—¡Cariño, tranquilízate! —Chilló Bertha desde el otro lado del teléfono.
Negué con la respiración entre cortada—¡No puedo! —Lloré—Es mi madre, Bertha.
—Escúchame…
—¡Me llevará con ella! —Chillé desesperada presionando mi celular—¡No quiero ir con ella! —Mis pies se movían de un lado al otro en el pasillo del hospital.
Brandon se encontraba apoyado en la pared, frente a una de las ventanas y su mirada se mostraba perdida, como si estuviera aquí físicamente pero mentalmente estuviera lejos.
Y eso me desesperaba.
—Te prometí que lucharía por ti, cariño—Continuó desde el teléfono—Y eso es lo que haré, pero necesito que respires e intentes calmarte.
Inspiré profundamente—Yo..., está bien. Trataré de centrarme en no perder los cabales ¿Hecho?
—Hecho, te llamaré luego—Suspiró—Vuelvan hacia el Sr. Benson con cuidado, dile a ese muchacho que maneje con precaución.
Asentí—Lo haré, te veo dentro de un rato—Colgué la llamada y posé el celular en mi labio inferior.
¿Y ahora qué?
Claudia es mi madre.
Esa frase se repetía constantemente en mi cabeza, una y otra vez, atormentándome y asustándome por lo que podría llegar a pasar.
Presioné mis labios y acorté la distancia entre Brandon y yo, quien aún seguía con la mirada perdida.
—¿Pajarito?
—No es justo ¿Sabes? —Murmuró sin mirarme—Estoy molesto, frustrado y siento que quiero tirar todo abajo—Negó liberando un suspiro—Sé lo que sigue después y tú también—Elevó sus ojos hacia mí—Por algo ambos albergábamos la esperanza de que tal vez ella no fuera tu madre, pero nos estábamos aferrando a uno soga, sostenida solo por una frágil rama—Bajé mi mirada y apreté mi celular contra mi muslo—No quería volver a sentir esto, porque sabía lo que es el sentimiento de pérdida…—Presionó su sien—Si tú no hubieses llegado…
—No estarías pasando por esto—Afirmé dolida—Te arrepientes de haberme conocido.
Mojó sus labios—En parte si lo hago.
Asentí lagrimosa—Siempre admiré tu forma de ser honesto—Me alejé unos pasos hacia atrás—Pero esto... — Me señalé a mi misma — Es parte de la mochila que llevo detrás y si tu no me aceptas con esa carga, entonces dime ¿Qué haces aquí?
—No lo sé.
—Yo sí—Brandon clavó sus ojos en mí—Deberías irte, no quiero sentir que estoy obligando a una persona a permanecer a mi lado, cuando esta no desea lo mismo.
Brandon carraspeó—No quiero irme.
—Porque eres orgulloso y masoquista—Sequé mi rostro empapado de lágrimas—Y yo quiero que te vayas, tengo los suficientes problemas en mi vida, como para centrarme en alguien que no sabe lo que quiere…—Apreté mis puños—¿Crees que eres el único que conoce el sentimiento de pérdida? —Cuestioné comenzando a enojarme—Perdí a mis padres, mendigué por las calles, abusaron de mí, me enamoré de mi hermanastro y casi hago pedazos a una buena familia y luego aparecen mis padres, quienes eran basura para este planeta y ¿Dices ser el único que lo ha perdido todo? —Negué—No, no lo eres. ¡Oh, lo olvidaba! Y justo ahora estoy perdiéndote a ti también.
Brandon tragó saliva—Bruja…
—Si quieres irte ¡Vete! —Señalé el pasillo—Nadie está presionando una navaja contra tu garganta, obligándote a que te quedes ¡Vete y vive la vida como desees!
—¿Señorita Redcliffe? —Una delicada voz nos interrumpió. Volteé encontrándome con una mujer bien parecida, cabello pelirrojo sostenido en una cola de caballo. Sus ojos eran mieles y cargaba en su rostro un sutil maquillaje, en sus manos llevaba un portafolios de cuero negro.
La observé confundida—Sí, soy yo ¿Y usted es…?
—Mi nombre Beatriz Pillato y soy abogada de la Sra. Méndez—Mis ojos dieron de lleno con Claudia posicionada junto a la abogada—Según me han informado…—Leyó entre sus papeles—Usted es hija biológica de la Sra. Méndez y pasó sus últimos dieciséis años en el Orfanato Sr. Benson…—Asentí—Debido a que aún es menor de edad y a que uno de sus padres biológicos ha aparecido, debo informarle que la Sra. Méndez, desea obtener su custodia completa.
Oh, no.
Tragué saliva nerviosa—Ella no puede, no tiene derecho ¡Ella me abandonó de bebé!
—Lamento decirle que, si se levanta una denuncia en negación a la petición de mi cliente, esto llegará a términos legales.
Asentí—Entonces nos veremos frente al juez—Dije hacia Claudia y esta sonrió—El hecho de que seas mi madre, no te da derecho a querer tomar ese rol por la fuerza. Es un título muy grande para ti y jamás lo llenarás—Sin decir nada más y sin prestarle la más mínima atención a Brandon, quién había oído todo, me marché con la suerte de haber encontrado un taxi estacionado.
Mi pecho dolió al momento de que el taxista arrancó, no solo por “Mi madre”, sino porque el pajarito me abandonaba cuando más lo necesitaba y más aún, él no verlo hacer nada por intentar detenerme.
(...)
—Cariño—Bertha me apretujó entre sus brazos—¿Qué ha sucedido? —Miró hacia atrás—¿Y el niño Brandon?
Negué—Luego te contaré todo—Sonreí sin ganas—Ahora necesito darme una ducha.
—Está bien, te serviré el almuerzo—Asentí y sin más caminé hacia mi cuarto, tomé una toalla y me adentré al baño.
Apoyé mis manos en el lavatorio y me observé al espejo en silencio. Aunque quisiera negarlo, mi parecido con Claudia era extraordinario. Mi negro cabello, mis verdes ojos a excepción de mis labios, los cuales eran parecidos a los de Francis.
¿Será cierto?
¿Tendré un medio hermano?
Hice una mueca y quité mi blusa, quedando en brasier. Nuevamente me observé, pero esta vez mis ojos se posaron sobre el objeto que colgaba de mi cuello. Lo tomé entre mis dedos mientras involuntariamente se formaba la imagen del pajarito en mi mente.
¿Por qué decidiste darte por vencido?
#49085 en Novela romántica
#12910 en Joven Adulto
besos, amor adolescente celos peleas secretos, cliche familia amigos romance
Editado: 02.06.2023