Siempre voy a estar ahí para ti.
Incluso cuando leas
los cuadros de calorías
y te poses sobre una báscula,
cubriendo el peso aún imperfecto.
Incluso cuando sea de día,
y estén abiertas
todas las confiterías.
Incluso cuando estés
demasiado mareada
para admirar el manto estelar.
Si traicionas a Ana,
yo te voy a perdonar.
Quizá no me observes,
pero siempre estoy junto a ti.
No te dejaré, lo prometo.
Y la promesa de Mía
dura una eternidad.