Historias de Bolsillo

El Nuevo personaje (II)

La estupidez de mis acciones, me llevan por caminos insospechados.

Anónimo.

Esa tarde, aún digería lo que sucedió. La tensión de mis hombros hizo desaparecer el dolor del impacto de la nuca, Laura, aún llamaba a alguien, sin saber qué hacía, llamé a Brando con un silbido, Brando acudió a mi llamado, lo miré, y simplemente le realicé cariños en su pecho, él solo jadeaba, mientras le hacía afectos a Brando, miraba a la chica con atención, se movía de un lado para el otro platicando por el teléfono, por un lado, me pareció estúpido haber solicitado la ayuda de una persona que ni conozco, no sabía si esa chica estaba llamando a un capo de la mafia Italiana o a alguien peor, solo me limité a esperar. Al cabo de un rato Laura se me acercó.

—. He contactado con un amigo y me ha dicho, que te va a ayudar en tu empresa de ganar ese concurso, —Cambió su tono de voz—. A cambio. —Quedé sin habla—. que repartas el total de tus ganancias, si el libro llegase a ganar, —No sabía exactamente qué hacer—. nosotros te iremos pagando la cantidad que nos has mencionado. —Inmediatamente pensé, “De ¿Cuánto porcentaje estará hablando?” así que no dudé en preguntárselo—.

—. De ¿Cuánto porcentaje estamos hablando? —Laura me miró y me indica—.

—. Setenta por ciento por cada escritor que te ayude con tu libro. —Me sorprendí ya que esa es una cantidad exagerada, así que pregunté—.

—. Y ¿Cuántas personas me van a ayudar? —Me observó con cierta cosa y me respondió—.

—. No te preocupes, hay dos cosas importantes que debes saber, la primera, tu vida, y la segunda, nuestro dinero del concurso. —“Ahora sí es verdad que fui estúpido”, pensé. Me moví hasta la sala y me senté de nuevo, Brando me siguió y se echó a mí lado, Laura me siguió y se sentó al otro lado de la sala frente a la mesa y me observaba con las manos puestas en su mentón esperando a que le diera una respuesta, eché un vistazo hacia la ventana y un grupo de patrullas aullaba en pleno día, sin más remedio respondí—.

—. Está bien, no veo ningún inconveniente, mientras me cancelen lo que he mencionado, y como no tengo dinero en este momento, no me queda otra que aceptar la propuesta. —Laura me miró con aquella expresión de malicia en su rostro y pasó a decirme—.

—. Entonces, supongamos que, por lo que me estás diciendo, no sabes ¿Quién eres realmente? —La miré y ladeé un poco la cabeza negando, justo cuando iba a decir algo me interrumpió—. Mira, está bien ¡¡Vale!!, ese asunto importa poco, pero de igual manera mañana comenzamos con tu historia, así... —Se levantó del sillón—. que necesito, a ver... una computadora, una impre... —La atajé—.

—. Como verás, no tengo nada de esos artilugios modernos, lo único que tengo disponible en este momento es una máquina de escribir viejita, le hace falta tinta, y una de las ruedas de desplazamiento del carrete está estrpeada. —Laura se quedó pensando y de nuevo me miró, pero aquella mirada era algo así como diciéndome, “Pobrecito”—. Así que, como sabrás es todo lo que tengo. —Laura dijo sin vacilar—.

—. De igual forma, mañana vendré a eso, de las seis de la mañana para revisar el cacharro ese, y para darle algunos ajustes y así mantenerlo en buen estado. —Solo asentí y Laura se retiró—.

Por breves instantes, había pensado que Laura era una psicópata y debía temerle más a ella que a mis secuestradores. Me asomé por la ventana para observar salir a Laura, pero no la vi retirarse del edificio, entonces pensé, “¿Dónde se ha metido?” estuve como diez minutos observando a través de la ventana, sin embargo, aun así, no la vi salir, me pareció muy extraño. Entonces, me retiré de la ventana y me dirigí hasta mi habitación, allí observé que en la parte superior del closet se haya una pila de cajas almacenadas, en una de ellas está guardada la máquina de escribir, me aventuré a subirme en un taburete, quitando los cajones encontré la caja que más pesa, la tomé por ambas paredes del cartón, la arrastré hacia mí y con sumo cuidado la bajé, entonces, la coloqué en la cama, desempolvé las lengüetas superiores y procedí a abrirla, justo allí, estaba mirándome con ese raudal de teclas, recordé que era como una especie de computadora, pero sin memorias para guardar cosas, me pareció que me hablaba.

“Tony, acaríciame, pon tus dedos sobre mí.”

Sacudí la cabeza y volví a la realidad, así que la trasladé hasta la mesa de la sala, allí realicé un mantenimiento superficial, es decir, la limpié con un paño, un aerosol quita polvo, al cabo de un rato quedó como nueva, por un breve instante noté como la máquina me sonreía. No le di importancia.

Mientras la estuve limpiando, por mi mente cruzaron las palabras de la chica, “¿Qué me ha querido decir Laura?, si es ese su verdadero nombre, aquellos delincuentes también me insinuaron algo, es como si yo tuviese mucho dinero, ¡AMALAYA!”, mis pensamientos divagaron entre una cosa y otra, mientras me entretenía limpiando la máquina de escribir. Entre varias cosas dieron las cinco de la tarde, me digné a preparar algo para comer y como es habitual Brando se acercó para pedir comida, recordé que aún me quedaba la mitad de su alimento en el refrigerador, al abrir la puerta, observé que era poco el manjar que había para él, me dio angustia, así que la tomé y le hablé.

—. Buen chico, buen chico. —Le realicé un cariño y este movía la cola alegremente, entonces, simplemente se la serví, esa tarde no comí mi propio alimento solo para dárselo a él por la mañana—.



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En el texto hay: aventura, aventura relatos muy cortos

Editado: 25.02.2024

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