Damian Anderson
- ¿Entonces esta noche la doctora Evans no esta a tu servicio? -Jill negó.-
- Ella salió hace una hora y se fue con otra chica, por cierto, pensé que tendría una cirugía.
- Si, pero la cancelaron, por cosas del paciente, ahora la han cambiado para mañana, algo que no pude evitar, nos vemos mañana doctora Jill.
- Si doctor Anderson, que descanse.
Recordé el chico del bar, no la había visto desde ayer, así que me dirigí al bar, al llegar la busqué, pero había demasiada gente como para encontrarla, solo quería decirle que le había conseguido una gran cirugía.
- ¿Doctor Evans? -me giré,- Soy Margaret Jhonson -sonrió,- No pensé que le gustará estos lugares, usted se ve más elegante.
- Me gustan -ella asintió,- Bueno, debo irme.
- ¿Buscaba a alguien? -preguntó,- Tal vez a Susan, se que ha estado a su servicio, a decir verdad ya me disculpe con ella por lo que paso la vez pasada y la ayude con un chico que conocí, precisamente aquí, ella dijo que saldrían un rato, pero ya se tardaron, seguramente estan en su auto.
- ¿En su auto?, ¿Sabes cual es? -ella sonrió.-
- Pues seguramente el que se mueva más.
Me alejé de ella y salí de nuevo afuera.
Tal como dijo Margaret, el auto que más se mueva, me acerqué al auto de color azul, sus vidrios comenzaban a condensarse, pero pude reconocer a Susan, al momento en que alzo su mirada y se topo con la mía, dejo de besar al tipo con el que estaba, el parecía seguir besando su cuello o posiblemente sus pechos, pero aún con mi precensia, ella volvió a besarse con el hombre que estaba.
Después de todo, ella también merecía pasarla bien con más hombres, así que volví a mi camioneta y observe al auto en donde estaba, tomé mi celular y envié un mensaje.
"Te estaré esperando hasta que termines, tengo una sorpresa :) "
Guarde mi celular y esperé a que ella terminará.
¿En que momento pase de ser un hombre que esperaban por el a un hombre que esperaba por alguien?
Aun así me quedé mirando el auto, pensando en la manera en que Susan fue convencida para hacerlo en un auto tan pequeño.
Debí quedarme dormido dentro de la camioneta, había sido un día pesado como para enojarme por no estar follando con alguien.
- Damian -tocaron la ventana, abrí la puerta.-
- Al fin terminaste, ya me había dormido -dije al ver que subió a la camioneta.-
- No debías esperarme -dijo mientras ponía su cinturon.-
- ¿Cómo te fue?
- No hablaré de eso contigo -sonreí.-
- ¿Tan mal te fue?
- El es raro -parecía incomoda,- Guapo, pero no tan bueno para eso, además de que parecía que mis pechos le excitaban más que mi gran esfuerzo de ser sexy -sin poder evitarlo reí.-
- Bueno, no esperes que tu cara sea excitante cuando estaban sudando ahí adentro -ella sonrió,- Pero a decir verdad a mi me excita cuando intentas ser sexy.
- Eso no hará que me sienta mejor.
- Por lo menos lo intenté -ella asintió,- Por cierto, encontré una cirugía que te encantará, mañana se hará en la tarde, así que si llegamos al departamento y dormimos, descansaremos cinco horas, ¿Te son suficientes?
- Si, pero yo necesito ir a mi casa.
- ¿Cómo puedes camar casa al cuarto que tienes?, te quedarás en la sala, ¿Acaso pensaste que te dejaría dormir en mi cama?
- Eso sería demasiado para ti -dijo y me miró,- Damian, estoy ebria y no me gusta estar ebria.
- Llegaras y te bañaras con agua fría, así no te dolera la cabeza mañana.
- No, me refiero a que cuando estoy ebria los pensamientos malos vienen a mi -ahora yo la miraba,- ¿Te ha pasado?
- No, yo soy lo suficientemente inteligente para evitarlos -ella asintió y encendí la camioneta,- Pero no pienses en eso, Susan, ¿Cuentame que tan mal estuvo?, ¿Me aconsejas no hacer en un auto?
- Absolutamente no -sonrió,- Después de hacerlo, el auto apestaba -comenzó a reír.-
- ¡Que asco! -dije mientras me dirigía al departamento.-
Al llegar obligue a que se bañara y esperé afuera.
- Mirá el tamaño de tu pijama en mi cuerpo -dijo al salir,- Soy como un espanta pajaros.
- Bueno, un espanta pajaros se ve mejor que tu, ahora acuestate.
- Pensé que dormiría en la sala.
- Si, cambie de opinión, solo por hoy, porque tuviste el peor sexo de tu vida y quiero que duermas bien -ella asintió y fue directo a mi cama.-
La miré acostarse y espere un momento para meterme a la cama.
Susan Evans no alejaba la realidad que cada día trataba de evitar, ella me acercaba a esa realidad y eso me aterraba.