Una vez en la dirección nos separaron. Unos profesores se quedaron a sermonear a los chicos y a Josh, a mí como siempre me llevaron a ese lugar donde todos los docentes se reúnen para hacer las "juntas": una habitación semi oscura y con una mesa gigante. Sinceramente no sé para qué necesitan tanto espacio o profesores en congregación, solo son cuatro lo que participan en ocasiones como éstas.
—¡Siéntate! —me exigió uno de ellos como si fuera general del ejército. Me contuve de hacer un reclamo por la saliva que me escupió al exclamar su petición y tomé asiento para después mirarlos con la intención de escucharlos atentamente—. Escucha, estamos cansados de seguirte por toda la escuela...
—Entonces dejen de hacerlo, no es su obligación —lo interrumpí. Ya me sé de memoria todo lo que viene a continuación.
—Tienes que empezar a tomar tus responsabilidades con más seriedad.
—¿Responsabilidades? Ustedes son los profesores, yo no tengo que hacer su trabajo.
—Mínimo podrías entrar a clases, pero ni eso. La imagen que le das a escuela no nos conviene y nos afecta.
Para dar argumentos a su reclamo, sacaron una gráfica donde se muestran los ingresos de la escuela y el número de estudiantes por año o eso creo...
—Los números han bajado desde lo sucedido y tú no nos apoyas —explicó otro docente líder—. Si mínimo pusieras un poco de empeño...
—Los estudiantes representan a una escuela por el periodo de tiempo que dure su estancia, es decir, en un 30%. Lo más importante son los tutores, si la escuela tiene la imagen que tiene, no es por mí, es por "profesores" como ustedes que ni siquiera pueden hacer una gráfica bien y tampoco saben hacer operaciones básicas.
—¿Qué dices?
—Los datos están mal cuantificados y graficados. ¿Quién la hizo? Porque me parece que no sabe sumar ni multiplicar.
Todos miraron la presentación y terminaron por confirmar mis palabras, después se miraron entre ellos en busca de una explicación. Juro que esto pasa más seguido de lo que parece y soy sincero, no sé si sentir lástima o vergüenza por ellos.
—¿En serio se atreven a reclamarme sobre mi comportamiento, falta de interés e irresponsabilidad, cuando ustedes no saben ni hacer una gráfica? Son más de cuarenta profesores en la escuela, alguno debe saber.
—¡No nos hables así, jovencito!
—Y lo peor de todo es que no saben reconocer sus errores —nadie tuvo el valor de contestarme, ya tengo suficiente de esto—. Dejen de hacerme perder mi tiempo con tonterías —me puse de pie y fui directo a la puerta.
—¡Aún no acabamos de hablar!
No le di importancia y salí por la puerta tras cerrarla detrás de mí. No pasaron ni dos segundos y un profesor me siguió sin dejar de exigir que regresara. Justo en el momento que cruzó la puerta recibió un puñetazo en el ojo por parte de Fred, lo hizo gritar de dolor.
—¡Le di en el ojo, cinco puntos para mí! —exclamó Fred emocionado, la risa de los otros hizo crecer su ego.
—¡Alex, vuelve acá! —exigió el profesor desde el suelo y con una mano cubriendo su ojo herido.
Salí del sitio sin voltear atrás, de lo contrario, me llevarían dentro de nuevo. Me duele la cabeza, menos mal todos están en clases haciendo exámenes y no hay ruido. Tal vez pueda sentarme a leer tranquilamente en algún lugar, necesito relajarme un poco.
Fui a una jardinera que se encuentra cerca de la cafetería y me senté con la intensión de calmar mis nervios. Me estresa bastante tener que lidiar con los profesores; no quiero hablar con nadie, sólo quiero descansar. Me puse la capucha de mi sudadera y saqué mi libro, esta es mi forma de olvidarme un poco de todo lo demás y mantener mi cabeza ocupada. De verdad necesito un momento un de tranquilidad.
No pasaron ni diez minutos de paz, sentí que alguien me tocó el hombro cuando. Menos mal es sólo una chica, el hecho de pensar que podía ser de nuevo un profesor me pone de mal humor. Aunque no sé qué diablos hace una chica fuera de clases, ¿será de servicio?
—¿Sí? —dije sin muchas ganas al retirar mis audífonos. No me contestó, solo se quedó quieta y me mira fijo. No estoy de humor para esto—. ¿Eres sorda? —troné los dedos frente a su cara.
—Ah, ah, no… no, lo siento. Es que…— no dijo nada más.
¿Por qué me mira directo a los ojos con esa expresión tan rara? ¿Tengo algo en la cara? Le tomó unos segundos reaccionar, pero al final se golpeó las mejillas suavemente y volvió a hablar:
—Disculpa mi ausencia...
—¿Qué quieres?
—Pues, te vi aquí sentado y como perdí mi clase decidí venir a hacerte compañía —genial, me encanta la compañía de los extraños.
—¿Y quién te dijo que quiero compañía?
—Nadie, sólo quiero socializar contigo para perder el tiempo —¿por qué ahora?
—Pues deberías perder tu tiempo sola y no hacer que los demás pierdan el suyo.
Esperaba que con eso se fuera y me dejara leer, pero en vez de eso, se sentó al lado de mí.
—Te traje esto —me ofreció un dulce.
—No lo quiero.
—¿No te gusta?
Qué terca es. La miré sin decir nada para darle a entender que no quiero hablar con nadie. No es mi intención ser grosero con ella, pero no me deja otra opción. Vi que se intimidó un poco, pero permaneció sentada. Pasó un rato en el que traté de leer y concentrarme en la lectura, pero no es muy cómodo tener a alguien a cincuenta centímetros de ti viéndote.
—¿Qué lees? —¿nunca se rinde?
—¿Eres ciega?
—¿Qué?
—En efecto, ciega y sorda. Puedes leer perfectamente el título del libro, ¿por qué me molestas con preguntas tan estúpidas?
—Intento socializar contigo.
—Y yo intento leer, pero tu molesta voz no me deja —quizás si me pongo los audífonos se da por vencida y se va.
Creí tener éxito por algunos segundos, hasta que habló de nuevo:
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Editado: 26.07.2024