El alma que hablar puede con los ojos, también puede besar con la mirada. —Gustavo Adolfo Bécquer.
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Te veo frecuentemente, siempre rodeado de varias personas aunque no eres muy hablador. Siempre llevas una sonrisa en el rostro, ese angelical rostro tuyo.
Te he hablado varias veces, incluso diría que somos amigos pero, es raro lo que empiezo a sentir en este momento. Últimamente eres tú, solamente tú, rondando por mi mente. Creo que me estoy enamorando de ti, ¿Eso está bien, no? ¿Los chicos pueden gustar de otros chicos, verdad?
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Estábamos en clase de deportes cuando al hablarte sentí ese no sé que; muchos lo llaman mariposas en el estómago, lo recuerdo muy bien. La profesora eligió a los mejores jugadores de fútbol que había y ellos iban elegir a sus integrantes; esta parte siempre es fea sobre todo si no eres un muy buen jugador, el cual era mi caso.
¿Qué? Que sea bailarín no significa que sea un gran deportista. Digo, ¿Han visto esas malditas pelotas? ¿Y a mis compañeros de clases con ellas? Seguro que no pero, aquí estoy yo para aclarártelo.
—Son unas malditas bestias. —O bueno, Byun también sirve para esclarecer ese punto. —Voy a fingir que me duele el estómago y me llevas a la enfermería. —Susurró. Lo miré de reojo, nuestras visitas a la enfermería parecían más alguna clase extraña de ritual, que unas idas de verdadera urgencia, incluso una vez BaekHyun pidió una pastilla para el dolor de cabeza, terminó solo tomando el agua y la pastilla la llevó en el bolsillo por el resto del día.
BaekHyun puso sus manos en su abdomen, se inclinó hacia delante y comenzó a soltar gemidos lastimeros. —¡Oh! ¡Profesora! ¡Profesora! No me siento bien, ¿Puede JongIn acompañarme a la enfermería? ¡Creo que vomitaré!
En un dos por tres estábamos caminando tranquilamente por el pasillo.
—Escuché que ChanYeol y Joy terminaron. —Comenzó a hablar mi amigo mientras nos parábamos delante de una ventana mirando el patio trasero de la escuela.
—¿Piensas aprovecharte de eso? —Pregunté con una sonrisa burlona. BaekHyun ha estado enamorado de aquel chico desde hace meses pero, al enterarse que estaba en una relación detuvo cualquier plan que su pequeña pero poderosa mente pudo haber creado para conquistarlo.
—Obviamente. —Canturreó. Se giró a verme y me examinó. —¿Y tú? ¿No piensas enamorarte nunca?
Ladeé mi cabeza, en aquellos instantes tu nombre no aparecía en mi cabeza ni en mi corazón. —Por ahora no.
—Ya caerás por alguien y realmente deseo verte. —Dijo empezando a reírse. —Bien, puedes regresar a clase o seguirme y ver como conquisto a mi futuro esposo.
—Creo que elijo la primera opción. —El pequeño castaño se acercó y me dio un suave golpe en el brazo.
—Al menos deséame suerte, tonto.
—¿Suerte?
Guiñó un ojo y se fue por el largo pasillo. Di media vuelta de regreso a la clase y ni bien puse un pie dentro de la cancha un balón fue directo a mi cara, sino fuera por mis geniales reflejos en ese momento habría estado tirado en el piso lamentándome de mi vida.
—¿Y Byun? —Preguntó la maestra pasando por alto que un balón pudo haberme matado.
—Está en la enfermería descansando.
Ella asintió y siguió mirando a los dos equipos en la cancha. Pude notar que ella lucía impaciente y al sentir mi mirada llena de curiosidad sobre su espalda, sin voltearse me habló. —Ve al despacho, mandé a un alumno ahí para que trajera más balones y el resto pueda ir practicando pero, por algún motivo todavía no llega, ve a buscarlo.
Asentí y fui corriendo hacia donde me había indicado.
Mientras me iba acercando me había puesto a practicar las fórmulas para el examen de química hasta que escuché tu dulce voz.
—Estúpidos balones.
Me incliné mirando adentro del despacho y te vi parado recogiendo y metiendo todos los balones en la canasta.
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Editado: 13.11.2022