In the sea

Capitulo #14

Jack se encontraba en el parque, sentado en su banco favorito. El sol de la mañana bañaba el lugar con una luz dorada, y el aire estaba lleno del canto de los pájaros y el suave susurro del viento entre los árboles. A su lado, Ellen, su amada esposa, sonreía con esa calidez que siempre le había llenado de paz.

 

"Es un hermoso día, ¿verdad, Jack?" dijo Ellen, mirando alrededor del parque.

 

"Sí, Ellen, lo es," respondió Jack, tomando su mano. "Siempre me ha gustado este lugar. Me recuerda tanto a ti."

 

Ellen apretó su mano suavemente. "Sabes, Jack, siempre estoy contigo. En cada brisa, en cada rayo de sol. Nunca me he ido realmente."

 

Jack asintió, sintiendo una mezcla de alegría y tristeza. "Lo sé, y eso me ha dado fuerza para seguir adelante. Pero a veces, es tan difícil sin ti."

 

Ellen lo miró con ternura. "Lo sé, mi amor. Pero hoy es un día especial. Hoy, finalmente podremos estar juntos otra vez."

 

Jack frunció el ceño, un poco confundido. "¿Qué quieres decir, Ellen?"

 

Ellen lo miró a los ojos, su expresión se volvió seria pero llena de amor. "Jack, esta vez no podrás irte. Esta vez, nos quedaremos juntos para siempre."

 

Jack sintió un nudo en la garganta mientras las palabras de Ellen se asentaban en su mente. La comprensión lo golpeó como una ola, trayendo consigo una mezcla de emociones. Se giró hacia ella, su corazón latiendo con fuerza.

 

"¿Es... es esto lo que creo que es?" preguntó Jack, su voz temblando.

 

Ellen asintió lentamente. "Sí, Jack. Tu tiempo aquí ha terminado. Pero no temas, porque ahora estaremos juntos de nuevo, para siempre."

 

Jack sintió lágrimas llenar sus ojos. "Voy a extrañar tanto a nuestros hijos y nietos. Y David... él necesita a alguien. Le prometí que estaría allí para él."

 

Ellen acarició su mejilla con ternura. "Ellos lo entenderán, y David encontrará su propio camino. Has hecho todo lo posible, y ellos estarán bien. Ahora es momento de que descanses."

 

Jack asintió, aceptando la realidad con una mezcla de tristeza y paz. "Te he extrañado tanto, Ellen."

 

"Y yo a ti, Jack. Ahora, ven conmigo. Es hora de irnos a casa."

 

Con esas palabras, Jack sintió una calma profunda envolverlo. Se despidió del parque que tanto amaba, sintiendo la presencia de Ellen a su lado. Con una última mirada, dejó ir todas sus preocupaciones y se sumergió en la paz de estar reunido con su amor.

 

En la casa de Jack, Emma estaba preparando el desayuno. El aroma de los huevos revueltos y el café recién hecho llenaba la cocina, creando una atmósfera acogedora. Emma se sentía contenta de tener un momento tranquilo con su padre, quien había estado luchando tanto últimamente.

 

"Papá, el desayuno está listo," llamó desde el pie de la escalera.

 

No hubo respuesta. Emma frunció el ceño, pensando que su padre no la había escuchado.

 

"¡Papá, el desayuno está listo!" llamó de nuevo, un poco más fuerte esta vez.

 

Todavía sin respuesta. Una sensación de inquietud comenzó a crecer en su pecho. Emma subió las escaleras y se dirigió a la habitación de su padre. Al abrir la puerta, lo vio acostado en la cama, inmóvil.

 

"Papá," dijo suavemente, acercándose. "Papá, ya es hora de levantarse."

 

Cuando tocó su hombro y no obtuvo respuesta, un frío helado corrió por su espalda. Emma se inclinó más cerca, viendo el rostro de su padre sereno, pero sin vida.

 

"PAPAAAA," gritó, el dolor y el miedo en su voz llenando la habitación.

 

En otro lugar de la ciudad, David se levantó lentamente. Su cuerpo estaba agotado, pero había algo de esperanza en su corazón. Jack le había comentado que ese día finalmente podría decir que había superado el cáncer. David estaba feliz por su amigo, admirando su fuerza y resiliencia.

 

Se preparó para su sesión de quimioterapia, pensando en la conversación que había tenido con Jack la última vez que se vieron. Jack le había dicho que nunca se rindiera, que siempre mantuviera la esperanza viva.

 

Al llegar al hospital, David buscó a Jack en la sala de quimioterapia, pero no lo vio. Eso le pareció extraño, ya que Jack no solía faltar a sus sesiones, y menos aún a una tan importante como la última.

 

"¿Has visto a Jack?" preguntó David a la enfermera que solía atenderlos.

 

La enfermera lo miró con una expresión triste, sus ojos llenos de compasión. "David, tengo algo que decirte. Jack falleció anoche mientras dormía."

 

El mundo de David se detuvo. No podía creer lo que estaba escuchando. "¿Qué...? No... ¿Cómo...?"

 

"Lo sentimos mucho," dijo la enfermera, colocándole una mano en el hombro. "Jack era un hombre maravilloso y siempre hablaba muy bien de ti."

 

David se quedó en silencio, incapaz de procesar lo que había escuchado. Sentía como si una parte de él hubiera sido arrancada. La sesión de quimioterapia continuó, pero él apenas era consciente de lo que ocurría a su alrededor. Las palabras de Jack resonaban en su mente: "Nunca te rindas."

 

Después de la sesión, David salió del hospital, sintiéndose vacío y desorientado. Caminó sin rumbo por las calles, tratando de entender la pérdida de su amigo. Recordó todas las conversaciones, el apoyo y la fuerza que Jack le había dado. Sintió una mezcla de dolor y gratitud, sabiendo que Jack siempre estaría con él, en sus recuerdos y en su corazón.

 

Al llegar a su departamento, David se dejó caer en el sofá, sintiendo una tristeza profunda. Miró alrededor, viendo todos los pequeños recordatorios de Jack en su vida. La guitarra que Jack le había animado a tocar, las fotos de las sesiones de terapia, y los libros que Jack le había recomendado.



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En el texto hay: jovenes, romance, romancejuvenil

Editado: 04.07.2024

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