Extendí ambas manos hacia el libro con la intención de sujetarlo, pero fui detenido a unos centímetros de él.
No había nadie sujetándome, era como una barrera invisible que me impedía tocarlo por mucho que lo intentara.
Seguí intentándolo, pero no hubo resultados. Entre más fuerza usaba para alcanzarlo, mayor era la fuerza que me alejaba de él.
—No entiendo lo que sucede —dije, alejando mis manos del libro.
—Aún no lo mereces…
—¡¿Quién dijo eso?! —pregunté, mirando alrededor.
"La voz que me habla normalmente es de una mujer, pero esta vez es un hombre el que me habló. ¿Me estaré volviendo loco?"
—¡¿Qué significa que "aún" no lo merezco?! —pregunté a la nada.
No recibí respuesta a mi pregunta. Retrocedí unos pasos, coloqué las manos tras mi cabeza, y alcé la mirada hacia el agujero en el techo que daba al exterior.
—No sé cómo llegué aquí, pero tampoco sé cómo haré para salir. Quizás consiga ir al exterior por ese hoyo.
Regresé la mirada al suelo, buscando alguna forma de subir, pero no lograba encontrar nada útil por mucho que buscara.
*pasos*
Escuché a alguien caminar a mis espaldas, pero no me giré para confrontarlo. Al menos por ahora.
*pasos*
Los pasos de aquella persona se escuchaban cada vez más cerca, decidí encararlo, pero fui empujado por la espalda, cayendo hacia el suelo.
Apenas a unos centímetros de caer, volteé la cabeza dirigiendo mi vista hacia atrás, y entonces lo vi.
"Esto tiene que ser una broma…"
—¡¿Papá?!
Luego de eso, todo quedó en completa oscuridad.
—¡Aah! —grité, abriendo los ojos por el sobresalto.
Estaba nuevamente sobre mi cama, en la misma habitación de madera.
"¿Un sueño? No, no puede ser solo un sueño, se sintió tan real… ¿y que hacía mi papá en ese lugar…? ¿Qué significaba ese libro…? 'Hope Dragon', tengo que averiguar lo que significa."
Me puse de pie sin dificultad, me coloqué mis botas cafés que me regaló el alcalde, caminé hacia la puerta de la habitación y la abrí, dejando mi presencia expuesta ante todos los demás.
Los brillantes rayos del sol me cegaron por un instante, y en cuanto se aclaró mi vista, pude ver a todas las personas de Silon.
—¡Señor Michael! ¡Finalmente ha despertado! ¡Que gusto verlo recuperado!—gritaban los habitantes de Silon mientras corrían hacia mí.
Terminaron rodeándome mientras hablaban todos a la vez, haciendo imposible el poder entender lo que decían tan eufóricos.
Unos minutos después, finalmente me dejaron libre, y aproveché para dar un pequeño paseo por Silon.
Gran parte del pueblo ya había sido restaurado, y de hecho, algunas de las tiendas y casas se veían más grandes que antes.
"Supongo que aprovecharon la situación para una remodelación."
—¡Michael, por aquí! —llamó Lilia a lo lejos.
—¿Lilia? Que bueno ver que estás bien —la saludé con una sonrisa.
Corrí hacia ella, y al ir acercándome, pude notar que la panadería también se había hecho más grande que antes, esta vez tenía un segundo piso, y además, se veía más ancha de lo que era en el pasado.
"¿Nos volverán a dar pan gratis? No, eso será para después."
—Me alegra saber que estás a salvo.
—Sí, gracias por ir a rescatarnos a tu amiga y a mí de los bandidos. En serio lo agradezco —dijo Lilia, agachando la cabeza en señal de agradecimiento.
—No es necesario que me agradezcas, además, yo no fui el único que ayudó a salvarlas. Mi amigo Érick también estuvo ahí enfrentando a esos bandidos, él merece tanto el crédito como yo.
—Sí, tienes razón, dale las gracias de mi parte —Lilia me volvió a agradecer cuando recordó algo—. Mi padre también les da las gracias, pero… su orgullo le impide hacerlo directamente, así que…
—Sí, lo entiendo, ya me esperaba algo como eso, jajajaja…
………
……
…
Conversamos por unos minutos más, y al final su padre, el panadero, la llamó y nos despedimos, continuando así mi recorrido por "el nuevo Silon".
