Corría por las calles obscuras, no se detenía casi lo matan en un cruce.
Seguía corriendo, corría más rápido, la adrenalina en su ser le daba la fuerza suficiente para seguir.
Llegó a su casa, las manos le temblaban, a duras penas abrió la puerta, entró sin encender la luz, corría en la penumbra de su casa.
Entró a su cuarto y se tiró en la cama, enrollandose en las cobijas.
Unos pasos en la escalera se escuchaban, los ruidos y crujidos de la madera se escuchaban tan claros en sus odios.
— Te ... Encontré. — dijo una voz, era grave, sin expresión.
Seguía tapado en las cobijas. Su respiración agitada, su corazón estába a punto de tener una arritmia cardíaca.
— A tu lado... — le susurró aquél ser. Pego su cabeza en la de él.
Se quitó la cobija y no vió nada, su pánico lo envolvió, una mano en por el cuello lo tomó, cerró los ojos, gritó, todo fue en vano. Nadie llegó a su auxilio.
Si tan solo hubiera sido un poco más cuidadoso, sí tan solo no hubiera jugado con sus amigos, tal vez ellos y él estarían vivos, tal vez ellos seguirían de fiesta como cada fin de semana.
Tal vez seguirían respirando.
Ahora, qué acabas de saber el futuro de tu vida. ¿Estás dispuesto a seguir con las manos puestas en el tablero?
Te sugiero que mejor dejes de jugar, acabas de abrir una puerta a otro mundo, un mundo donde los seres malignos, demonios, entes, cómo le llamen; gobiernan, gobernamos, se divierten con tú alma al verla sufrir, no hay dios que ayude.
Los acabas de dejar entrar, te ven como su presa.
Se ríen de ti, de seguro estás pensando que no existen, que sólo es producto de tu imaginación, pues te equivocaste, ve a tu lado izquierdo.
El pánico se apodera de ti, y debería, tú mejor amigo acaba de morir, su rostro se ve deformado por el miedo.
Escuchas un gritó, esa de ahí es la chica que te gusta. ¿Te sigue gustando? Vela, está muerta, la sangre sale por su boca, se convulsiona, morirá en un par de segundos, no puedes hacer nada.
Espera, aún hay más. Ve tus manos, hay sangre, sí sangre de tu compañero de curso, ese odioso compañero que te preguntaba hasta el mínimo detalle, qué te acosaba día y noche, te volvía loco con sus historias, qué era desesperante por su voz chillona y su aire de niño tonto, y vaya que le quedaba. Lo acabas de matar a golpes, ve su rostro desfigurado a causa de los golpes.
Ahora sí, corre, corre cómo nunca lo has hecho.
Ya sabes que iré por ti, estaré a tu lado y te asfixiare, eso sí, sin antes de que recuerdes como murió cada uno de tus amigos.