—Yo no asesiné a nadie.
—No directamente...
—¿Qué?
—Eres culpable, Alex, de no ser por ti y de tu existencia, nadie habría muerto.
Mis pensamientos de inseguridad e incertidumbre destruyeron una parte de mi firmeza con un maldito lanzallamas. ¿Por qué la culpa vuelve a mi ahora?
—Eres responsable por las muertes de tus seres queridos.
—No.
—Por tu culpa están muertos.
—No es cierto. —Pequeñas imágenes de mis pesadillas pasan frente a mis ojos en pequeños destellos, como una película que no puedo dejar de ver. Mi cabeza comenzó a doler. El dolor salió por mi rostro. Ana, Roberto, mis padres.
Terminé por llevar una mano a la cabeza. La herida de mi brazo no ha mejorado en nada, no sé cuánta sangre he perdido, pero empiezo a sentirme débil de manera repentina. El remolino de mis pesadillas volvió con gritos desesperados y súplicas a mi alrededor; escucho mi nombre por todos lados en susurros y exclamaciones de agonía.
—La culpa te come vivo, ¿no es así? —No le presté atención, tengo la mirada fija en el suelo. Estoy aterrado por la culpa. No puedo reaccionar. Christopher sonrió macabro ante mi estado.
Quizás él tiene razón. De no ser por mí... todos seguirían con vida, todo seguiría bien. Mis ojos se volvieron cristalinos y pronto dejé caer lágrimas. Nadie habría muerto y si eso no fuera cierto, ¿por qué me siento tan culpable?
Tras meditarlo en silencio, solté el arma y dejé que mis brazos cayeran a los costados. Me siento vacío, sin emociones.
—Parece que te hice ver tu realidad... pero no te preocupes, acabaré lo que comenzaste.
No tuve tiempo ni de levantar la mirada. Una bala entró en mi pecho. El impacto me hizo retroceder un poco, el calor me quema. Lo primero que siento además de dolor es cómo la sangre sale como si de agua se tratase, agua caliente corre como un río por mi abdomen. Quiero correr o al menos caminar, pero mi cuerpo no responde. Sujeté la herida, pero al ver que la sangre no se detiene entro en un estado de pánico silencioso. Caí hacia atrás, sobre mi espalda, ahora solo veo el cielo nocturno.
Logré escuchar un disparo más, no volteé la mirada (no tengo fuerzas), pero lo poco que escucho me da a entender que hay patrullas cerca. Por un momento me sumergí en un vacío donde solo soy capaz de escuchar mis pensamientos y el latir de mi corazón. Recordé a los que amo y a los que aprecio, ¿en verdad me esforcé lo suficiente?
Los momentos más felices de mi infancia vienen a mí: veo a mis padres y a Ana conmigo. A los chicos, a Josh, a Sara… más lágrimas insensibles se deslizaron hasta llegar al pavimento. La luna ilumina mis ojos aterrorizados, puedo sentir el charco de sangre a mi alrededor que cada vez se extiende más. Mis párpados se sienten pesados y lo último que vi antes de cerrarlos fue la luna, que cada vez se hizo más brillante hasta que me cegó por completo.
Sara
Llegué corriendo agitada, los chicos habían logrado alcanzarme, incluso Cris. Todos miramos con terror la escena.
—¡Alex! —Corrí y evadí a los policías, me tiré frente a él, mis rodillas se llenaron de sangre al igual que mis manos. Su cabeza está de lado y sus mechones de cabello cubren sus ojos cerrados—. ¡No, no, no! —imploré con ojos cristalinos—. ¡Alex, respóndeme! ¡Despierta, por favor!
Me apoyé encima de él, no me importó la sangre, no me importa nada, solo quiero que despierte y me hable. Recargué mi cabeza en su pecho aún con lágrimas en mis ojos y fue cuando lo noté, su corazón aún palpita y sus pulmones cumplen con su función.
—¡Aún respira! —Los chicos se acercaron de inmediato con esperanza. Josh se agachó y revisó su pulso.
—¡Alex, no te vayas! —pidió en un ruego.
—¡Una ambulancia, rápido!
Los policías insistieron con la ayuda a través de sus radios. Gracias a eso los paramédicos llegaron pronto. Tras su debido protocolo subieron y se fueron directo al hospital.
