Llegué a darme una ducha, dormir un poco y temprano en la mañana me dirigí al hospital. Estar en Santa Lucia después de haber estado en la ciudad, fue un remanso de paz. Salude a las enfermeras y algunos doctores, entre al cuarto de mi padre.
Mi madre estaba durmiendo en el sofá que estaba debajo de la ventana, las cortinas estaban corridas, evitando que la luz solar entrara. Verlo conectado a todo ese equipo, con tantas bolsas de medicamento, suero, alimento conectadas, cables saliendo de su pecho, la sonda gástrica por su nariz, el soporte respiratorio por su boca.
Tenía sus ojos cerrados, se veía aseado. Quizá mi madre le había rasurado esa mañana o la mañana anterior, su corto cabello estaba peinado hacia un lado. Me senté en la silla que estaba aún lado de la cama, tome su mano y me quede sosteniéndola en silencio.
La semana siguiente se centró en una rutina simple, cuidaba a mi padre por la noche, le leía algun libro, mi madre lo cuidaba en el día. Tuvo mejoría, pero no le quitarían el soporte hasta un par de días despues. Asi que despues de una semana tan agotadora, volví a mi rutina. Con la idea de salir del programa antes de tiempo, quizá podría pedir una prórroga de tiempo.
No era fácil acceder a una beca de esa fundación, ni siquiera con un coeficiente alto, pues se movían más por el dinero. El lunes siguiente llegue temprano, entre al aula y espere al resto. Raziel llego tarde, de manera que solo se sentó a mi lado. Me saludo con una sonrisa, le agradecí que no preguntara nada.
Pero sabía que en algun momento tendría que darle una explicación de donde me habia metido esa semana, de porque estuve incomunicada. El asesor Ramos volvió a regañar a algunos por sus malos trabajos, no entendía como si éramos personas adultas podíamos ser tan “Infantiles” para trabajar.
Nos hizo un examen oral que solo aprobamos unos cuantos, lo que le hizo estar más molesto. De manera que de castigo nos dejó más trabajo, en solitario y en pareja. Por mi estuvo bien, no quería pensar, no quería recordar.
—No me podre ir contigo, surgió algo en un restaurante —me informo Raziel antes de que saliéramos del salón.
—¿Nos veremos esta tarde para el proyecto?
—Si, te veo en mi departamento.
Me dolió que las cosas fueran asi, pero entendí sus razones. Al salir estaban Cata y Eva, no sonreían.
—Hola chicas.
—¡Desapareciste Bea! —me reprocho Cata.
—Tenía que hacerlo.
—Explícate.
—¿Podemos hablar en otro lado?
Increíblemente salimos del programa y nos dirigimos a su casa, en el camino no dije una sola palabra. Entramos a la sala, me dieron una lata de cerveza, me deje caer en el sofá. Ellas trajeron algo de botana y se sentaron juntas en el sofá largo.
—¿Dónde estabas?
—En Santa Lucia, mi padre está hospitalizado.
—¿Nena, porque no nos dijiste? —me interrogo Eva.
Destape la cerveza y le di un trago largo.
—La relación con mi madre no es muy buena, no sé cómo habría reaccionado de haber llegado con más personas en un momento tan delicado.
—¿Cómo esta tu padre?
Tuve que pensar en estadísticas para no derrumbarme y llorar.
—Le dan seis meses de vida.
—¡Dios!
Cata se puso de pie y se acercó a mí, me abrazo. Yo estaba conteniendo el llanto a pura fuerza de voluntad, no quería llorar, no frente a nadie.
—¿No hay manera de ayudarlo? —interrogo Eva.
—No lo sé, su doctor está investigando. Pero, aun si encontraran una nueva terapia, medicamento o cirugía, su sistema ya está muy comprometido, a lo sumo le podrían alargar la vida uno o dos años.
—Pero, ¿eso no sería mejor?
¿Mejor? No, él ya no podía comer solo, en ocasiones los músculos de su garganta se serraban solos… no era mejor.
—Si… no me gustaría perderlo.
¿Por qué mentí?
—¿Qué piensas hacer?
—No lo sé, mi padre no quiere que deje el programa, mi madre… ella solo quiere que mi padre salga de esta crisis para irse de viaje a Grecia.
—¿Por qué no solicitas el examen por suficiencia? Se que algunos han terminado el curso de ese modo, y asi podrás estar con tu padre el tiempo necesario.