Honest (editando)

Capítulo 60

Alex 



Tal y como dijo, el detective se presentó después de tres días en la mansión y afortunadamente llegó cuando yo me encontraba aquí. Nos saludó cordial y lo invitamos a pasar con el fin de abordar las posibles opciones que tenemos para dar inicio a la investigación. Nos asesoró sobre cuáles son los métodos adecuados en nuestra situación para acordar un plan de acción. 

—Bien, tratamos dos casos de asesinato: uno se desarrolló hace siete meses y el otro es reciente —resumió nuestra breve plática inicial. 
—Así es. 
—Les voy a explicar mi modo de trabajo. Lo primero es obtener información legal que nos será de utilidad en un futuro. Para esto se lleva acabo un proceso de investigación que incluye técnicas de observación, detección y vigilancia, así como entrevistas o interrogatorios con distintas personas relacionadas con el caso. Posteriormente se realiza un análisis de la información obtenida y se la comunico a ustedes o en este caso a usted, Blake, de modo que podamos tomar una decisión final. 
—Me parece bien. 
—Díganos, ¿qué necesita para iniciar? —Abigail está más que dispuesta a cooperar. 
—Háblenme con más detalle sobre lo que pasó hace siete meses. 

Tardé aproximadamente dos horas, pero logré abarcar todos los puntos que a mi parecer son los más importantes para el caso. También entró en tema la existencia de las siete familias, incluyendo el poder que representan en la actualidad. Una vez terminé esa parte, expliqué el supuesto asesinato de Ana. El hombre no ha parado de anotar cosas desde que empecé a hablar: 

—Dígame, además de la señorita Abigail, ¿hay alguna otra persona a la que pueda interrogar? 
—El policía que permite y controla el acceso al instituto donde asisto—le di el nombre completo de Roberto y la dirección de la escuela. 
—Por el momento me limitaré a tratar con personas relacionadas directamente al caso. Por lo que entiendo, este hombre llamado Roberto es su primer testigo, su testimonio nos servirá de mucho. ¿La señorita Abigail es su mano derecha por parte de la Siete familias? 
—Correcto. 
—Bien. Ahora... respecto al posible sospechoso, ¿es alguien con quién usted ha tenido una relación o contacto cercano? 
—No hay una relación amistosa entre nosotros, pero he hablado con él en varias ocasiones. 
—¿Y dicho sujeto se encuentra en ese instituto? 
—Sí, es el director, pero no es fácil encontrarlo por los pasillos. 

Por primera vez el hombre levantó la vista conmigo en señal de confusión; pensé que nunca nos miraría a los ojos. 

—¿Dijo que es el director de su instituto? —entiendo que no le haga sentido nada respecto a ese hombre. Yo pasé por la misma etapa hace mucho tiempo. 
—Es algo complicado: cuando mis padres murieron, los derechos sobre esa propiedad quedaron cincuenta y cincuenta. Una parte pasó a sus manos por ser la imagen de autoridad con el puesto más alto y la otra permanece en discusión. 
—No es correcto que haga estas preguntas, pero, ante la ausencia de los posesores oficiales, ¿por qué la propiedad no pasó a manos de un miembro perteneciente a las Siete familias? Son los más legítimos para tener los derechos de bienes.  

Esa respuesta no estaba dentro de mi conocimiento. Creí que mi ignorancia en el tema iba a retrasar todo, más no fue así. Olvidé por un momento que no soy el único con información valiosa aquí: 

—Eso es algo que yo le puedo explicar —respondió Abigail—. Hay un reglamento estricto dentro de esta sociedad; una de las pautas es que los asuntos de las Siete familias se llevan acabo de manera individual, es decir, lo que es de una familia se queda en esa familia, incluidos los problemas. Alex es miembro de la familia fundadora de esta sociedad, por lo tanto, sus padres son los únicos que pueden alterar dicho reglamento y al fallecer, las demás familias debieron quedarse de brazos cruzados, con toda la impotencia que eso acarrea. Actuar al respecto va en contra de nuestras políticas; la muerte de la cabeza de la sociedad no estaba contemplada como para ejecutar un plan B. 
—Entonces, ¿no hay cabeza? 
—Yo debería serlo, —contesté con pesadez— pero es un cargo que aun no he aceptado. 

Todo este drama de “querer ser o no” desorientó mucho al profesional. Solo me quedaba concluir que hasta resolver este problema comenzaré a tomar decisiones, sin embargo, eso dejaría en el aire varios vacíos argumentales… 

—Es algo muy complicado —sonrió Abigail limitante—. Por ahora lo que deseamos es dar por terminado este conflicto y hacer pagar al responsable. 
—Así será, señorita, el malhechor estará tras las rejas por mucho tiempo una vez se le logre acusar en forma —aseguró confiado—. Una parte de mi trabajo consiste en la observación de una persona, en este caso al posible sospechoso, con la intención de detectar algún comportamiento extraño o impropio. El hecho de que este sujeto no se deje ver con facilidad nos da más motivos para investigarlo, todo esto con su consentimiento, Blake. Después de esto recomiendo un interrogatorio directo, con el fin de usar la presión como arma de revelación. 