Alex
¿Dónde estoy? ¿En un cuarto lúgubre? Hay una ventana a mi lado por la cual entra una tenue luz y estoy sumergido en una tina cubierta de agua. Respiro lento, trato de salir, pero entonces algo me sostuvo de la cara con la intención de llevarme bajo el agua. No pude mantenerme afuera mucho tiempo y terminó por jalarme al fondo.
Ya no es solo una tina, ahora parezco estar lo profundo de un cenote vacío, con un rayo de luz que golpea mi rostro a través del agua. Por alguna extraña razón no siento la necesidad de respirar, no siento absolutamente nada. Solo percibo que mis oídos están tapados. Veo los destellos de luz fuera del agua y poco a poco los pierdo con forme me hundo en las profundidades. No hice ningún esfuerzo por moverme o intentar salir a la superficie, dejé que el peso o lo que sea que me estuviera llevando al fondo lo hiciera; la oscuridad me tragó en pocos segundos. Cerré los ojos y llegó un momento donde sentí que toqué fondo.
Al abrirlos noté que todo cambió a ser de color blanco. Ya no hay agua. Me incorporé para empezar a caminar. No veo ningún horizonte o algo que me indique que avanzo. Lo que es cierto es que el lugar me da tranquilidad, no hay ruido, no hay gritos, no puedo pensar en otra cosa que no sea ese lugar vacío.
Intento recordar qué ha pasado. Me dispararon y perdí la conciencia, pero en mi pecho no hay nada. No siento dolor en absoluto.
Los lugares blancos comenzaron a llenarse con escenas de mi vida, todos esos recuerdos que atesoraba en mi memoria con cariño pasan frente a mis ojos uno tras otro. ¿Este lugar es la nada? ¿Un limbo? ¿Estoy muerto? Después de ver varias imágenes, sentí inofensivos choques eléctricos en mi pecho; mi alma vaga en dos mundos. Veo el interior de una ambulancia y vuelvo al lugar blanco en un destello. Siento una máscara de oxígeno en mi rostro y vuelvo al vacío. No estoy muerto, acaso... ¿intento despertar?
A pesar de todo siento una extraña tranquilidad, no hay rastros de angustia o preocupación. Mi corazón aún late y puedo respirar, la calidez del lugar es agradable. Caminé hasta que logré ver en la distancia unas siluetas humanas. No son sombras, ni demonios como los que vi en pesadillas, ¡son mis padres con mi hermana en brazos! ¿Acaso es una ilusión?
Quiero acercarme, pero algo en mi espalda me hace retroceder. Intento avanzar, hasta que me quedo estancado y sin remedio.
—Hijo —llamó mi madre. Volteé a verlos y ambos se quedaron en silencio. Lo único que viene a mi mente es la escena de su muerte, el día que los perdí para siempre.
—Madre, yo… —Escuchar su voz después de mucho despertó sensibles emociones en mí, lágrimas empezaron a brotar de mis ojos, entonces volví a sentir el dolor en mi pecho. — lo siento... no pude salvarlos. —Me hinqué en el suelo y me abracé con fuerza—. Llegué muy tarde, demasiado tarde...
Mi mente vagó hasta el día del accidente, sufro el dolor de ese momento, con la misma intensidad y la misma impotencia. El miedo quiere hacer de las suyas de nuevo.
—Lo siento tanto…
—Ponte de pie, Alex —ordenó mi padre. Levanté la vista, ahora ambos están frente a mi—. ¿Qué haces? ¿Acaso te das por vencido?
Agaché la mirada triste sin saber qué contestar. Mis ojos se nublan y no dejo de gimotear, he vuelto a ser un niño indefenso.
—Tú no nos debes nada, nosotros fuimos los que te fallamos.
—No...
—Mi niño hermoso —llamó mi madre. Vuelvo verlos con el poco coraje que me queda—, cuánto has crecido —sonrió perfecta.
—Madre...
—Eres nuestro orgullo, siempre lo has sido.
Ambos se acercaron y me ayudaron a levantarme, fue como si el roce de sus manos hubiera destrozado las enormes cadenas invisibles que me mantenían en el suelo. Me miraron por leves segundos una vez que ya estaba de pie y me abrazaron con fuerza. Este calor que creí nunca volver a sentir, esta sensación de seguridad... Es verdad, soy un niño pequeño que busca refugio en los brazos de sus padres, dicho calor es reconfortante. Mi hermana, quién está en brazos de mi madre rio simpática y estiró sus manos para tocar mi rostro. Dejé salir una pequeña risa con más lágrimas al verla, es como si todo volviera a ser igual antes… como debía ser.
