. Una serie de improperios quedan atrás y corriendo me dirijo hacia la puerta. Un policía me impide entrar. Imbécil! Veo a Yolanda a lo lejos y voy hacia ella. Seguro que ella sabe qué ha ocurrido. No sé qué hace en Bellas Artes y no en el Sálvame.
- Hola guapa - se me da bien disimular mi cara de asco cuando la veo. Y sin poder decir más empieza a tropezar palabras con otras.
- Ay Sofía! Qué desgracia más grande! No te lo puedes creer. Es imposible. Es increíble. Ilusorio. Completamente inimaginable - comenta con un aire teatral que ni la Penélope.
- Venga déjate de dramatismos y cuéntame qué has escuchado - y la incito con un gesto a que vaya al grano.
- Han encontrado a Sergio en su despacho muerto, muerto, muertoooooo!!! Nuestro Sergio, con sus Girasoles. Ay qué desgracia más grande. Estaba sentado con un tiro en la sién. La pistola en su mano y una nota escrita sobre la mesa. Qué pena más grande! - seguidamente saca un pañuelo e intenta secarse unas lágrimas inexistentes.
- Sabes qué es lo que ponía en la nota? - pregunto intrigada.
- No, no lo han dicho. No han podido tocar nada hasta que no viniese la policía científica. Pero imagino que sería una nota de despedida o algo así. María estará destrozada, con lo enamorada que estaba de él! Por cierto no lo sabes pero llevaban juntos desde hace 5 meses. Yo no entiendo a la gente, si es gay es gay, no ahora pescado y luego carne. No se puede jugar con las personas. Luego pasa lo que pasa. Uno pierde la cabeza y no sólo la de arriba. Ya sabes de qué te hablo y bla bla bla....
La dejo con sus historias para no dormir. Diviso a Lucas entre la multitud. Qué guapo q está. Con su media melena y esos ojos azul turquesa. Lleva la camiseta que le regalé por su cumpleaños, la del grupo Rata Blanca que tanto le gusta.
Me mira y me saluda. A su lado está María, hecha un mar de lágrimas. Y él consolándola. Su mano sobre su hombro. Su pañuelo con sus mocos. Sus babas en su camiseta regalada por mí.
Paso de acercarme a ver la postal. Doy media vuelta, me despido de Yolanda que no sé qué leches está hablando ahora, y me voy.
Saludo al periodista de antes con un corte de manga y me dirijo hacia el supermercado, donde trabajo todas las tardes para pagar el alquiler de mi piso de 50 metros y la universidad.
Sigo sin creer que es un suicidio. Justo ayer estuvimos hablando de nuestro proyecto y de cómo le solucionaría todas sus deudas. Imposible.
Una nota. Qué pondría en esa nota?
Editado: 02.11.2019