Hubiera sido yo

Capítulo # 31

CAPÍTULO #31

Dariana

Corre…

Corre…

Corre...

No pares…

Rápido...

Mi cuerpo estaba muy cansado, mis pies dolían, no podía pensar en nada mas que no fuera él, habíamos estado toda la noche buscándolo, era difícil la oscuridad no ayudaba, había lanchas todo era un caos, él no podía estar en el agua a estas horas estaría muerto, era ilógico que aguantara tanto tiempo, así que no estoy de acuerdo, escuche mas de una vez que si lo encontraban lo harían sin vida, lo habían dado por muerto una hora antes que amaneciera.

Decidí caminar un poco más hasta llegar un poco cerca de las rocas donde era imposible pasar…su camisa, debía ser suya, una camisa llena de sangre, la time entre mis manos y lo vi, entre el agua y rocas, corrí desesperada, voltee atrás para hablar a alguien y no había nadie, corrí hacia él lo más rápido que me daban las piernas, entre al agua tropezándome con las rocas pequeñas, sentí un tirón en mi pie pero no le tome importancia, mi cara se encontraba húmeda a causa de las lágrimas, llegue a él.

Su cuerpo estaba helado, a como pude lo arrastré fuera del agua, mis manos temblaban y no dejaba de gritar por ayuda. Presione mis manos sobre su pecho como había visto en las películas, una…dos…una…dos.

–¡AYUDAAAAA!

–LO ENCONTRE, ENCONTRE A DAREK –mi llanto se hacia mas fuerte en cada segundo.

Escuche el ruido de la gente viniendo hacia nosotros, mis manos temblaban, él no respondía. En un segundo a otro nos rodeamos de personas, me alejaron de su lado, los paramédicos estaban tratando de reanimarlo.

Lo levantaron en una camilla, su cuerpo estaba limpio supongo que el agua lavo la sangre, seguían reanimándolo.

Busque rápido su camisa, es lo único que tenia de él en estos momentos que podría darme una pizca de esperanza. Tardaron un poco más de lo planeado, mis oídos pitaban, veía borroso. Estaba desesperada, no ayudaba en nada ver a todas esas personas desesperadas, todo se fue a la borda en cuento uno de los paramédicos se acerco a la madre de Derek por lo lejos vi que le decía algo y la señora comenzó a llorar desconsolada mente, en ese momento supe que nada estaba bien. En menos de un segundo mi cuerpo le cobro venganza a la desesperación y ansiedad, causándome un gran mareo haciendo que colapse contra la arena en un golpe seco, llevándome un último pensamiento…

Él nunca despertó…




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