Sin aviso volví a sentir un dolor que me hizo llevar una mano al pecho, es más fuerte que antes. La imagen del interior de la ambulancia se presentó de nuevo, ¿acaso quieren recuperarme?
—Hijo mío —llamó mi padre—, es momento de que tomes una decisión.
—¿De qué hablas?
—Solo sigue a tu corazón, tesoro. —Mi madre apoyó su mano en mi mejilla. La tomé de inmediato, su calor calmó mi miedo y mi ansiedad.
—Toma tu decisión —indicó mi padre—, nosotros siempre estaremos contigo.
Los tres se desvanecieron en el aire que empezó a soplar y se convirtieron en pétalos de rosas blancas. “Toma tu decisión” dijo el eco de su voz. Dos especies de portales se abrieron cerca de mí, en uno puedo ver mi cuerpo en la ambulancia y en el otro veo a los que amaba. Acabo de caer en cuenta de que por primera vez tengo algo que nadie me había dado antes, opciones. Por fin lo he entendido, no estoy muerto, pero estoy atrapado entre dos mundos; mi alma y energía es la que vaga en la nada. No estoy asustado, solo miro el otro lado de cada uno de los portales e intento tomar una decisión.
Puedo regresar, seguir con mi lucha, buscar mis objetivos, lograrlos y crear más momentos felices junto a los que aprecio. Hay muchas cosas que tengo que sentir, que experimentar, que vivir. O podría ir al otro lado. Permanecer junto a las personas que amo, volver a ver a aquellas que murieron y conseguir la paz que tanto necesito. Estoy con conflicto conmigo mismo, no puedo tomar una decisión. Quiero seguir luchando, pero también quiero conseguir la paz absoluta. Puedo sentir que el portal donde están los que amo me llama con anhelo.
Todo mundo tiene la opción de dejar de luchar, de dejar de pelear, la opción de rendirse, ¿por qué yo no? Sé que es egoísta de mi parte, lo sé perfectamente... pero me siento muy cansado de todo. Tanto dolor y tanto sufrimiento me come vivo. Tomar esa decisión implicaría dejar atrás a aquellos que siempre estuvieron conmigo, aquellos que nunca me dejaron solo, aquellos que me dieron tanta felicidad y esperanza en los momentos más horribles. Me odio por esto.
Miro ambos portales una y otra vez, no puedo calmar mis gritos internos, ¿cuál es el camino que debo tomar? Cierro los ojos y lo medito con calma.
Siempre busqué la felicidad de otros y nunca busqué la mía. ¿Por qué? Lo puedo sentir en este preciso momento, mi alma lo pide a gritos, lo hizo desde hace mucho tiempo... y lo único que hice fue callarla con más sufrimiento. Hice lo que pude, pero no puedo romper límites que claramente no logro alcanzar. Por primera vez en mi vida voy a hacer algo por mí. No hay nadie que me juzgue ahora, esta es mi vida y yo soy el único que puede decidir qué hacer con ella.
Ambos portales desaparecieron y todo volvió a ser blanco en su totalidad.
Cuando era pequeño siempre me leían historias con finales felices y siempre me pregunté si mi vida iba a ser como en esos cuentos, pero creo que nunca podré responder esa pregunta. El viento comenzó a soplar de nuevo. Sonreí y una lágrima cayó por mi mejilla.
—Lo siento, chicos, pero no puedo hacer más... —Di un último vistazo a la imagen donde nos veía a todos juntos—. espero que algún día puedan perdonarme. Gracias por todo.
Alex dio un último respiro y su cuerpo empezó a convertirse en pétalos de flores blancas. Miró hacia arriba, sus ojos brillaron y dejaron caer unas últimas lágrimas antes de convertirse en más pétalos. Poco a poco volaron con el viento y todo se volvió blanco nuevamente.
Un mes después
Sara
Estoy acostada en la cama, con lágrimas secas en mis mejillas, aún tengo los ojos rojos. El cielo es gris y parece que el tiempo no avanza. No puedo aceptarlo, no quiero hacerlo, pero sí, Alex ha muerto.
El día del funeral fue el último en el que salí de casa. No tengo ganas de hacer nada: dejé de comer y de asistir al colegio. Me paso los días tirada en este colchón, lloro una y otra vez hasta que mi cara me duele y en por las noches a duras penas puedo dormir. Estoy exhausta.
