Prólogo.

22 de Mayo, 2011
 

Harper.
 

Estoy nuevamente en este maldito lugar, es la primera vez que vengo después del funeral. He estado pensando en tantas cosas, he querido hacer tantas cosas, mas de todo lo que pasa por mi cabeza no hay algo que se asemeje a lo que siento en este momento.

Hay muchas palabras que sé que no voy a decir. Y no voy a justificarme, sé que esto en parte también es mi culpa, si yo me hubiese ido de su lado antes nada de esto habría sucedido, es mi culpa por aceptar lo poco que me ofrecía, es mi culpa por aceptar su falsa preocupación solo para que yo no me fuera, es mi culpa por no decir nada frente a sus insultos, es mi culpa por no pensar un momento en lo que yo quería hacer y lo que él quería que yo hiciera y mucho más es mi culpa por confiar en Evan, por creer que en verdad le importaba lo suficiente como para que cambiara, por siquiera un momento pensar que todo iba a ser diferente algún día, mucho mejor de lo que algún día pensé y anhele.

Es entonces que asimilo que no lo volveré a ver nunca más y pese a todo tengo un sentimiento agridulce. Me da una tranquilidad y al tiempo me asquea sentir pesar por él, pero tomo sus decisiones y ya sabemos su resultado.
 

Y ahora esta muerto.
 

Él esta malditamente muerto.
 

Trato de recordar cada detalle de lo que paso y nada llega a mi mente. Todo esta en blanco y me molesta. Miro las palabras escritas en su lápida y suelto una pequeña risa. Si él hubiera sido menos estúpido aún estaría vivo.
 

—Si tan solo hubieses dejado de ser un imbécil nada de esto hubiera sucedido.—Digo mirando su tumba.
 

—¿Estas lista? —Cuestiona la morena a mi lado. 
 

—Sí, vámonos de este maldito lugar, no soporto estar aquí Brooke.
 

***