Honest (editando)

Capítulo 75

Una vez limpia la zona, nos sentamos en grupo para dar inicio a la sesión que nos trajo aquí en un inicio. 

—¿Quién quiere una cerveza? —preguntó Fred y abrió la puerta del refrigerador. Recibió varias respuesta positivas, así que sacó una para todos. 
—¿En serio van a tomar ahora? —Paola no aprueba para nada esta actividad. 
—No pienso hablar de este tema sobrio— azotó la puerta del refrigerador sin querer y dejó algunas botellas de cerveza en la mesa. 
—Vamos chicas, anímense —dijo Thomas— lo necesitarán. No vas a ser bonito lo que les vamos a contar... es algo difícil de digerir. 

Aún con esa advertencia, nos decidimos por no ingerir nada que alterara nuestros organismos. Al resto le valió y tomaron sorbos como si fuera agua. 

—¿Y por dónde empezamos? —preguntó Fred—. ¿Saben quién es Alex realmente, chicas? 
—Sí claro, vamos a saberlo cuando es alguien que se la pasa viviendo en el anonimato —Paola delató nuestra ignorancia de una forma muy cruel. 
—Hay más de una razón para querer vivir dentro de dichas limitaciones —explicó Josh—, supongo que sospechan algo debido a la forma y el lugar donde vive. Alex es sucesor de dos personas muy importantes, miembros y líderes de una sociedad, la cual lleva el nombre de "Las siete familias". Son gente muy poderosa: dueños de grandes empresas y proyectos exitosos alrededor de todo el mundo: Darrell y Elizabeth Blake —¿por qué me suenan conocidos esos nombres fuera de todo este entorno?—. Ambos controlaban muchas cadenas comerciales junto con las otras seis familias; de hecho, el instituto al que asistimos es propiedad de la familia Blake. 
—¡¿Qué?!  
—Eso no es cierto... —Paola se mantiene escéptica— de serlo, Alex sería el consentido de todos, incluso de los profesores. Lo único que recibe de su parte es desprecio, eso sin mencionar los problemas que tiene, como por ejemplo que lo persiguen por no entrar a clases. 
—No lo hacen por eso —agregó Carl—, lo vigilan. 

Ninguna de las dos llegó a imaginar que dicho motivo sin fundamentos (hasta ahora) era el responsable de tantos conflictos. Si uno lo piensa con certeza podría llegar a tener sentido, pero… ¿por qué tanta fijación en un estudiante de tantos? Sí, me queda claro que Alex es importante gracias a su apellido, pero eso no lo hace merecedor de tanto odio o repudio. 

—El instituto es propiedad de su familia —insistió Josh como primera conclusión—, por lo tanto... Alex es el dueño parcial. Todo lo que contemple ese lugar es por derecho suyo. 
—Así era, hasta que el "manda más" metió sus narices—reclamó Fred sin explicarnos mucho—. Maldito viejo… 
—Se refiere al actual director —gracias Josh por la iluminación—. Es probable que no lo conozcan muy bien debido a su poco contacto con los alumnos… o presencia en general, lo que es importante que sepan, es que quien tenía ese puesto era Darrell Blake. 
—Aguarda, ¿por qué hablas en pasado cuando te refieres a ese hombre? —reaccioné después de sobrecargar mi entendimiento. 

Dar respuesta a esa cuestión fue algo muy complicado para Josh, tal vez entre tanto nervio buscó el modo de hacerlo. No dejé de verlo, hasta que Thomas llamó mi atención: 

—¿No te has preguntado por qué no ves a los padres de Alex en su casa, Sara? O en algún otro lado.  
—Siempre supuse que eran personas ocupadas. Conocer sus responsabilidades me ayuda a reforzar esa teoría, sin embargo, me pareció extraño que… no tuvieran mayor presencia en la vida de Alex desde que lo conocí. 
—Alex era su primer motivo de preocupación, —explicó Fred— no hubo día en el que lo descuidaran. Aún siendo personas ocupadas se las arreglaban para ver por él y apoyarlo en lo que necesitara, hasta ese día... 



Meses atrás 



Los chicos se encontraban en la salida del instituto dispuestos a ir al hogar y pasarla bien un rato después de tantos deberes escolares. A resumidas cuentas beberían un rato para volver amena la charla que surja. Mientras el cuarteto exclama y reclama unos pasos adelante, Alex y Josh dialogan de temas sin mucha importancia atrás. Las molestias sin mucho sentido de los chicos nacieron desde hace mucho y desde este punto les gusta salir a la luz. 

—¡Oigan, tortolos! —llamó Fred—. ¿No piensan seguirnos el paso? —el rostro de Alex mostró cansancio por volver a ser emparejado con uno de sus mejores amigos—. Quita esa cara, Alex. ¿Te apuntas a unos tragos sin compromisos? 
—Claro, por qué no —una sonrisa amable se apoderó de su rostro. 

Muy pronto el cuarteto se mostró extrañado de que no hubiera rastros de actitudes tajantes en el chico aún con todas las responsabilidades que la escuela carga durante toda la semana. Ese fue su nuevo tema de conversación: 

—No entiendo cómo llevas todo lo de la escuela sin estresarte, Alex —Fred tomó valentía para revelar su inconformidad—, es un maldito infierno. Mientras todos mostramos hastío, tú aún tienes carga para verte amable. 
—Claro que me estreso, cumplo con las mismas responsabilidades que ustedes tienen; todo es cuestión de disciplina. 
—Qué flojera la disciplina —exclamó Thomas—. Solo sé que eres increíble.  
—No es para tanto —ese modo de pensar llevó a los chicos a caminar en reversa para poder verlo mientras lo enfrentaban. 
—Eres el mejor alumno de la escuela, mantienes tu imagen de alumno promedio y con todo eso tienes tiempo para beber con nosotros, eso sin contar las tareas que tienes con tu familia —explicó Frank—. Enfrentas eso todos los días, ¿y no te crees increíble? 
—Solo es disciplina y organización… 
—¡No me importa lo que digas! Eres increíble y te callas —recalcó Fred—. Yo con tanto número me hago bolas y tu juegas con ellos como si fueran dados en juego de mesa... 
—Ya te dije que puedo ayudarte en las materias que tengas dificultades, a todos ustedes. No me molesta... 
—Ya tienes mucho que hacer como para que seas nuestro tutor. Deja que los profesores hagan su trabajo. 

