VENECIA
Saber tomar buenas decisiones en momentos difíciles puede ser complicado, sobre todo si no tienes tiempo ni para pensar. No sabes cuál será el resultado al final pero das el paso creyendo que tomaste la mejor opción. Es por eso entonces que diría con toda seguridad: no me arrepiento de nada.
¿Qué si estaría en problemas, si tendría consecuencias?
Tal vez, pero debía aceptarlas con miedo. Cuando entrara por esa puerta, esperaría de bienvenida el peor de los castigos o el más grande reproche.
Antes de ir con Ethan lo último que recuerdo fue a un Alec realmente molesto y preocupado. Y esa versión es la que tengo en frente justo ahora.
Alec no dejaban de moverse de izquierda a derecha con paso lento. Tenía una de sus manos en el mentón presionándolo con impaciencia y sus ojos desorbitados hasta que volteó a verme. De forma instantánea, sentí como si un balde de agua fría me cayera encima sin compasión.
—Contigo quería hablar —dejó de moverse para caminar en mi dirección. Por instinto, di un paso atrás.
—Lo sé, pero necesito que te calmes para que entiendas lo que te voy a decir —honestamente, no sabía por dónde empezar y no quería hablar de Ethan y de su condición, así que tendría que escoger bien mis palabras.
Una verdad disfrazada, eso fue lo que pensé para contar. Pero no me gusta mentir ni que otros lo hagan conmigo. Sin embargo, no estaba en una situación favorable.
Mi espalda sentía la dura superficie de la puerta y no tenía escapatoria ni a la izquierda ni a la derecha, solo a mi hermano en frente esperando por una respuesta que no quise ni pude darle.
No con toda la verdad.
—Salir de esa manera fue un error, lo admito y me disculpo. Pero debía hacerlo. No sé si te fijaste en el accidente del centro comercial, el choque de dos personas en la terraza. A uno de ellos lo reconocí, así que fui a hablarle cuando se alejó del incidente. Necesitaba ayuda y por eso me quedé a hacerle compañía desde entonces.
Su cara no expresaba nada más que confusión e indignación. Suspiró pesadamente y dijo:
—Te llamé varias veces y jamás respondiste. ¿Cómo crees que estuve después de que saliste corriendo como si nada? Claramente estuve preocupado. Soy el mayor, saliste conmigo y por tanto estabas bajo mi única responsabilidad —espetó.
Y me sentía culpable, a pesar de que la idea no era que estuviese conmigo allí y presenciara todo, así resultó al final. Pero qué iba a hacer, ¿restregarle eso en cara en aquél momento?
No.
Me mantuve en silencio con la vista en el suelo, no había una razón válida para decirle que no fuese la verdad sobre Ethan, y no quería decirla en ese momento cuando él depositó un poco de su confianza en mí.
—Deduzco que lo hiciste por un chico, dijiste que lo conocías y si no me equivoco, sería el mismo del que me hablaste cuando fuimos nosotros dos al centro aquella vez. Me dirás dónde vive y de ahora en adelante pondrás el tono del celular activado y no en vibración. Es una orden —dijo con tono serio cruzando los brazos.
—Activaré el tono del celular.
—Y también harás lo primero que te dije. Me dirás su nombre y dirección.
—No puedo.
—¿Cómo que no puedes? ¿Qué es lo que me estás ocultando Venecia?
Deseaba desaparecer de esta situación sabiendo que no es posible. No hablé hasta que él volvió a hacerlo pero esta vez, con más paciencia.
—Venecia —intentó calmarse—, entiende que mi deber es protegerte. No entiendo cómo piensas que lo haré si no me dices nada. Respeto que tengas amigos pero no conozco a ese tipo ni las intenciones que tiene. Sé que no piensas como yo pero quiero que te pongas en mi lugar. No tengas secretos conmigo, soy tu hermano y debemos tener confianza en todo, hasta quizás pueda ayudarte. Para cualquier cosa que te pase yo debo estar ahí.
Me removí en mi lugar. Le cedí un punto a Alec, tenía razón, y lo pensé. Pero también pensé en Ethan y en cómo podría beneficiarle o afectarle lo que iba a hacer a continuación. Si le contaba a mi hermano había una pequeña posibilidad de que Ethan reciba más que solo mi ayuda. Pero por el otro lado, él no me pidió eso y probablemente se aleje o pongan límites entre nosotros. Ahora bien, si no le contaba a Alec, tomaría medidas más drásticas y eso lo sabía muy bien.
Con la mente hecha un desastre y sin saber si hacía lo correcto, empecé a hablar y a decirle todo de principio a fin tal como lo hice con el abuelo. Estaba sintiéndome culpable por no detener mi lengua de hablar mientras pensaba en la mirada de desaprobación de quien ahora es mi amigo. El rostro de Alec pasó de uno molesto a uno completamente neutro. No supe lo que pensaba lo cual me ponía más ansiosa.
—Mañana iremos a verlo —soltó.
—¿Qué?
No, no, no...
—En la noche, donde es más probable que esté ahí.
—No puedes ir conmigo, no se sentirá cómodo y apenas puede hablar. Es preferible que vayas cuando yo te diga pero ahora no es el momento.
—Venecia, no me pongas objeción, iré contigo y ya está, debo ver con mis ojos en qué te estás metiendo.
—¿Por qué eres tan testarudo? Ahora sabes cómo es él, no tienes que... —no pude terminar por escuchar la voz de mamá interrumpiéndome.
—¡¿Qué es ese escándalo ahí abajo?!
Ambos volteamos de golpe con miras a ella y sus ojos exasperados, por las noches era más aterradora. Alec y yo nos miramos de reojo sin saber qué decir. Si me delataban entonces sí estaría en graves problemas.
—No pasa nada, ya nos íbamos a dormir —dijo Alec. En ese momento, mamá nos miró con desaprobación y regresó. Soltamos el aire estuvimos conteniendo—. No diré más, buenas noches —se despidió y se marchó.
En qué lío me he metido.
° ° °
De camino alargaba el paso para ganar tiempo y no llegar pero Alec caminaba más rápido, algo que me resulto en desventaja. No supe cómo verle la cara a Ethan cuando nos abrió pero tuve que hacerlo y hablar. No esperaba otra expresión más que una de sorpresa, miedo y confusión en él, sobre todo porque no llevaba su máscara e iba a estar acompañado de otra persona que no conocía.