Impulsos de Amor

Quédate

Damian Anderson

Amar sin comprar amor.

Amar sin comprar amor.

Esa frase la repetía una y otra vez.

La cena con Lauren había sido buena, en ningún momento noté a Susan nerviosa y eso me hizo sentir bien.

La cena con su padre la habíamos dejado para después y hoy sería el día, había comprado un vino, un postre y unas flores, solo espero que el consejo de Lauren no fallé.

Toque la puerta dos veces y respiré hondo, debía confiar en mí, siempre confiaba en mi, pero ahora parecía que esa confianza se había ido, la puerta se abrió y Susan salió.

- Pasa, mi padre esta en su habitación -dijo mientras cerraba la puerta,- Lo hemos pintado, ¿Qué te parece?

- Creo que es muy bonito -ella sonrió,- Te traje flores -dije mientras ella las tomaba,- También traje un vino y un postre.

- Gracias -dijo mientras se acercaba a la mesa,- Le dije a mi padre que por fin habías tenido tiempo para venir a cenar.

- ¿Quieres que te ayude?

- Ya esta todo listo.

- Los vestidos te quedan bien.

- Ni me lo recuerdes, mi padre quiso que utilizará un vestido, porque le dije que ibas a venir y no debía dar un mal aspecto.

- ¿Mal aspecto?, si hasta con tu uniforme de cirujana te ves hermosa -ella se sonrojo,- Lástima que no tendré tiempo para quitarlo.

- Recuerda que las paredes escuchan, así que deja de decir eso.

- ¿Tu padre sabe de nosotros?

- Si, ya se lo dije y...

- Le dije que mientras ella sea feliz estaría de su lado -miré hacia la habitación de donde venía la voz,- hasta que al fin nos conocemos.

- Señor -me acerqué,- Damian Anderson.

- Ya lo se, Susan no ha parado de hablar de la cena y de que vendrías, así que me alegra que estes aquí, soy Alejandro Evans.

Pasamos a la mesa y me senté junto a Susan.

Durante la cena su padre me preguntaba de las cirugías que había hecho y como era que había sacado un libro aún siendo joven.

- Susan compró uno de tus libros cuando era pequeña -su padre sonrió,- Desde pequeña le encantaba la medicina, era curiosa, cuando me dijo que te había conocido y que no simplemente eras su titular sino que habían empezado una relación, solo creí que pudo haber sido el destino.

- Mi padre cree en esas cosas del destino, las almas gemelas y todo eso -dijo Susan.-

- Cuando conocí a la madre de Susan supe que era ella...

La reacción de Susan me llamo la atención, dejo de comer y miró a su padre.

- Damian no sabe de mamá -su padre asintió.-

- Pero lo sabrá si decides contarselo -me miró,- Es mi hija y como todo padre quiere que su hija sea feliz, si ella te eligió es porque te quiere, Susan no es de las que me presenté a varias personas, solo pido que la cuides, que pase lo que pase la cuides, ella es lo único que tengo ahora.

- No tiene que decirlo, Susan se ha vuelto importante para mi.

- Susan estaba asustada cuando vino aquí, dijo que no tenía amigos, ni con quien apoyarse y eso me preocupaba, porque en los últimos años solo hemos sido los dos, cuando ella se fue me sentí solo y por eso ahorre y es como rentamos este departamento, supongo que no lo sabes, tus padres si debieron estar contigo.

- No -dije y miré a su padre,- Mi padre murió al igual que mi madre.

- No lo sabía -dijo Alejando.-

- Es una historia complicada.

- ¿Quieren postre? -pregunto Susan,- Bueno, Damian, ¿Puedes ayudarme con los platos?

Cuando nos acercamos a la cocina, ella me entrego unos platos más pequeños para el postre.

- No es necesario que le cuentes todo a mi padre -dijo y se acerco,- Se que es un tema difícil.

- Esta bien, gracias por salvarme.

- Para eso estamos -dijo y volvímos a la mesa,- Mira papá, Damian compró pastel de fresas.

- Es mi favorito -dijo Alejando,- Y el favorito de Susan, ella desde pequeña amaba las fresas, pero cuando empezaron a ser más caras las dejamos de comprar, su mamá decía que prefería pagar la escuela de Susan que comprar fresas.

Aunque su padre sonreía ante ese recuerdo, Susan se mantenía en silencio y cada que mencionaba a su mamá, ella cambiaba de tema.

Alejandro parecía cansado y con una gran tristeza dentro de el, pero Susan evitaba mirarlo, evitaba tocar ese tema, era como si evitara recordar.

En ese momento comprendí que cada uno evitaba su realidad a su manera, Susan parecía estresada al ver que su padre no podía dejar de hablar de su madre y aunque por más que lo intentará la terminaba mencionando, coloqué mi manto encima de la de ella, por un momento ella me miró, pero después desvió su mirada y entrelazo su mano con la mía.

Cuando la cena termino el señor se despidió de mi y regreso a su habitación.



#4921 en Joven Adulto
#24365 en Novela romántica

En el texto hay: amor, dinero o amor, infeliz

Editado: 22.07.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.