MARIANA BAJÓ LAS ESCALERAS toda nerviosa, de repente recordó que no conocía la casa y no sabía donde estaba el estudio, eran tantas puertas en ese lugar y se preguntaba donde estaba el papá de Andrea, en ese instante pasó una de las sirvientas y se acercó a ella.
- ¡Hola! - le dijo sonriendo Mariana.
- ¿Ocupa algo señorita? – le contestó algo seria la mujer.
- Mira como sabes, tengo años de no venir a la casa y no se donde está el estudio, me podrías decir, ¿dónde está? – le preguntó sin dejarle de sonreír.
- Claro señorita, es aquella puerta la de la derecha –
- Gracias – le dijo Mariana mientras se acercaba a la puerta.
Al llegar sintió como todo su cuerpo temblaba, era un momento en que estaba indecisa, volvió a pensar en la magnitud de lo que había hecho y comprendió que estaba involucrada en dos delitos, en un asesinato y en robo de identidad, volteó y vio la puerta principal, por su mente se cruzó la idea de huir de ahí, era el momento perfecto de volver con su padre Marcos, pero la venció más el miedo de ir a la cárcel, no había vuelta atrás, tendría que seguir adelante, fue cuando decidida tocó a la puerta.
- ¿Puedo pasar? - preguntó Mariana con cierta timidez y en tono bajo.
-Pasa Andrea- escuchó la joven desde adentro, lanzó un suspiro y abrió la puerta, al entrar pudo observar a una pareja frente a ella, ambos pusieron caras de sorprendidos, se asustó mucho, estaba segura de que ya había descubierto que no era Andrea, vio como Gregorio se acercaba a ella y expresó - ¡Dios mío! -
Gregorio se paró de su sillón y fue hacia ella, no lo podía creer, se había convertido en una hermosa mujer y su parecido con Vanessa era increíble, su complexión, su color de ojos y sobre todo la manera tímida con la que su esposa solía acercarse a él, tantos años de no ver a su hija y en ese momento vio cómo se empezaba a parecer a ella, al único amor de su vida.
La tomó entre sus brazos y besó la frente de su hija - ¿Cómo estás Andrea?, es increíble que todos estos años en la escuela te quitaron esa rebeldía que tenías de niña- le dijo Gregorio, mientras la abrazaba como nunca lo hizo en su vida.
Al oír sus palabras y sentir su abrazo cálido, se le quitaron los nervios y respiró tranquila, supo que había pasado la prueba de fuego, todos creían que ella era Andrea, su siguiente paso sería convencerlo para que no la enviarán de nuevo al colegio.
Fueron varios segundos lo que duró ese abrazo, repentinamente la apartó y el poco gesto de ternura que observó en su cara desapareció y sólo vio frialdad, se dio la vuelta y regresó a su escritorio a ver sus documentos y sólo le dijo: - Cenamos todos a las siete, para que estés lista - le dijo a Mariana, después volteó a ver a su esposa y le ordenó: -Olivia, para que le digas a tu hija que se presente, ya nunca la vemos por aquí, ya te puedes marchar Andrea-
Mariana se quedó sin palabras, ahí parada en medio del estudio pudo observarlo mejor, pese a ser un hombre muy atractivo, tenía un rostro que no reflejaba ninguna emoción, llegó a sentir lástima por Andrea, ya que si así era su padre, ahora entendía su forma de ser y esa mujer Olivia, tan frívola, se preguntaba si era la mamá de Andrea, pero como ni se acercó a saludarla supuso que era su madrastra, fue cuando decidió darse la vuelta y salir de ese lugar.
Olivia se quedó parada por varios minutos, observando la reacción de Gregorio con Andrea, al ver a la joven, vio de nuevo a su mejor amiga, era un clon de Vanessa, sabía perfectamente que su esposo nunca la había podido olvidar, pese a que ya tenía años de muerta.
En cuanto se quedaron solos, ella todavía impresionada, se acercó en donde estaban las bebidas y sirvió dos tragos, se acercó a Gregorio y le dejo uno.
-Para que te tranquilices- le dijo Olivia a su esposo.
Él tomó el vaso y le dio un trago, en realidad su mujer tenía razón, se había impresionado mucho al ver al ver a Andrea le recordó tanto a Vanessa.
- ¿Te quedaste mudo?, yo también, hasta parece que Vanessa reencarno para vengarse de ti –
Gregorio volteó a ver a Olivia con una mirada de desprecio – Mejor cállate y ve a ver lo de la cena –
-Nunca he entendido porque desprecias a tu hija, pero creo que ahora será difícil hacerlo, jajaja, será interesante ver como la tratas de ahora en adelante-
-Mejor cállate y no opines, vete a ver lo de la cena- le contestó con tono enérgico a su esposa.
Olivia lo miró, ni le extrañaba la forma que tenía él de tratar a las personas, pero no tenía más remedio que tolerarlo, no soportaba la idea de quedarse en la pobreza.
En cuanto escuchó que cerró la puerta, Gregorio dejó los papeles a un lado, el ver a Andrea le vino muchos recuerdos a la mente, Vanessa fue su vida, pero no podía querer a Andrea por todo lo que significaba, además recordó que en unos meses la joven cumpliría 18 años y recibiría la herencia de su madre, pero eso no le convenía por lo que tendría que poner manos en el asunto para evitarlo.