Volvieron a caminar correctamente una vez aclarado el tema con Alex y dieron inicio a sus quejas en contra de los docentes, como esa que compara la lenta voz de uno con la canción de arrullo más efectiva que exista. El teléfono de Alex sonó por una llamada, no demoró en atenderla. Dio a entender que era su padre quien solicitaba un poco de su tiempo, así que los chicos junto con Josh le dieron privacidad al avanzar y dejar espacio entre ambos 

—¿Sí?... Sí, ya estoy afuera. No, no te preocupes, voy a ir a la casa de los chicos un rato. 
—¡Bebidas, bebidas, bebidas, bebidas! —susurraron emocionados con vibras de mala influencia. Alex les negó al mismo tiempo que sonreía. 
—No, te escucho —retomó la llamada—. Sí... llamaré al chofer cuando vaya a regresar. Está bien, gracias, lo mismo para ustedes —terminó el contacto y volvió con el grupo. 
—¿Todo bien, Bicolor? —preguntó Thomas. 
—Sí. Solo me marcó para ponerme al tanto de todo y… para decirme que tenga cuidado, que no beba mucho. 
—¿Va a tardar en salir aún? —preguntó Josh al llevar la vista a la escuela, aún no la había dejado tan atrás. 
—Tiene papeleo que hacer. Una vez termine va a pasar por mi madre y se irán a casa a descansar. 
—Deberías invitarnos a tu casa a tomar, Alex. Ya que tus padres confían en tu conciencia para divertirte sería emocionante compartir un momento así con ellos —sugirió Fred entusiasmado. 
—Ni siquiera ebrio consideraría eso —rio para comenzar a caminar con el resto detrás de él. No es necesario decir que la negación ofendió a los chicos—. La última vez que los invité casi inundan la casa con los extintores. Si no actúo a tiempo, todo hubiera terminado en un desastre. 
—¿Tus padres se enojaron mucho con nosotros? —preguntó Carl tímido. 
—No... no lo saben. No se enteraron. Ana y yo guardamos el secreto y ya que ella dirige al resto, pues... 

El cuarteto se mostró emotivo por la lealtad de su amigo para encubrir sus tonterías. No es la primera vez que les demuestra lo buen amigo que es… al menos los ha salvado de muchas.  

—¡Eres genial, bicolor! —exclamó Thomas con tanto afecto—. Si no fuera por ti, hubiera terminado colgado de los calzones en tu reja de barrotes. Me habrían sacado a patadas de enterarse que fui yo el responsable. 
—Hubieras dejado que lo echaran, Alex, por tocar lo que no debe —dijo Frank frustrado de no haber poder visto un buen espectáculo. 
—No hacía falta, no hay rencores. Son bienvenidos siempre que quieran ir, pero no ingerirán bebidas alcohólicas dentro. 
—Bueno, pues entonces directo a la casa —señaló Fred—. Ahí dentro todo se vale. 

Hablaron durante dos horas con bebidas en mano durante la estancia en casa de los chicos. Era una reunión más de amigos en un fin de semana. 

—Y luego el baboso me metió el pie. Díganme si no es para enojarse —reclamó Fred al terminar uno de sus relatos. 
—Fred, era un niño de cinco años, no puedes pelearte con un niño de esa edad —respondió Josh por todos. 
—¡¿Cómo que no?! Casi me rompo toda la... 
—Ya superarlo —interrumpió Thomas desinteresado. 

Todos rieron y volvieron a tomar un sorbo de sus botellas. El teléfono de Alex sonó de nuevo. Se alejó un poco del grupo con su botella en la mano y contestó como pudo; su torpeza por la cerveza quiere dominar sus sentidos. 

—¿Sí? Hola, Ana. ¿Qué... 

La sonrisa tonta que tenía en el rostro producto del alcohol fue desapareciendo poco a poco mientras escuchaba atentamente las palabras confusas que salen del teléfono. La borrachera se le bajó en segundos por contagiarse de los nervios y el miedo que transmite la voz de su segunda madre. Los chicos se percataron de la tensión e hicieron a un lado la conversación. 

—N-no te entiendo, habla más despacio, Ana —después de escuchar con claridad, dejó caer la botella que tenía en mano. El vidrio se estrelló en el suelo, igual que la poca tranquilidad de su ser.  

Los chicos no tardaron en entender que algo andaba muy mal. Su amigo se puso pálido como un enfermo, nunca lo habían visto así. Inmóvil y aún con el teléfono en su oído, muestra una expresión de shock y confusión en el rostro. Lo único que sus cuerdas vocales dejaron salir con entrecorte en su respirar fue un «¿Qué?» esperanzado de haber oído mal. 

Josh quiso saber el motivo por el que su cuerpo se congeló. Dejó el teléfono de lado y comenzó a hiperventilar; rápido fue auxiliado por sus amigos, quienes no podían dejar de cuestionarlo y tratar de brindarle calma. Ninguno tenía la intención de preocuparlo más… pero fue lo único que consiguieron. Alex no dio explicaciones a nadie, ignoró los llamados de su nombre y salió corriendo hacia la calle desesperado a más no poder. 
 




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