Caminaron hasta el vestíbulo del autobús, mucha gente a su alrededor por ser hora punta. La mayoría son chicas y chicos jóvenes arreglados para un sábado por la noche. Pese al alboroto, se lograba oír la melodía de una guitarra y la voz rasgada de un músico interpretando Cuando te conocí, de Calamaro. Lo hacía francamente bien. Amy buscaba con la mirada al intérprete de la canción, pues su voz llamó mucho su atención, pero no conseguía distinguirlo entre tanta gente. Por fin lo descubrió en una esquina, se veía un muchacho bastante más joven de lo que su voz presagiaba, o, por lo menos, eso es lo que indicaba su rostro imberbe y afilado. Aparentaba ser unos cinco o seis años mayor que ella, como máximo. Lucía el pelo largo, por debajo de los hombros, color castaño, puesto un sombrero gris con una cinta negra.
Entre tanta multitud de jóvenes inquietos por obtener un lugar en el bus, casi sin quererlo, miró al joven disimuladamente. De repente se encuentra con sus impresionantes ojos verdes, increíblemente bonitos. Eso sucedió sólo un par segundo, o tal vez menos. Pero es tiempo suficiente para hacerla sonrojar. El músico sonríe y, de inmediato, vuelve a prestar atención a su guitarra y al tema que ahora interpreta.
Amy agacha la cabeza muerta de vergüenza. ¡Qué guapo es! Abre su bolso y alcanza el pequeño monedero en el que guarda el dinero, con toda la intención de brindarle un incentivo por su brillante arte manifestado, lo examina, pero… ¡No tiene nada suelto! Sólo un billete de cincuenta soles. Y a había perdido de vista a su mejor amiga.
-Perdón, ¿Tienen cambio de cincuenta? — pregunta a unas chicas que aparentan su edad, maquilladas extravagantemente. Todas mueven la cabeza negativamente sin siquiera comprobarlo. - Estúpidas creídas- susurró
Amy en su intento de buscar cambio, se desconcertó y no puedo evitar chocar bruscamente con una tipa de aquellas que lucen increíblemente perfectas, el choque fue tan irreverente, que las jóvenes terminaron en el piso, la más afectada fue Amy, de pronto su asombró fue mayor, la música se dejó de escucharse. El chico de la guitarra ha dejado de tocar y se ha puesto de pie. Se acerca a ella y, extendió un brazo, para ayudarla a sobre pararse.
Se quedó impresionada, casi boquiabierta, lo tiene frente a frente, resulta todavía más guapo y su sonrisa resulta completamente adorable. Es alto, mide más de uno ochenta y cinco aproximadamente y, más que delgado, está fibroso. ¿Qué hace un joven como él tocando en el metro? Debería estar desfilando en unas famosas pasarelas o llenando salas de conciertos. Sería un auténtico fenómeno.
El joven fantástico, la ayuda a reivindicarse de pie.
-Debes tener más cuidado-manifestó con una tierna sonrisa
-Muchas gracias por la ayuda y el consejo- dijo titubeando, intentando recobrar la postura
Está temblorosa. Le da pánico volverse y mirarlo de nuevo. Seguro que está sonriendo. Así es. El chico de la guitarra continúa sonriendo, mostrando sus perfectos dientes blancos. Embobada por sus perfectas facciones, se queda completamente en blanco.
- ¿Vas sola?
- ¿Que?
-Pregunto si vas sola
-No, voy con una amiga
-Veo que se ha olvidado, no está junto a ti
-Se adelantó a buscar un lugar, me distraje un momento
-Pues no esperas más tiempo y ve a buscarla, la perderás completamente si no te apresuras
-Sí.
Los dos permanecen un instante en silencio. La que está perdida ahora mismo es ella, deja de mirarlo e intenta recuperar la compostura. ¿Las cosas como aquélla no pasan sólo en las películas? Está claro que no. Porque aquel chico, está hablando con ella cara a cara.
El joven regresa a la silla desde la que tocaba. Piensa un segundo y a continuación, comienza a acariciar las cuerdas de su guitarra. Amy lo observa una última vez, dibuja un «Gracias» con los labios e intercambian una sonrisa final.
La joven olvido por completo a su amiga.
-Nena que pasa, no te pierdas, y avanza conmigo, debemos lograr ocupar un lugar-arremetió tomándola del brazo guiándola en el camino.
¿Quién es ese joven? ¿Cómo se llamará? Nunca antes alguien había llamado tanto su atención como aquel misterioso joven.
Lograron ocupar un lugar en los asientos de tren, tenía la mirada perdida, y no dejaba de pensar en aquel accidentado encuentro. Al llegar al lugar de la fiesta, se presenció una multitud de jóvenes, sin duda alguna las dos muchachitas lucían relativamente bellas.
Buscaban ubicarse ante tanta multitud, era casi imposible, el local estaba completamente lleno y las luces impedían distinguir a los amigos que Alicia buscaba.
-Alicia, por fin llegaste- se alcanzó a escuchar una voz, en medio de tanto bullicio, descubriendo a un hombre alto muy cerca a las jóvenes. Se trataba de Hugo un amigo de Alicia.
Las conllevó a un gran grupo, Amy se sentía incomoda, los jóvenes parecían haber iniciado la fiesta desde hace mucho, a su alrededor se podía aprecian botellas de licor ya terminadas.
-Chicas, que van a pedir para beber- dijo Hugo acercándose a las jóvenes
-Yo… un vodka con naranja.
Editado: 07.09.2020