Cinco jóvenes, todos fanáticos del ocultismo, nigromancia y las artes oscuras de la magia, se encontraban en camino a una iglesia que había sido abandonada hace más de ciento veinte años. En la misma, los jóvenes tenían pensado realizar rituales para su propio entretenimiento y practicar pues los cinco eran novatos en su oficio. Una vez en el lugar, tomaron una mesa y, dichos los versos de inicio, comenzaron con una sesión que parecía no salir muy bien, pues ningún ánima tenía el interés en manifestarse. Por lo tanto, uno de los jóvenes tuvo una idea.
– Si hay alguien en este lugar que los moleste, toquen tres veces la puerta –
Al escuchar los tres toques fúnebres en la entrada, el joven preguntó titubeante los nombres de las personas que causaban incomodidad en las almas torturadas de aquel recinto. En eso, las sillas de dos de los jóvenes cedieron al mismo tiempo, solo para dar a entender que, ellos eran los destinados a irse.
Con terror, los jóvenes salieron disparados por la puerta, corrieron hasta que la iglesia se volvió diminuta a la distancia, pero para cuando estaban a punto de tranquilizarse, escucharon el estruendo de la iglesia derrumbándose a sus espaldas.