Cenamos en la comodidad de la sala. Sentados en la hermosa alfombra color vino nacarado con unas finas franjas color blanco con cuadros negros. Sentados en cuclillas, pasamos el rato platicando mientras miramos "Tesis sobre un homicidio" basado en la novela de Diego Paszkowsy, que ya he leído antes. Se trata de una chica que sufre una esencia de alto voltaje erótico, después la matan. El criminalista, es un abogado que, tras el divorcio, sobre de culpa por algunas aventuras que mantiene con algunas de sus exalumnas y aunque la chica universitaria Laura es una de las mujeres por la que perdió la cabeza. Pero el hijo de un amigo de este, Gonzalo. Irrumpe en su vida en el ámbito profesional y a nivel personal, pues él también se disputa por el amor de la bella chica.
Estamos cenando, spaghetti a la boloñesa con paninos tostados. Sería una mentira si digo que yo lo hice todo, Compramos los paninos en el supermercado, pero yo hice el espagueti y la salsa boloñesa. Aprendí a cocinar en la escuela. Después de darme cuenta que no era necesitada en mi hogar y a nadie le importaba en donde me encontraba y cuáles eran las razones, decidí inscribirme a casi todas las actividades extracurriculares de la escuela, siendo una de las alumnas más participativas, pero al mismo tiempo menos interesadas. Durante tres años tomé el curso de cocina, y para mi excelente suerte la profesora Nardo Di Salvo, venía de una familia italiana y había probado sus conocimientos trabajando en restaurantes en la misma Italia. Menciono mi buena suerte porque amo la comida italiana. Aprendí a hacer de casi todo, spaghetti a la boloñesa, arroz a la parmesana, spaghetti 'ccu niuru ri sicci', Bucatini a la Amatriciana, Zanahorias a la scapece, entre otras, pero en especial mi platillo favorito. Lasaña.
Después de los tres años que ya menciones en la cocina uno de ellos, fue un curso de comida mexicana, en la cual aprendí a cocer frijoles en su punto, arroz, chicles rellenos, enchilada, quesadilla e incluso los tradicionales tacos, pero estos no son iguales a los que se venden en las tiendas- Tortillas doradas, dobladas y carne dentro – Sino que la tortilla es suave y se calienta al fuego para después verter la carne dentro de ella.
—Este spaghetti es el mejor que he probado en mi vida y la salsa esta mejor! – Me ruborizo por su comentario y me mira con ojos sorprendidos
—¿Dónde has aprendido a cocinar así?
—En la escuela, he tomado cocina y mi profesora era bastante buena.
—Eres más sorprendente de lo que creí.
—Gracias, supongo.
—Pero solo tengo una duda.
Le miro sin entender y animándolo a que hable.
—Tu maestro era ¿italiano?
—Sí, ¿Por qué?
—Es que para hacer una salsa tan buena tu maestro debió ser italiano. Los italianos tienen una forma en particular de hacer arte con la comida y tienen una sazón para chuparse los dedos.
Le miro sonriendo y él me devuelve la sonrisa.
—Tienes algo...- me besa en la comisura de los labios.
—Aquí.
—¿Enserio? lo lamento, regularmente no me pasa.
Me sonrojo.
—La verdad, es que no tenías nada.
—¡ah! ¿no?
—No.
—¿Entonces?
—Solo quería besarte.
Se encoje de hombros en un gesto evasivo, y yo le miro confusa.
—Eso no fue un beso.
Y en verdad, no lo fue, fue un casi beso. Tal vez seré muy buscona, pero en verdad se me antojan esos labios, que seguro saben a mi salsa favorita "boloñesa". Se acerca despacio... Demasiado despacio para mi parecer. Siento un calor en mi entre pierna. ¿Qué diablos? Solo será un beso. Sus besos se estampan con los míos. Me acuesta lentamente en la alfombra, toma mis muñecas y las aprisiona, las coloca por encima de mi cabeza. Su pierna está en mi entre pierna, trato de mover una pierna para zafarme de su agarre. Mi pierna roza con su parte inferior. Un pequeño gemido, salió desde su garganta y me hizo sentirme más caliente. ¿Qué está ocurriendo? Tiene mis manos aprisionadas con una de él, la otra mano baja discretamente por mi cuerpo y lo recorre, lenta y deliberadamente. Tengo que detenerlo ahora, de otra forma no podre detenerme. Sus labios comienzan a descender por mi cuello, y cuando estoy a punto de detenerlo. Se separa.
—Y eso si fue un ¿beso?
Pregunta jadeante y con la voz entrecortada.
—Mmm.
Asiento con los labios, oprimidos.
Sonríe, me toma de la mano. Se levanta y me ayuda a levantarme. Caminamos en silencio. En silencio, bastante reconfortante, me levanta le rodeo con las piernas, entramos a la habitación, me deposita en la cama y me besa en la frente.
—Iré a cambiarme, deberías hacer lo mismo.
Le sonrió antes de que salga por aquella puerta marrón. Reprimiendo mis impulsos de tomarle de la camisa y arrastrarlo a la cama.