No sé si debía comentarlo, pero por lo poco que conozco al director, la presión no funcionará con él. Seguro que este hombre tiene bajo la manga otros modos de hacer hablar a la gente, es un detective experimentado, ¿no?  

—Por otro lado, podría vigilar su domicilio y quienes se reúnan con él, así sabremos si tiene cómplices. 
—No creo que sea necesario vigilar a su familia… —aún ronda en mi cabeza la idea de no meter a más inocentes en el caso. 
—Blake, un patrón muy recurrente que he presenciado durante todos mis años de trabajo en esta profesión, es la forma en la que se usa a la familia como cómplices poderosos. Recomiendo no dejar de lado ese aspecto, pero solo puedo ejecutar dicho plan si es con su consentimiento, así que le pido que lo piense —se puso de pie, guardó sus cosas y tomó su saco—. Es todo por ahora. Me dirijo al hospital para revisar los análisis forenses de la señora Ana. Blake... —estoy seguro de que notó mi incertidumbre— si encontramos cualquier cosa que se relacione con alguno de los dos casos, inmediatamente podemos detener al sospechoso. Le aseguro que esto acabará más pronto de lo que se imagina. 

No tuve palabras antes eso, solo pude dejar salir un seco agradecimiento. Abigail se ofreció para llevarlo a la puerta, más Alfred tomó su lugar para no hacerla pasar molestias.  

—Que tensión... —masajeó sus manos nerviosa, más porque me notó ausente y un poco molesto—. ¿En qué piensas, Alex? 
—¿Es cierto lo que dijiste? 
—¿Respecto a qué? 
—Ninguno de ustedes podía hacer nada. Venir aquí estaba prohibido para ti, ¿no es así? 
—No pienses en eso ahora… 
—Contéstame. ¿Saldrás afectada por esto? 
—La verdad es que... no nos quedamos de brazos cruzados —dijo después de suspirar—, al menos no por mucho tiempo. Conocer las reglas no nos impidió pensar en todo el asunto. Las familias hicimos una reunión especial, perder a la cabeza de la sociedad nos afectó más de lo que pensamos, no solo en el aspecto emocional, también técnico. A pesar de que los problemas son individuales, sí algo falla, todo lo hace. Fue un completo caos —se sumergió en sus recuerdos—, unos miembros estaban de acuerdo con romper con las reglas y otros se apegaban a ellas. Las discusiones no nos llevaban a ningún lado, así que la familia Lexigton y la familia Halliwell decidió usar el presente como distracción. 

Relacioné primero esa palabra con una referencia al tiempo, luego entendí que no era así. Abigail se refería a un regalo… uno que no podía pasar desapercibido. 

—El jarrón. 
—Exacto. Un presente y el pretexto de tu cumpleaños eran la cuartada perfecta para poder comunicarse. La acción no cuenta como intrusión o rebelión, fue una muestra de apoyo; con eso logramos tranquilizar a las otras cuatro familias. Fue entonces que los Lexigton decidimos tomar cartas en el asunto. El hecho de que yo te visite no va a romper los lazos de la sociedad, hasta donde sé, solo los Halliwell están enterados de mi estancia en este lugar. 
—Sí algo sale mal, la sociedad se separará y todo este infierno no habrá servido de nada —es obvio que saber todo esto añadió un temor más a mi enorme lista. 
—Alex, tranquilo —sonrió—, algo como esto no puede quebrantar una sociedad de años. 
—Pero alguien tendrá que pagar los platos rotos... 
—Mi padre fue el primero en querer ir en contra del reglamento. Cuando me comentó el plan de venir a escondidas se veía decidido, incluso habló con los otros miembros de mi familia y aclaró que si algo salía mal, él se haría responsable. No iba a mirar cómo te hundías lentamente sin poder hacer nada, los otros compartieron la misma idea, incluida yo. 
—Es increíble… ni siquiera los conozco formalmente y aún así hacen todo esto por mí. 

Sonrió con añoranza, apoyó su mano en mi hombro una vez se sentó más cerca de mí: 

—Tú eres nuestra prioridad ahora y solo eso importa. No busques más preocupaciones, todas las familias estamos de tu lado sin importar nada y somos capaces de todo por ti. Yo estoy aquí para demostrártelo. Cuando todo esto acabe —tomó mis manos—, podrás verlos en persona y quizás… decidas convertirte en uno de nosotros. 
—Sería un honor poder tomar ese puesto —aunque no sé si de verdad lo merezco. 

Volvió a sonreír satisfecha, se puso de pie, me dio un beso en la frente y se fue en busca de Alfred. 

Me aterra pensar en todo el poder que tiene la cabeza de la sociedad, ¿cómo se podría aceptar un puesto así sin más? No me creo capaz de llegarle a los talones a mi padre en dicha zona y todos confían en que puedo hacer algo así, qué agobio.  




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