Honest (editando)

Capítulo 88

—De todos los lugares en donde pensé que podrías esconderte, terminaste por regresar aquí —dijo con el tono más burlón que encontró.
—Baja el arma, Christopher...
—No lo creo... si lo hago empezarías a correr y no puedo dejarte escapar. Por fin te encontré después de tanto o quizás tú me encontraste a mí. Qué buen lugar escogiste para morir, —sonrió— esto es lo único que te queda de tu familia, ¿no? —miré el lugar nostálgico con discreción—. Oh, lo olvidaba, este lugar me pertenece...
—No es tuyo, no mientras yo siga con vida.
—No te preocupes —rio—, yo me puedo encargar de eso. Cuando acabe contigo, incluso tu tan preciado y gran hogar pasará a ser parte de mis propiedades. La familia Blake desaparecerá de la faz de la tierra. Que valiente fuiste al venir solo, ¿o será que tienes miedo de que mate a alguno de tus amiguitos?
—Eres un desgraciado —mi evidente enojo lo hizo reír con fuerza.
—Vaya... ¿acaso dije algo que te molestó? Qué pena, no siento lástima por ti. “Deberías esforzarte más”, ¿no? Es algo que tú me dijiste antes…
—Baja el arma, Christopher.
—Sabes, jamás pensé que te tendría acorralado, nunca nos imaginé en esta situación, no dejas de sorprenderme, Alex—sonrió de lado al dar un paso al frente—. Debo admitir que eres alguien muy inteligente, fuiste un enemigo difícil, pero al final gané yo. Pudiste haberte librado de esto, pudiste evitar que llegáramos a tal extremo, pero no... no me vas a convertir en el malo de la historia, Alex. Te di alternativas, te di muchas opciones para que salieras ileso de todo, pero tu terquedad y estupidez no te dejó.
—Claro que no iba a aceptar ninguno de tus tratos, ¿con quién crees que hablas? No iba a rendirme tan fácilmente, no soy tan idiota como para aceptar tus "opciones". Lo único que querías era poseerlo todo, yo nunca te importé, mi familia nunca te importó. Aunque... ¿por qué habría de hacerlo? Ni siquiera te importa tu propia familia, ni siquiera tu hijo —dije con frialdad.
—¿Qué dices?
—Vamos, Christopher —sonreí—, ambos sabemos que tu hijo es parte de todo esto, no me quedó ninguna duda cuando vi su expresión ese día —cambié mi gesto de superioridad a decepción—. No quise creerlo, pero era verdad... vi la desesperación en su mirada, el cansancio. No hay palabras para describirte, eres un monstruo.
—Yo no hablaría así, recuerda que tienes una pistola apuntándote y en cualquier momento, una bala puede incrustarse entre tus ojos. Quizás necesites un pequeño aviso —sonrió. Un disparo hizo eco en el lugar.

Sara

Camino de un lado a otro, espero a que los chicos llamen para reportar algo, pero nada. Cris había descansado un poco aunque no es fácil cuando tienes a alguien viéndote fijamente, lo digo por Thomas, no le ha quitado la vista de encima en ningún momento. Ya solo le falta un bate en las manos.
—¿Dónde estará? —dije preocupada.
—No lo sé —contestó Thomas—, quizás tu amiguito lo sepa.
—Thomas...
—Antes declaró que fue cómplice de muchas cosas, Sara, no me sorprendería que supiera algo al respecto.
—Si supiera algo ya te lo hubiera dicho —contestó Cris cabizbajo—, pero no tengo idea de nada.
—Quizás deba golpearte más para que te llegue una idea —tronó sus puños.
—¡Thomas, basta! Eso no sirve de nada —me miró disgustado y cruzó los brazos lleno de frustración—. Confía en mí cuando te digo que Cris no mala persona.
—Escuchaste lo que dijo, ¿no?
—Sí, me lo dijo todo antes de venir aquí, pero usar la violencia contra él no va a ayudar en nada. ¡No sirve en ningún caso! Su padre es el responsable principal, ¡tuvo que escapar de casa para hablar con libertad!
—A mi no me convence su buena cara, igual puede ser una trampa.
—Pero...
—Creo en lo que veo y lo que vi fue que él declaró ser cómplice. Me gustaría creerte, Sara, en serio, pero no podemos confiar en él, no después de lo que hizo —se puso de pie y se fue a la cocina.
Estoy enojada, ¡no pueden tratar a Cris así! Él notó mi disgusto y trató de remediarlo, pero no lo deje ni empezar a hablar:
—¡No, no te mereces esto, tú no hiciste nada!
Al ver que no consiguió nada, volvió a agachar la mirada y evitó la mía. Abrí la puerta principal y salí a la calle, necesito aire. Siento mucha impotencia, estoy nerviosa, mi estómago se revuelve cada vez que analizo el presente, quiero vomitar de la presión.
—Tranquila —suspiré con una arcada a nada de salir—, todo saldrá bien.
Mi teléfono sonó, lo saqué rápido, ojalá sean los chicos. Estuve apunto de contestar hasta que ver el número me hizo pensarlo un momento.

Alex

Apreté mis dientes en una expresión de dolor. La bala alcanzó a rozarme el costado, provocó que un hilo de sangre cayera lento por mi brazo, hasta mi mano y termina en gotas sobre el suelo. Apliqué presión encima de la herida con la intención de detener el flujo de sangre.
—La reacción fue mejor con tus padres —dijo Christopher decepcionado. Enojado y mientras respiro agitado, lo maldigo con la mirada—. No sabes lo que pasó en realidad, ¿verdad? Antes de que te mate te daré el beneficio de hablarte sobre eso, no creo que quieras morir con la duda —sonrió al relajar un poco su mano dominante. Solté un pequeño quejido, la sangre no deja de salir y la herida duele horrores—. Provoqué el accidente, sí, eso no fue tan difícil, me aproximé hasta ese auto destruido y para mi sorpresa, Darrell seguía vivo. Elizabeth estaba inconsciente o quizás muerta, no se movía, podría ser cualquiera de las dos. Nunca voy a olvidar la cara tan patética de ese hombre aquel día, el miedo y la esperanza estaban mezclados en su rostro, pero desaparecieron cuando vio la pistola en su frente —rio—. Fue tan rápido,: tu madre no se movía, pero quería asegurarme de que no saliera con vida, así que "pum"—formó una pistola con su mano.
—Eres un... —apreté los ojos. Respiré e intenté lidiar con el ardor.
—Puedo concederte el deseo de morir igual. Sería del mismo modo en el que mandé a asesinar a tu nana.
Estoy más que furioso por todo lo que escucho, pero la herida en mi brazo me impide reaccionar como quiero. Igual y es lo mejor, me siento capaz de todo ahora.
—Vamos, quiero ver que intentes hacer algo, Alex, quiero ver tu cara de desesperación y terror —deja ver su sonrisa macabra—. Acabarás como tu padre y los otros.
En un movimiento rápido hice que cerrara la boca, me miró con suma sorpresa sin saber cómo reaccionar. A pesar de todo, mi respiración no puede tranquilizarse.
—¿De dónde...? —cuestionó con la voz entrecortada. En mi mano tengo una pistola, aquella que encontré en la caja cubierta con ese terciopelo del fondo. La mantengo apuntando a su cabeza.
—Eres un desgraciado... —dije con esfuerzo, pude controlar el dolor— lo que hiciste no tiene nombre. Asesinaste a mi segunda madre, asesinaste a Roberto, ambos eran inocentes. Asesinaste a mis padres... —recuperé el aliento— y le arrebataste la vida a mi hermana.




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