Horizonte

Travesía

He pasado mucho tiempo desde aquella primera mirada, casi dos años, casi una eternidad para dos jóvenes almas anhelando se una sola.

   "5 de Agosto- Frío tenue, mar en calma.

   Un mes ha pasado desde tu respuesta, aún tiemblo de miedo y alegría al leerla. Sé que es real... la guardo en mi bolsillo cerca de mi corazón... me hace sentir tu cálida mirada.

   Hoy lo he decidido... mi alma me obliga a cumplir aquel sueño, aquella ilusión, mi destino... el de los dos... nada impedirá nuestro encuentro... nadie será capaz de torturar nuestra cita real y cercana..."

   Mirando al horizonte, decidido, lanzando su firmeza para ella, que prepare su alma... sus brazos, su mirada... sabe qué hacer, lo ha visto en sueños.

   "5 de Agosto- El Frío dejó de importar desde que te veo diariamente.

   Hoy eres diferente, ese joven distante y temeroso hoy es un hombre decidido que hasta a mí me hace decidirme a recibirte como lo merece tu corazón... aquí estoy... aquí te espero... ya no desespero, sé que lo conseguirás... aquí te espero..."

   Hasta ella llegó tal decisión, tal ímpetu, tal perfeccionamiento del deseo más puro y sincero que surgió de una simple y desesperada mirada.

   Montado en su nube de deseo comenzó a construir aquel lugar que lo llevaría hasta ella. Así, siendo recolector de madera, ocupo el tiempo fuera de ella para cumplir su promesa interna.

   Una balsa casi de mala muerte, ese era su destino, no podía hacer más pero llevó su tiempo.

   Otro quince de marzo llegó, una fecha tan especial para ellos que sólo se sentaban a contemplarse en horizontes, todo el día hasta el ocaso y toda la noche hasta el alba.

   "16 de Marzo- una madrugada esplendorosa, juntos

   He de partir, debo preparar tu llegada... hoy partirás hacia mí, aún siento esa decisión en tu mirada... te estaré esperando, seré lo primero que veas al llegar, verás que esto que siento es amor... verdadero..."

   "16 de Marzo- Tu mirada cambia el frío de la madrugada por un cálido beso de alba.

   He de partir debo preparar mi viaje, naufragar decididamente hacia ti, sólo a ti te veré, caeré rendido a tus brazos, tu boca será mi descanso, tus ojos el faro que guíe mi corazón a través de este mar de búsqueda implacable... espérame, he de llegar a ti..., no habrá Dios, fuerza divina... ni siquiera la muerte evitara que llegue a ti... es amor, estoy seguro... lo sé... amor..."

   Y así emprendió su viaje un día diecisiete de marzo, era madrugada, llevaba consigo lo que creyó necesario para su travesía. Esa tarde, pudo contemplar algo maravilloso, el ocaso era cada vez más grande, un inmenso redondel naranja era absorbido por aquella línea que separaba el cielo y el mar, parecía navegar en un óleo perfectamente representado por la realidad.

   Su asombro crecía al ver cómo el mar engullía al sol en aquel espectáculo del cual era único espectador. Así llegó su primera noche de travesía, el frío del aire marítimo resoplaba hasta sus huesos, pero resistía felizmente lo que creía una tortura. La madrugada llegaba y el frío se volvía carne sobre él, pero sólo pensaba en cruzar el mar, llegar a ella.

   Ella preparó su alcoba para recibirlo y que llegue a descansar de su viaje para que al despertar pudieran cumplir sus sueños. Camino hasta la playa a contemplar su viaje. Siempre lo encontraba al lanzar su primera mirada al mar, lo guiaba hacia ella, sabía que cada vez estaba más cerca. Al caer la noche ella decidió llevar lo necesario a la playa para acompañarlo sin descanso hasta su llegada. Fue así que tomó refugio en un viejo y casi destrozado mirador cerca de su lugar habitual.

   Quinto día, cada vez se sentían más cerca uno del otro, cada vez más calor hallaba el joven cada noche al mirar hacia el horizonte, tan solo quiere llegar, conocer a quien lo motivo a ser feliz.

   Al llegar el séptimo día, casi sin recursos que le ayuden a subsistir en su sutil naufragio, diviso a lo lejos la costa, fue tanta emoción y sorpresa, que olvido todo mal que le traía día y noche de negación. A los diez días de su partida de madrugada la costa parecía estar tan solo a unos minutos de nada, pero debía ser paciente, aun no a cavaba su viaje. Al acercarse podía entender dicho paisaje, distinguía, entre la moribunda oscuridad que quede al terminar la noche, un mirador, por un segundo creyó haber vuelto, pero al seguir llegando descubrió que aquel era distinto, parecía verse añejado, descuidado. Entonces vio alguien mirando al mar desde allí, tenía esa calidez familiar que lo había guiado hacia allá.

   "Sólo un par de olas más... estoy tan cerca de mis sueños que temo se conviertan en pesadillas... o peor aún... el despertar..."

   Y así, con tanto miedo, tanta decisión y desvelo de sueños, consigue por fin su balsa besar esa arena que tanto soñó. Al llegar, da sus primeros pasos en esa playa a, que creyó inalcanzable, parecían pesarle, pero se alivianaron al sentir real que sus pasos eran suyos. Aún no se atrevía a apartar su vista desde la tan real arena en sus pies, cuando oyó algo a lo lejos, elevo su mirada, buscando el sonido, divisó aquel viejo mirador, y entre débiles rayos de sol aparecieron en la madrugada, vio una joven que lo llamaba, que se acercaba hacia él, que lo invitaba a un encuentro, y el cedió darle su cansancio, sus ojos inundados de lágrimas antes de su llegada, su corazón palpitante lleno de euforia lo obliga a aguantar y , aguantar, y sigue aguantando. Al llegar, rebosante sonrisa se dibuja en su rostro y cae de lado en la arena, ella se acerca y le habla, pero no puede oírla, piensa que se desmayo es inminente, entonces con fuerza revivida desde su interior, se sienta y la mirada no tiene rostro, no habla, sólo le entrega un retazo de papel empapado en sangre, lo abre, lo lee, una y otra vez, no entiende, no quiere caer, lucha y lucha, su tembloroso cuerpo se desploma.




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