Parada a orillas del río.
De espaldas a la realidad.
Hundida en mis pensamientos.
Perdida en mi dolor.
Tratando de hallar aquello que perdí, ansiando encontrar mis ganas de seguir.
Camino a pasos lentos mojando mis pies, la espuma del agua me atrapa, el sonido de las olas cala en mis oídos cuál canto de sirenas,
Avanzó sin pesar, reviviendo mis mejores momentos junto a ellos.
La marea sube, tocando mi corazón y la sonrisa de mi hijo se perpetúa en mi memoria, sus manos cálidas tocando mi rostro y sus palabras bonitas me dan el valor que necesito.
Los fuertes brazos de mi esposo rodeándome por la espalda, abrazando mi cintura y dejando un beso en mi mejilla, me da tranquilidad, sigo avanzando y con cada paso que doy el alivio es más grande, tanto que la angustia ya no es parte de mí, de pronto me veo tomando sus manos, uno a cada lado.
Ahora me siento en paz, avanzamos los tres juntos hacia la luz, donde ya no hay dolor, asfixia, ni desolación, entramos al paraíso donde estaremos juntos por toda la eternidad…
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Editado: 11.05.2023