Elizabeth se había despertado particularmente apenadaesa mañana. Recordaba una de las primeras charlas que había mantenido con el Sr. Wickham porque él sería un invitado en su casa en no más de 24 horas y eso la apenaba. Recordaba las suposiciones erróneas que se había figurado sobre su marido. Cómo lo había prejuzgado sin saber, la irritaba el solo recuerdo, la vida se había encargado en demostrarle lo confundida que podía estar, se lo repetía a sí misma condenándose.
No salía de su asombro y no lograba pensar en otra cosa. Jamás había quedado satisfecha con el casamiento de Lydia. Con el correr del tiempo y la distancia, que no les había permitido verse nunca, eso había quedado en el tintero, pero ahora con la visita a Pemberley de toda la familia volvía con fuerza y horadaba sus pensamientos de Lizzy. No soportaba pensar que por su culpa, por no confiar en sus hermanas, ahora eran familia de ese sujeto insoportable. Lydia con aquella locura las habría arruinado, si no hubiera mediado la intervención del Sr. Darcy. No soportaba la idea de haber hablado con el sujeto sobre su esposo de una manera tan incorrecta. Mientras más pensaba, mayores eran sus escrúpulos de conciencia.
Era tanto lo que le perturbaba el recuerdo que había decidido hablarlo con William a penas regresara de sus reuniones en Londres. Esperaba que no se demorara en esta oportunidad, para poder hablar tranquila y sentirse a gusto junto a él antes de que llegaran las visitas.
Desde qué Lizzy y Darcy vivían juntos intentaban discutir sobre los más diversos asuntos y llegar siempre a buenos acuerdos, intentando vencer aquellas diferencias que se les presentaban. Intentando crecer en sus puntos de vista, conociendo el punto de vista de su compañero e intentando comprenderlo.
Por supuesto que los preparativos de las primeras fiestas que se celebrarían en su casa, siendo ella la anfitriona, la Sra. de la casa a la cual acudiría toda su familia incluidos sus tíos de Londres el Sr. y la Sra. Gardiner y los de Meryton el Sr y la Sra. Philips, eran todo un revuelo para ella, sentía una extraña mezcla de felicidad, ansiedad y nerviosismo, que terminaban atormentándola. Otro punto de tormento se habían desencadena desde que se había enterado sobre su embarazo, habían recurrido a ellas mil recuerdos desafortunados de su madre y de lo tortuosa que podía ser, Lizzy temía ser una madre de similares características apoyándose en la idea de que no conocía otro modelo y eso la aterraba. Por otro lado aparecían también sus desencuentros con el Sr. Darcy en su primera etapa de la relación. Temía también que volvieran a llevarse mal ya que todo cambiaría con la llegada del nuevo integrante en la familia. Juicios desordenados y sin fundamentos racionales asoman en su pensamiento y se esfumaban dejándola perpleja.
No lograba superar ese momento tormentoso. Consideraba que se debían a conocer que durante más de días estaría por primera vez toda su familia reunida, por otro lado, no entendía a qué se debía semejante perturbación.
Esta primera reunión en casa del Sr. y la Sra. Darcy como a Lizzy le gustaba que la llamen desde su matrimonio, sería también una buena oportunidad para que sus hermanas menores, Kitty, Mary y la hermana de Darcy, su querida Georgiana, conocieran a los caballeros solteros que venía invitados también, un tanto interesados en sus intrigantes bellezas.
Jane vendría junto a su esposo Charles Bingley, las hermanas de él no estaban invitadas en esta oportunidad. Lydia y el Sr. Wickham para su particular desagrado, Charlotte y el Sr Collins , Lady Catherine de Bourgh y su hija Anne, el coronel Fitzwilliam primo favorito del Sr. Darcy, y el segundo preferido de Lady Catherine, algunos invitados de los Darcy que ella conocía poco, el Sr Sam Traynor y Will Colleman amigos de estudios de Bingley y Darcy en la universidad de Cambridge.
La oportunidad de tener a la familia reunida por entero sería excepcional y el Sr. Darcy iba a aprovechar para comentar sobre el embarazo, y sobre la esperanza que para él significaba que después de tantos años un niño correteara por esos entristecidos corredores. No dejaba de darle emoción y enorgullecerlo la noticia.
Al momento nadie sabía sobre el tema y aunque ella prefería esperar a contarlo, Mister Darcy había insistido en manifestar la situación, le generaba una profunda felicidad y como casi todo lo que sentía en el último año quería expresarla y compartirla con sus amigos y familiares.
Todo esto revoleteaba por la cabeza de Lizzy mientras decoraba la mesa que presentaría a sus invitados la mañana siguiente.
Lizzy pensaba en cómo había cambiado el Sr Darcy en esos meses.
Era tan evidente su felicidad desde que vivían juntos. Este amor había contribuido a que sea más elocuente, amigo de hablar y comentar sus sentimientos sin importarle quien estaba enfrente. Habiendo pasado un año gustaba de reír sobre algunos temas de los que hubiera sido incapaz en otra época. No se tomaba todo enserio y había mejorado de una manera verdadera su trato con extraños.
El profundo amor y respeto que tenía por su esposa lo animaba a entregarse a nuevas relaciones. Todo esto había sido reconocido por él en innumerables oportunidades.