Capítulo IV
La mayor Yegon nunca habia asistido a una reunión de emergencia, e incluso nunca habia visto de cerca a los otros 7 guardias, cuando asendio al rango creyó que los conocería a todos pero solo asistieron 6 a la ceremonia, el mayor Khan era todavía un misterio. Mientras enviaba las cartas diciéndoles la urgencia de la reunión de carácter obligatorio, supo que ese día sería el que los vería a todos.
Comandados por Meúno la guardia era una de las organizaciones más silenciosas y misteriosas de todas, cuando ella recibió una carta anunciando la muerte del mayor Gaih y de su ascenso nunca lo hubiera imaginado, tampoco nunca lo había querido pero no era algo que pudiera rechazar. Aún no entendía como había sido elegida. Al preguntarle a Meúno este le dijo que el único que podía elegir era el rey, pero antes de su ascenso ella nunca había visto de cerca al rey. Aún así recibió su título con grandeza, su trabajo era simple, acompañar a Meúno a todos lados, a veces creía que era su asistente o algo así. Pero Meúno era una persona bastante influyente en el barco, así que desde entonces había tenido cercanía incluso con el mismo rey. No sabía el trabajo del resto de los guardias reales, solo conocía el de él mayor Suez, el segundo integrante más joven de la guardia, su trabajo era velar por el rey y por su familia, Solía verlo en las cocinas charlando con la suegra del rey. Del resto no sabía nada. La línea de mando era:
1. Comandante Meúno.
2. Mayor Khan.
3. Mayor Lein.
4. Mayor Gremil.
5. Mayor Pruden.
6. Mayor Álvez.
7. Mayor Suez.
8. Ella.
Había tenído que memorizar los nombres y sus puestos, Meúno había enfatizado en la importancia de seguir siempre la orden del de más alto rango.
Al llegar a las puertas doradas supo que era la primera en llegar a la reunión. En la sala solo estaba un chico arreglando las mesas, la saludó y continuó con su labor.
La orden del rey no decía hora fija, pero ella creyó que se refería a lo más pronto posible, incluso creyó que llegaría tarde porque había ido a ver al capitán Seuton antes de venir. Se sentó en un sillón cerca de la ventana, el anochecer se aproximaba, mientras esperaba rememoró su visita al capitan.
Sí había una parte del barco que conocía, esa era la parte central, ella había nacido ahí y desde joven ya podía pasearse por el laberinto con los ojos cerrados. No le sorprendió encontrar a Seuton en el puesto del vigía, al entrar lo encontró de espaldas mirando al horizonte, ella entendía la fascinación de ver el mar, no todos en el barco podían verlo.
–capitan– lo saludó. El se dió la vuelta impresionado.
–¡Mayor! Creí que nunca la vería acá.
–¿Por qué?
–no parece ser de las personas que abandonan la parte norte sin buenas razones.
–mi trabajo se encuentra allá, si estuviera aquí pasaría más tiempo acá– se sintió por un segundo aludida, y empezaba a lamentar haber ido, la reunión estaría a punto de empezar y ella no podía llegar tarde.
–tiene usted razón, mil disculpas– los ojos oscuros del capitán la evaluavan– no quise ofenderla.
–no lo hizo capitán. Solo quería informarle, según nuestro acuerdo, que el niño ha despertado, lo hizo esta tarde–dicho esto se dió media vuelta dispuesta a marcharse, el capitán la retuvo tomándola de la mano.
–¿despertó? Crei que para este entonces estaría muerto.
–la mayor soltó su mano de un manotazo.
–asi es, todo un milagro que haya despertado. Sí me disculpa tengo que ir a una reunión.
–disculpeme, pero por favor dígame que él esta bien.
– lo está capitán, no puedo prometer que le pasará ahora que despertó pero está bien.
–¿No puede? Viene del monte Rajash ¿Cierto?
–tal parece que no, pero no recuerda de donde vino, hay reunión para saber que hacer con el, y debo estar presente.
–pero si no recuerda quién es, no pueden hacerle nada, es un niño.
–lo se capitán, y entiendo su pensamiento, pero el rey será el que designe su futuro.
–yo asistiré a la reunión, no puedo esperar sentado a que le llegue a pasar algo malo.
–entiendo su pesar, pero no permitiré que vaya, además que no permitirán que entre. No sé preocupe, yo abogare por el bienestar del niño, confíe en mi.
La mayor no sabía porque le importaba lo que pensará Seuton, ella siempre había visto a su compañeros soldados con indiferencia, todos eran como seres sin vida gobernados por Lear, pero ver a Seuton arriesgar su vida por rescatar al niño lo había echo merecedor del respeto.
–lo hago mayor, y le agradezco profundamente su ayuda, ¿me informará de lo que ocurra?
–así lo haré capitán, si me disculpa. –sin más salió, no espero ni siquiera la despedida.
Ahora sentada en el cuarto de reunión se preguntaba el porque Darién Seuton se había vuelto indispensable en sus pensamientos, lo conoció de pequeño cuando aún estaba en la academia, pero al igual que otros compañeros nunca fue resaltante, lo recordaba como un chico revoltoso del lado sur, de cabellos oscuros y ojos grandes, nada interesante o sobresaliente. Aún así desde el incidente del niño, el capitán solía estar rondando su mente.
Lentamente la sala se fue llenando. Yegon tomo su lugar asignado mientras veía a los alcaldes e incluso al hermano del rey ocupar sus asientos. Al pasar una hora todos los invitados, excepto el rey y el mayor Khan habían llegado.
Se mantenían en silencio, ninguno había preguntado la razón de la reunión, y la habitación parecía una tumba.
Pasados 15 minutos más las puertas doradas se abrieron, el rey entro acompañado de una mujer de mediana edad vestida de guardia real.
Todos los asistentes se pusieron de pie. La mayor Yegon se sorprendió a ver a la figura misteriosa de la mayor Khan.
Al tomar todos asientos la mayor Khan se sentó a la izquierda de rey y Meúno a la derecha.