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     No podía. Simplemente no podía. Era difícil de explicar así como era difícil de entender para aquellos que no pasaban por lo mismo. <<Pero si lo tienes todo>>, solía escuchar. Claro que no. Tenía mucho, y estaba agradecida por ello. Pero iba mas allá de lo material, de la familia, de los afectos. Otra vez, no se trataba de nada externo. Era como si una fuerza interna se hubiera apoderado de ella, de sus pensamientos, su mente y sus sentimientos. Una fuerza de negatividad que no la dejaba ver las cosas lindas de la vida, que no la dejaba disfrutar de nada.  
    Pensaba mientras escribía y le daba odio. Odio hacia ella misma. Estaba harta de sentirse así. Quería que se termine de una vez. Como sea. 
    En cierta manera escribir la ayudaba. Podía expresar en palabras todo aquello que la angustiaba. Pero mientras más escribía más se daba cuenta del infierno que estaba viviendo. No había tomado dimensión de aquello hasta que no culminó con los primeros capítulos de su nuevo libro. Al menos había logrado algo. Aunque no sabía por cuánto tiempo más podría sostenerlo. Después de todo escribir un libro no era nada fácil. Y una vez que terminó de relatar su vida, o al menos sus últimos años conviviendo con la ansiedad, no supo que más exponer y se detuvo. Allí estaba una vez más. Paralizada. Mirando la pantalla de su notebook sin saber por dónde seguir. ¿Eso era todo?  
    Frustración. Esa maldita sensación se volvía apoderar de ella. ¿No se iría jamás? Era un círculo vicioso de nunca acabar. Leía sus notas y se sentía frustrada por la vida que llevaba. Frustrada por no poder seguir con su escritura. Frustrada por sentirse frustrada.  
    Casi. Como un déjà vu se volvía a convencer de que no podía lograr nada. Que todo lo que comenzaba lo dejaba en el camino. Que no era importante. Que no tenía nada para dar. Que nada tenía sentido. Y así sin más sus ilusiones volvían a desplomarse.  
    Esa era su vida. Una montaña rusa de emociones. Por un momento podía sentirse muy poderosa, lo suficientemente fuerte para realizar lo que sea. Y al segundo siguiente era menos que nadie.  
    Más lágrimas. Otra crisis.