Historias de terror

Historia 6

En un pequeño pueblo costero, había un faro que se alzaba solitario sobre un acantilado, guiando a los barcos en las noches de tormenta. El faro había estado en funcionamiento durante más de un siglo, pero su historia estaba envuelta en misterios y tragedias. Los habitantes del pueblo evitaban hablar de él, pues decían que estaba maldito.

Una leyenda local contaba que, hace muchos años, el faro había sido manejado por un hombre llamado Samuel, un guardián solitario que había perdido a su familia en el mar. Samuel, consumido por el dolor, se había dedicado en cuerpo y alma a su trabajo, pero con el tiempo, comenzó a enloquecer. Se decía que en las noches más oscuras, podía verse una luz roja parpadeando en el faro, y quienes la miraban quedaban atrapados por una fuerza inexplicable que los arrastraba al mar.

Una noche de tormenta, un barco que se acercaba a la costa fue guiado por esa extraña luz roja. Al acercarse demasiado al acantilado, el barco se estrelló contra las rocas, y todos los tripulantes murieron. Desde entonces, el faro quedó abandonado, y nadie se atrevía a acercarse.

Sin embargo, un joven periodista llamado Lucas, intrigado por la leyenda del faro, decidió investigar. Se hospedó en el pueblo y pasó días hablando con los lugareños, quienes le advirtieron que no se acercara al faro, especialmente durante la noche. Pero Lucas, determinado a descubrir la verdad, ignoró las advertencias.

Una noche, cuando la niebla cubría la costa, Lucas decidió subir al faro. La estructura crujía bajo sus pies mientras ascendía por la escalera de caracol. El aire estaba denso, cargado de una tensión indescriptible. Al llegar a la cima, encontró la vieja lámpara oxidada y cubierta de polvo, pero lo que más llamó su atención fue una caja de madera que descansaba en una esquina.

Lucas abrió la caja con cuidado, y en su interior encontró un diario antiguo. Al leerlo, descubrió que pertenecía a Samuel, el antiguo guardián. Las páginas describían su dolor, su soledad y, finalmente, su descenso a la locura. En las últimas entradas, Samuel hablaba de una voz que lo llamaba desde el mar, una voz que prometía reunirse con su familia si obedecía sus órdenes. La voz le dijo que debía cambiar la luz del faro por una roja, y cuando lo hizo, comenzó a escuchar los gritos de los marineros que guiaba hacia la muerte.

Mientras Lucas leía, una ráfaga de viento frío recorrió el faro, y la lámpara antigua se encendió de repente, emitiendo una luz roja. Lucas sintió una presencia a su espalda y, al girarse, vio una figura borrosa, apenas visible en la penumbra. Era Samuel, o al menos lo que quedaba de él. Su rostro estaba desfigurado por el dolor y la desesperación, y sus ojos, vacíos, lo miraban con una mezcla de súplica y amenaza.

El faro comenzó a vibrar, como si estuviera respondiendo a la presencia de Samuel. Lucas, aterrorizado, intentó bajar, pero la escalera parecía interminable. La luz roja se hizo más intensa, iluminando el mar embravecido, y los gritos de los marineros muertos comenzaron a resonar en sus oídos.

Al llegar al pie del faro, Lucas salió corriendo hacia el pueblo, pero el sonido de las olas y los gritos lo seguían, persiguiéndolo en la niebla. Nunca volvió a ser el mismo. Abandonó su carrera, dejó el pueblo, y pasó el resto de sus días intentando olvidar lo que había visto. Pero cada noche, en sus sueños, la luz roja del faro lo llamaba, y los gritos de los marineros lo arrastraban de nuevo al acantilado.

El faro sigue en pie, y de vez en cuando, en noches de tormenta, los habitantes del pueblo afirman ver la luz roja parpadeando en la distancia. Nadie se atreve a investigar, pues saben que aquellos que siguen esa luz no regresan para contar la historia.



#263 en Terror

En el texto hay: terro, historias breves

Editado: 05.09.2024

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