Ya era viernes por la mañana y TaeYang al fin podría deshacerse del disfraz de lechuga que se había tenido que dejar durante veinticuatro horas al terminar el último en la yincana amañada por Hyacinth.
El chico estaba esperando el momento perfecto para llevar a cabo la broma que le tenía preparada como venganza y estaba impaciente de que la chica llegara a la casa.
Se quitó el disfraz con gran alivio y vio de reojo cómo la joven entraba en el jardín mirando su móvil e ignorándolo para no variar. Con la ropa que llevaba puerta se tiró a la piscina y salpicó a la muchacha dejándola empapada por completo, incluido, el teléfono.
Hyacinth se quedó petrificada en el borde de la piscina, giró la cabeza para mirar al cantante y las ganas de asesinarlo se reflejaron en sus ojos celestes. Apretó los dientes con fuerza y se alejó antes de cometer un error garrafal. No quería dejar sus prácticas a medias, así que, caminó hacia la caravana de vestuario cuando su jefe la vio empapada y no tuvo más remedio que ponerse la única ropa de mujer que quedaba.
—¿Me estás tomando el pelo? —Le preguntó a la estilista con el atuendo en las manos y con cara de desagrado.
—Lo siento, es lo que nos queda. El grupo es masculino, no solemos tener ropa femenina —se disculpó la mujer.
—Voy a tener que empezar a traer ropa. Me quedaré con la mía, gracias. Así estaré más fresquita en este día tan caluroso. Gracias de todas formas.
La chica le entregó el vestido con poca tela que le había ofrecido la mujer y salió de la caravana encontrando a TaeYang a pocos metros de ella, sentado en una silla y con el móvil preparado para hacerle una foto. Entrecerró los ojos al darse cuenta de que él lo había planeado todo para gastarle una nueva broma y regresó al interior de la caravana.
—Me lo he pensado mejor, Julia. Me lo pondré. No puedo trabajar con estas pintas —le dijo a la estilista cerrando la puerta detrás de ella.
La mujer se encogió de hombros, le entregó de nuevo el diminuto vestido y agarró la ropa empapada de la muchacha para colgarla en una cuerda para que se secara.
La jugadora de voleibol se quitó la coleta que se había hecho esa mañana para dejar que su pelo dorado y ondulado cayera por encima de sus hombros descubiertos, se pellizcó un poco las mejillas para darles color, cogió el maquillaje que llevaba en el bolso y se retocó después de secarse la cara con una toalla.
Se calzó con sus sandalias de plataforma, se colgó el bolso en el hombro y dibujó una sonrisa cuando abrió la puerta de la caravana.
TaeYang alzó el móvil cuando la vio salir, pero se quedó con la boca abierta al ver lo hermosa y sexi que estaba.
La muchacha se había dejado el pelo suelto, se había retocado el maquillaje y el diminuto vestido ceñido de color rojo acentuaba las curvas de su piel suave de porcelana.
El chico la siguió con la mirada hasta que se sentó en la carpa, al lado de Joon, y sus dientes rechinaron cuando el director del reality se acercó a ella para admirar y elogiar su belleza más de cerca.
—Me parece que la broma te ha salido por la culata —le informó Seung con la boca llena de cereales.
Solo recibió un gruñido de disgusto por parte de su compañero y lo vio alejarse con grandes zancadas al interior de la casa. Disimuló la risa para no mosquearlo más y se acercó a la chica para alejarla un rato del director.
—Veo que te has dado cuenta de sus intenciones —le dijo a la muchacha ofreciéndole un bol de frutas de la mesa de catering.
—No ha sido muy discreto. ¿Me ha hecho la foto? —Quiso saber ella cogiendo una fresa y llevándola al interior de su boca.
—Me parece que sí. Ten cuidado con Jeong. No creo que solo vaya con intenciones de querer ser tu amigo —le advirtió el cantante cogiendo un trozo de manzana del bol.
—Lo sé y ya se lo dejé claro en mi primer día. Cenamos en un restaurante y hablamos de ello.
—¿Estás segura de que lo entendió?
—Tampoco hay que ser muy inteligente para no comprender la siguiente frase: “No me gustas, pero podemos ser amigos”.
—La segunda parte se la ha tomado como una posibilidad. Los hombres podemos tener bastante paciencia para algunas cosas, sobre todo, si esas cosas nos encantan.
—Lo tendré en cuenta. Oye, pues no es tan incómodo este vestido. Me lo voy a dejar e iré a mi cita con Paul. Seguro que se sorprende —le anunció la muchacha haciendo que el chico se carcajeara al saber de ese evento.
La joven lo miró confundida y él solo cogió un trozo de piña del bol y se marchó dejándola sin comprender nada. “Estos hombres son muy raros”, pensó ella regresando a su asiento junto al mánager.
Seung entró en la casa riendo sin poder dejar de hacerlo, se sentó en el sofá cuando las piernas le fallaron por la risa y Eun-Ji lo observó con atención a la vez que dibujaba una sonrisa en su boca. La risa del chico era contagiosa.
—¿De qué te ríes? —Quiso saber el líder del grupo empezando a sonreír sin razón alguna.
—Me he enterado de un acontecimiento que se llevará a cabo esta noche y me ha hecho gracia —contestó entre carcajadas y con la mano en su estómago.
—¿Cuál? ¿Algún juego nuevo?
—Os enteraréis esta noche —el joven se levantó y se fue al jardín de nuevo para darse un baño en la piscina junto a Kwan.
***
Eran las siete de la tarde cuando Hyacinth cogió su ropa seca y se marchó para llegar hasta el club donde Paul la esperaba.
El chico estaba sentado en una mesa alta bebiendo un refresco cuando la vio entrar por la puerta y abrió la boca de par en par. El corazón latió a mil por hora y se puso más nervioso de lo que ya estaba.
—Hola —lo saludó la muchacha al sentarse a su lado y beber un poco de su bebida—. ¿Dónde están los demás?
—Lle… llegando —tartamudeó parpadeando con rapidez ante la sorpresa que tenía delante de sus ojos.