No puedo aceptar esta realidad, yo aún siento a Alex aquí. Todo se vino abajo en tan solo segundos después de lo acontecido. No he vuelto a ver a los chicos ni a Josh tras pasar el funeral. Paola viene todos los días e intenta ayudarme a superar esto, pero no es suficiente para mí. Aún así, gracias a su presencia sé lo que ha pasado afuera y como era de esperarse, todo es un maldito infierno. Ella tampoco sabe de Josh, su familia no permite que alguien perturbe su poca estabilidad; perder a su mejor amigo lo llevó a un abismo emocional. Los chicos no salen de su casa; puedes tocar todo el día su puerta, pero no lograrías nada. Solo escucharías botellas rompiéndose y gritos desesperados, llenos de enojo y tristeza. Cris fue llevado a la cárcel y lo condenaron a pasar ahí el resto de su vida para pagar los crímenes de su padre, porque él está muerto. El día que le disparó a Alex los policías le dispararon a él. Abigail se encargó de arreglar todos los papeles y los problemas legales. En la mochila de Alex encontraron evidencias y gracias a eso, las familias de la sociedad lograron recuperar el poder que tenía la familia Blake. Después de todo eso, ella regresó con su familia y no volvimos a saber de ella. La casa de Alex permaneció cerrada para todos, decidieron dejarla ahí en memoria de la familia Blake.
Recuerdo que al terminar el entierro pasé por ahí, los recuerdos me llevaron a derrumbarme ahí mismo. Trato de salir adelante, con todas mi fuerzas, pero... ¿para qué? No tengo ninguna motivación para hacerlo. Veo a mis padres preocupados por mí y a mi hermana asustada por mi apariencia y aún así no puedo salir de mi tormento. Insisto, no tengo ganas de nada.
Hay días en los que simplemente soy un cuerpo sin alma y sin emociones. Perder a Alex fue... mi fin del mundo. Si hubiera llegado antes, él seguiría vivo; me culpo por no haber corrido más rápido esa noche. No quiero aceptar que se ha ido.
Junté todas las fuerzas que pude y salí de casa; no le dije a nadie mi destino. Llegué al panteón y fui directamente a donde Alex descansa. Mis ojos leen su nombre en la lápida una y otra vez, las flores blancas que hay sobre de la tierra son frescas.
—Él odiaba las flores... —mis ojos se volvieron cristalinos. Recogí el ramo y lo abracé—. ¿Por qué te fuiste? —pregunté entre lágrimas—. ¿Por qué nos dejaste?
El viento empezó a soplar y sin razón aparente, los pétalos de una flor se desprendieron de su centro. Limpié mis lágrimas y los recogí sin una idea en mente.
—Te has ido... y no puedo hacer nada para cambiar eso —limpié mis ojos y miré el cielo, parece que quiere llover—. Ahora puedo entender el infierno por el que tuviste que pasar todo este tiempo, toda la impotencia. Me doy cuenta de que eras mucho más fuerte y valiente de lo que llegué a pensar.
El viento sopló de nuevo, pero ahora con más fuerza. Ver los pétalos libres de su origen me hizo pensar en la libertad.
—Quizás esto era lo que querías después de todo, estar con los que amas. —La tumba de Alex está al lado de las de sus padres y la de Ana—. Soy una egoísta por ver como un sufrimiento tu felicidad. Fuiste alguien maravilloso —tuve que volver a aclara mi vista, no encuentro equilibrio emocional por más lagrimas que derrame—. Desde el fondo de mi corazón, donde sea que estés, espero que por fin hallas encontrado la paz. Te la mereces más que nadie, eso y muchas cosas buenas más.
Levanté los pétalos en mis manos y dejé que el aire se los llevara. Verlos irse con el viento me hizo sentir extrañamente bien, liberada. No salieron más lágrimas de mis ojos, fue como si me aplicaran anestesia. ¿Acaso esto me quiere decir algo? El viento volvió a soplar y eso me llenó de energía. Mi piel se coloreó de nuevo para volver a su tono natural. No estoy soñando, ¿cierto?
Volví a mirar la tumba, leí el nombre de Alex y una paz increíble llegó a mi ser. ¿Qué es esto? No entiendo nada, pero creo que se trata un mensaje. Ya veo, esto no es un adiós, si no un hasta luego.
Acomodé las flores en la tumba de la mejor manera, me puse de pie y sonreí por recordar los buenos momentos.
—Nos vemos, Alex. Yacerás en la memoria de todos nosotros.
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Editado: 26.07.2024