uola definitivamente no podía dormir.
Había estado dando vueltas en la cama, ya que, esa confesión de Altaír no se lo esperaba. Eso cambiaba mucho las cosas, tenía que averiguar exactamente cuál de los tres hermanos de su esposo estuvo relacionado con Altaír, porque este último ya estaba descartado por defecto. Tenía que hablar con su esposo cuanto antes y resolver todo ese embrollo.
<<¿A quién quieres engañar Iuola? ¿A quién? La razón de tu insomnio fue el beso>> se reprendió.
Esta se colocó la almohada en la cara y frotó su rostro en ella.
Iuola suspiró—Sólo fue un beso, he recibido muchos...—Esta se colocó la almohada en la cara una vez más—Pero ninguno como aquél...—Ella se tocó los labios.
No había visto en toda la tarde a Altaír, apenas este se dio cuenta de la veracidad de sus palabras, mandó a que le bajaran nuevamente su piano al sótano y se había quedado allí toda la tarde; incluso tomó la cena allí mismo.
En ese instante ella sintió un clic que abría la puerta. Su corazón latió de prisa y cerró los ojos de inmediato fingiendo dormir. La puerta se cerró muy suave pero las pisadas pudo sentirlas. De repente sintió un peso junto a ella.
Ésta se volteó y miró a su esposo en la penumbra, no lo podía ver muy bien porque la luz de la chimenea era tenue.
—¿Al...?
Este se inclinó y le dio un beso en la frente; él apoyó su frente en la de ella.
—No he dejado de pensar en ti en toda la tarde—le susurró.
Él comenzó a acariciarle el brazo. Iuola notó que este tenía su bata y olía a jabón.
Altaír le dio un tierno beso en los labios y posteriormente se los acarició.
—¿Las mujeres de tu familia te hablaron de lo que pasa en las noches de bodas? —le preguntó este sin dejar de acariciarla. Iuola asintió.
—Cuéntame Chérie ¿Qué te dijeron?
Iuola no pudo evitar recordar aquella escena tan desagradable aquella noche en su habitación.
Iuola se encontraba sentada leyendo uno de los libros que le había regalado Marsias, no había tenido la oportunidad de empezarlo y se dijo así misma que para eliminar el estrés que ha ocasionado su reciente compromiso leería un poco.
En ese instante se escucharon los toques de la puerta y ésta frunció el ceño.
—¿Quién es? —preguntó. Era casi media noche.
—Nosotras—respondió Aitasis
—Pasen—les dijo ésta. Becky, Aitasis y Georgia irrumpieron su habitación, las tres con camisolas dispuestas a irse a la cama.
—¿A qué se debe el honor de su visita a estas horas de la noche? —les preguntó Iuola.
Éstas se sentaron en la cama e hicieron un circulo junto a ella.
—Hemos venido a hablarte de lo que pasará en tu noche de bodas—le informó Becky
Iuola les sonrió—Ni se molesten, ya la abuela me explicó lo que tengo que hacer
—¿Qué te dijo la vieja cascarrabias? —quiso saber Aitasis mientras fruncía el ceño
—Que en mi noche de bodas el hombre hacía todo, yo sólo tenía que acostarme y pensar en Inglaterra—explicó Iuola inocentemente
El silencio que prosiguió fue abrumador y a continuación hubo un coro de risas. Aitasis incluso casi se cae de la cama.
—Iuola eso no es así—le preguntó Georgia—Escucha, tú sabes que los hombres y las mujeres somos diferentes
—No le expliques así—le dijo Aitasis—Becky prosigue
—¿Qué prosiga qué? —dijo ésta—Te confieso que me da un poco de pena hablarlo con Iuola
Aitasis se echó a reír—¡Esto es el colmo! ¿Cómo vas a sufrir de pena en algo que sabes muy bien? Deberías hasta escribir un libro, te apuesto a que conoces todas las posiciones del kamasutra
—¿Del qué? —preguntó Iuola
—Pues fíjate que solo he hecho cuatro—se defendió Becky
Aitasis la miró ofendida—Todas las meretrices de tu generación deben estar decepcionadas de ti Rebecca
—Ya cállense las dos—les ordenó Georgia—Escucha Iuola, la primera vez duele y la segunda también... la tercera no mucho, pero duele, a partir de la cuarta comienzas a disfrutar
—Eso si el hombre es cuestión no es un bruto—dijo Becky
—Así es, él tiene que ir suave contigo y tenerte mucha paciencia—agregó Aitasis
Iuola cerró el libro y las miró a las tres—¿Son conscientes que no me han dicho nada?