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XII

Y aquí estábamos. Miré por todo el alrededor cuando mis ojos pudieron adaptarse al lugar. Paredes blancas, lavamanos, retretes; estábamos dentro de un baño público. Ethan está de espaldas a mí agarrando la perilla de la puerta con firmeza y su pecho sube y baja con velocidad igual que el mío.

Intenté agudizar mi oído para saber qué ocurría allí afuera. Se escuchaban pasos cercanos y también lejanos, así como gritos de preocupación y luego el sonido de unas llantas frenadas con brusquedad.

Sentí un escalofrío al pensar en el peligro que corren Alec y Ethel, desee que se encontraran lo más lejos de aquí.

Unas alarmas policíacas se acercaron con más y más intensidad y yo solo esperé que acabaran con esta pesadilla.

¿Por qué aquí?

¿Por qué hoy?

Ethan se aleja de la puerta dando unos cuantos pasos hasta a mí. Sus ojos me escanean completamente analizando todo mi alrededor de manera rápida.

—Estoy bien, tranquilo —digo para calmarlo, pero de la misma manera me aseguro de que esté bien.

Él exhala y relaja sus hombros luego de haberse asegurado del bienestar de ambos.

Unos gritos se escuchan desde afuera, no son de llantos ni de auxilio, más bien parece la voz gruesa y autoritaria de un hombre. Ethan y yo nos acercamos a la puerta, él retira el seguro de esta y la abre con lentitud y a un espacio en el que ambos podemos ver el escenario que se presenta afuera.

No había nadie más exceptuando un vehículo negro en el centro y de ambos lados dos hombres con armas descansando sus manos en la cabeza. Sus rostros eran ásperos y serios, estaban acorralados por la policía a su alrededor, cinco para ser exactos.

No tenían escapatoria.

—¡Abajo las armas! —un policía apuntaba hacia ellos sin dudar.

Aquellos hombres se miraron antes de proceder. Su reacción me pareció un tanto sospechosa, hay armas de por medio y un paso en falso echaría todo a perder.

Ambos bajaban los brazos lentamente hasta llegar a la altura de sus hombros. Uno de ellos se posicionó listo para disparar pero uno de los policías fue más rápido y les disparó en las piernas a ambos. Mi mente se bloqueó a la vez que sonó el disparo, la situación era inquietante. No obstante, estaba con Ethan y eso hacía que los nervios se apaciguaran.

Los hombres cayeron de rodillas y los policías actuaron de inmediato, alejaron las armas con los pies y les colocaron las esposas. Las personas, al ver que estaban fuera de peligro, empezaron a salir de sus lugares de escondite. Nosotros no nos inmutamos hasta que se llevaron a esos dos de aquí.

Me alejé de la puerta e Ethan procedió a abrirla hasta que ambos salimos. Las personas volvieron a sus actividades habituales como si nada hubiese pasado.

Con solo dirigirnos la mirada, Ethan y yo estuvimos de acuerdo en irnos de allí y buscar a Alec y Ethel. Caminamos en sentido contrario al que íbamos. Busqué con la mirada a los chicos cuando llegamos al lugar.

¿Será que llegaron lejos en tan poco tiempo?

Miré el reloj y aún faltaban diez minutos para que volvieran. Opté por sentarnos cerca de nuestro lugar de encuentro, me apoyé en mis rodillas y froté mi cara por el estrés.

Es increíble cómo las cosas pasan sin esperarlas, quería que hoy fuera un día agradable pero lo cierto es que todos somos víctimas de algún mal momento. Una ráfaga de viento nos chocó dando un ambiente fresco y el lugar estaba en silencio. Voltee a ver a mi compañero de al lado.

—¿Estás bien? —estaba cabizbajo y tenía las manos en su sudadera otra vez. La única diferencia era que ahora su cabello ligeramente despeinado estaba a la vista.

Él asintió.

¿Debería creerle?

—¿De verdad lo estás? —volví a preguntar.

Levantó su vista al frente y luego se giró a mí. Solo se quedó observándome. Me regaló una de esas miradas en las que la respuesta se encontraba en esos ojos mieles, por lo que no los apartó de los míos.

Sentí que quiso decirme tantas cosas, pero debía tener alguna razón por la que no lo hacía y siempre estaba callado. Me pregunto qué lo hizo silenciarse por tanto tiempo. El por qué llegó hasta ahí.

Él seguía mirándome y yo no pensaba dejar de hacerlo. Aprovecharía estos momentos de la mejor manera.

—Ethan, ¿por qué no hablas? —fui directa.

Él levantó los hombros dando a entender que no sabía o no tenía importancia. Pero yo creo que sí sabe y sí es importante.

Era hora de darle una ayudita.

—¿Crees que somos amigos? —pregunté. Él asintió con obviedad—. Ya lo sabía, solo quería que lo confirmaras.

Volvió a mostrar esa sonrisa de lado y volteó la mirada a otro sitio. Me deslicé en mi lugar y me acerqué un poco a él.

—Mírame —le pedí con amabilidad para empezar. Ethan dejó de mirar hacia un lado y obedeció mirando por debajo—, ¿cómo estás?

Mi intención es hacerlo hablar, una conversación simple, eso hacen los amigos.

Él buscó la forma de hacer todo lo contrario y levantó su pulgar para indicarme que estaba bien.

Esto me va a tomar tiempo.

—¿Confías en mí? —era una pregunta de la que no sabía la respuesta, no es algo que se pueda ganar de la noche a la mañana añadiendo el hecho de lo poco que nos conocemos. Pero en el fondo tengo la esperanza de una respuesta afirmativa.

Él asintió.

Sonreí aliviada. El objetivo de mi pregunta era descartar si desconfiaba de mí, sé que puede parecer ridículo pero es mejor salir de dudas. Ahora que lo sé puedo usar eso como herramienta.

—Bien, quiero que uses esa confianza para hablar conmigo, quiero escucharte. Podemos tener una simple conversación como amigos que somos, ¿te parece?

Lo pensó, sabía que no era fácil para él, pero el cambio se produce después de dar el paso. No estaba decidido y aun con todo, asintió. Mi corazón estaba feliz en estos momentos.

—Ethan, ¿cómo estás?



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En el texto hay: amor, timidez, conmovedor

Editado: 08.09.2023

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