¿Acaso estoy escuchando bien? ¿Y esa es una... sonrisa? Estoy frente a un Ethan sonriente con una risa melódica al ver el dichoso pastel. En esta posición no puedo evitar reírme con él.
No esperaba esa reacción pero se siente bien verlo así, es algo nuevo.
—Sé que puede parecer ridículo pero el pastel se veía muy aburrido sin unas palabras, así que pensé en eso —me dirijo a la mesa con el pastel aún en las manos y lo acomodo ahí, saco los demás utensilios de la mochila—. Nadie celebra tres días de "amistad" pero, ¿por qué nosotros no? —volteo alzando los dos tenedores y veo a Ethan con los ojos en el pastel; sonrío— creo que tienes mucha hambre, ten.
Le ofrezco el tenedor pero no lo toma de inmediato. Se observa a sí mismo por todos lados, se señala y me mira. Entiendo su punto, su pelo y toda su ropa está sudada.
—Oh, comprendo —pongo los tenedores en la mesa—. Puedes tomar tu tiempo, yo esperaré.
Tomo asiento y decido esperar. Ethan tarda unos segundos en tomar una de sus mochilas y desaparecer a otro lugar.
Reina el silencio.
No sé cómo sentirme ahora: todo está callado, estoy en el mismo espacio con un chico el cual probablemente se toma una ducha en este momento y tengo un pastel enfrente hecho por mí sin saber si quedó igual a la receta.
Sí, todo está bien.
Acomodo todos los utensilios en la mesa. Mis manos están temblando con nerviosismo y mis palmas están sudadas. No quiero estar así, no es la primera vez que estoy aquí. Intento respirar profundo y enderezar la espalda para sentarme correctamente.
Escucho pasos volver e Ethan sale con la mochila cargada por detrás en uno de sus brazos, vuelve a ponerla en su sitio y guarda todo lo demás. Lleva ropa cómoda y un pelo desordenado a medio secar.
Se acerca y volteo mi cara evitando contacto con la suya, el calor en mis mejillas y el sudor de mi manos se hacen presentes con más intensidad y no es para nada oportuno.
—Bien, ahora sí estamos listos —froté mis manos contra mis jeans para secarlas yendo a lo que vine.
Gracias a que el pastel no es tan grande y, afortunadamente, la consistencia es suave, no me cuesta cortarlo con el tenedor. Formo un triángulo desde el centro y lo llevo hasta el plato de Ethan, lo mismo para mí. Él observa el pedazo del pastel con deseo.
—Adelante, puedes comer.
Sus ojos pasan de mí al pastel, toma un trozo y con los ojos cerrados lo lleva a su boca. Mastica durante unos segundos que para mí son eternos, sintiendo el corazón latir fuerte. Ethan abre los ojos y en su rostro hay una expresión que no logro descifrar, le devuelvo una de preocupación pero aparece en él una sonrisa.
Le gustó.
Toma otro bocado y lo lleva gustoso a su boca. Ambos comemos y nos devoramos el pastel hasta que no queda nada. Le doy una lamida al último adorno de caramelo y termino complacida.
—Estuvo delicioso —guardé los utensilios en una bolsa y luego a la mochila. Ethan asiente estando de acuerdo.
Deja su lugar en la silla para sentarse cerca de la ventana, voltea hacia mí y da palmadas al suelo indicando que me siente con él. Sin dudarlo, le acompaño y me siento a su lado. Entra una brisa fresca por la ventana. Ya oscureció y desde esta altura hay una buena vista. Las casas y calles están iluminadas y se encuentran pocas personas caminando.
Respiro profundo, no por nervios, sino por la calma que tenemos ahora. Esta es la clase de noches que me gusta presenciar. Por desgracia, recuerdo lo que vi esta tarde y la paz interior que sentía hace unos segundos se esfumó.
—Hoy vi unos hombres alrededor del edificio. Llevaban cascos, chalecos y algunas libretas. Estaba preocupada y de hecho aún lo estoy. Este edificio está casi preparado para vivir gente y jamás me pregunté el porqué detuvieron el proceso y terminar de abrirlo. Tal vez lo han reconsiderado y vengan con más frecuencia.
Mi vista está fija al frente pero lo veo a él mirando afuera y su mirada es neutra. Sé que no se lo ha tomado bien y era de esperarse. No quiero que se vaya. No había pensado que tarde o temprano este proyecto debía terminarse y él tuviera que irse. Tampoco sé qué hará al respecto, pero lo seguro es que debe haber una solución y quiero ser partícipe de esto.
Mi celular vibra en mi bolsillo y ambos nos sobresaltamos, es un mensaje.
ALEC
"Fui a tu habitación y no estabas. ¿Cuándo saliste? Ya es hora de cenar y solo esperamos por ti"
Esta vez no me había fijado en la hora y es que con Ethan el tiempo pasa volando, pero debo pensar en una buena excusa para mi hermanito.
—Lo siento, lo siento... pero debo irme, mi hermano espera por mí —veo esa expresión de culpabilidad en él—. Hey, me la he pasado muy bien y no pongas esa cara, son muy comprensivos en casa así que no tendré problemas.
Ethan asiente y nos ponemos de pie para despedirnos. Me coloco la mochila y me voy. Mientras bajo pienso en todas las posibilidades de excusas que puedo decirle a Alec pero, ¿cuál es la perfecta?
Debo pensarlo bien.
Toco suelo y le doy una última mirada a Ethan que me ve desde la ventana. Corro hacia casa y permanezco en la entrada. Ya que no salí por la puerta, está claro que no entraré por ella, eso abriría paso a muchas explicaciones si todos estaban abajo cuando me fui. Subí con cuidado por mi ventana, entrando por ella con la esperanza de no hacer ruido. Guardo la mochila debajo de la cama, después me ocuparía de ella, ahora tengo que pensar en un buen plan.
—¡Ah! —la puerta se abre de golpe y pego un grito del susto— ¿Quieres acabar con mi puerta?
—No sabía que estabas aquí, ¿adónde estabas?
—¿Si no sabías que estaba aquí entonces por qué abres la puerta así?
—No respondas mi pregunta con otra pregunta Venecia —se le ve un tanto molesto.
—Bien, estaba comiendo mi pastel lejos de ustedes, quería preparar algo para mí y comerlo sin molestias, en especial porque no sabes compartir.