Durante mi caminata pude apreciar algunas tiendas nuevas, en su mayoría vendían curiosidades y recuerdos de Silon.
Me acerqué a echar un vistazo a una de las múltiples tiendas nuevas, pero fui sorprendido por el dueño del local.
—¡Buenos días, joven Michael! Es un gusto verlo por aquí —dijo el vendedor, mientras me saludaba con un apretón de manos.
Aquel hombre era de estatura mediana, calvo y con un pequeño bigote. Traía un extravagante traje lila, camisa blanca y un pequeño moño de color rojo alrededor de su cuello.
El solo verlo me recordó al personaje de un juego de mesa, que se llamaba… ¿Oligopoly? Ya ni siquiera soy capaz de recordar, pero sé que es un juego popular sobre compra de propiedades y demás.
—También es un gusto conocerlo, ¿señor…?
—¡Oh!, que descortés de mi parte, todavía no me he presentado. Mi nombre es Valentín Torino, pero puede decirme "Don Víctor" para abreviar.
Dejé a mis ojos pasear por toda la tienda, y fui capaz de observar, desde coloridos accesorios para las mujeres, hasta cerámica aparentemente fina, para la decoración del hogar.
La mercancía era muy variada, y a la vez, muy atractiva para los ojos. Incluso yo tuve ganas de comprar algo en cuanto lo vi.
—Oiga, Don Víctor, ¿por qué abrieron tantas tiendas de recuerdos de un día para otro? —pregunté, mientras observaba una tasa de arcilla.
—¿No lo sabía, joven Michael? Desde que la noticia de "La derrota de La banda del Halcón" se extendió entre los pueblos, las personas empezaron a sentir mayor confianza para venir a Silon, que en un pasado, era un lugar turístico al que todos querían ir. Ahora, es como si su antigua esencia estuviera resurgiendo una vez más, es bellísimo.
—¡Wao! Eso no lo sabía. Parece que Silon era un pueblo con secretos —dije, sin apartar mi vista de los artículos de la tienda.
—Todos los pueblos tienen secretos, joven Michael, hasta los más pequeños —comentó Don Víctor, mientras ordenaba las últimas cajas de su tienda.
Procedí a retirarme y así, continuar con mi "Tour" por Silon.
"¿Adónde debería ir ahora?"
*murmullo* *murmullo*
—¿Qué estará pasando allí? —pregunté para mi mismo, viendo hacia el frente.
Por alguna razón, se habían reunido un grupo de personas viendo algo en el centro, quizás se trataba de algún "artista callejero" como los de mi antiguo hogar.
—Supongo que aquí también hay de esos —afirmé con una pequeña risa—. Bueno, el talento está en todos lados después de todo.
Caminé hacia ellos, y cuando logré visualizar el centro de atención de aquel grupo de personas, me llevé una ligera sorpresa.
No se trataba de algún artista callejero, en realidad era un hombre sentado sobre un banquillo junto a unos niños. Al principio, pensé que estaba enseñándoles algo a los pequeños, pero aquél hombre comenzó a calentar la garganta.
"¿Acaso planea cantar?"
*aplausos* *aplausos*
Todos lucían felices y comenzaron a aplaudir al unísono, como si ya lo hubieran hecho antes.
—¿Qué va a hacer ese hombre? —pregunté a una persona de entre el público.
—Una vez al año, ese hombre se dispone a entonar una canción sobre unos héroes legendarios, seis para ser exactos —respondió, contándome la historia—. Se dice, que aquellos héroes lograron vencer a un demonio que se creía invencible, y aterrorizaba al mundo entero, nadie sabe si la historia es real o no, pero a los niños les gusta oírla.
—¿Y de cuándo es esa historia? —pregunté.
—Su leyenda se remonta a unos tres mil años atrás.
—Vaya… Qué leyenda más antigua.
"En mi mundo también había incontables leyendas, y al igual que estas, yo tampoco podría garantizar su veracidad, además, si fue hace tres mil años, dudo que queden testigos del hecho que lo prueben."
Y entonces, empezó la canción:
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Editado: 26.07.2024