Narra Leo.
La batalla contra los diez mil soldados a las ordenes de Martín, ocasionaron muchas cosas, primero, de los mil quinientos guerreros que en un principio teníamos quedaron cerca de ochocientos (en su mayoría Dragonianos), lo segundo fue que todos en Gorbian se enteraron de que los Dragonianos no estaban extintos y lo último fue que alrededor del continente Gorbian surgieron rumores de que un ejército se opuso al rey y que además podía hacerle frente aun con desventaja numérica.
A causa de mi repentina popularidad, empezaron a llegar personas de todo tipo de razas con el fin de entrar a "La Orden de Leo", llegaron de la raza de los Avil, Tirant, Orx e incluso humanos, todos desconformes con las aberrantes acciones del rey Martín, pasando de tener menos de 800 a un grandioso numero de once mil, usando el enorme volcán como base de operaciones. La situación no podía ser mejor, pero de la nada apareció Melisa junto a el Dr. Chester y William de quien Voldor me había contado exigiendo hablar con el jefe a cargo de la orden (es decir yo).
—Es un placer conocerlo mi nombre es Chester –se presentó Chester estrechado mi mano.
—Un placer, mi nombre es Leo Lenad y soy el jefe del lugar —dije sintiéndome orgulloso.
—Esperaba que se tratara de otro Leo, pero tenias que ser tú —aborreció Melisa mostrando su disconformidad.
—Disculpe a la chica, venimos a ofrecerle apoyo para que acabe con el rey Martín —dijo el Dr. Chester.
—¿Ah sí?, cuéntame más por favor—contesté intrigado por la oferta.
El Dr. Chester me habló de un arma pirotécnica, según lo que me dijo con gran cantidad de ella podría armar a nuestro ejército con un temible poder, que me serviría para destruir a las tropas de Martín con más rapidez, me dijo que a cambio tenía que quitarle a Melisa la idea de matarme, acepté aunque un poco dudoso.
Melisa entró a "La Orden de Leo" y empezó como el resto a aprender sobre la "Senda de la Voluntad", solo que supervisada por Voldor para que no matara a nadie, mientras que yo me encargué de ayudar al Dr. Chester a preparar una sustancia de nombre "Pólvora", con una mezcla de salitre, carbón y azufre, además me encargué de conseguirle varas de bambú, con el fin de usarlas como cañón que junto con la pólvora impulsarían un proyectil, además hicimos enormes arietes para derribar las puertas. Al cabo de algunos días estábamos armados y listos para asaltar la ciudad de Tifanía.
El enorme ejército a mis espaldas se movía en grupos cargando sobre sus manos los cañones que el Dr. Chester había creado y arrastrando los enormes arietes. En cuestión de tiempo "La Orden de Leo" se posó en frente de la muralla de Wolframio, entonces se empezó a golpear la puerta principal con los arietes, los soldados sobre la muralla recurrieron a lanzar el alquitrán caliente sobre los que pretendían irrumpir en la ciudad, tras una señal de Voldor nuestras tropas empezaron a disparar en contra de los soldados sobre las murallas, uno por uno caían como moscas, mientras que Voldor, Melisa y yo nos cubrimos de voluntad para resistir y cargamos contra la enorme puerta, la misma que se encontraba agrietada por los arietes, así que cedió ante la fuerza de los tres, el resto de la Orden nos siguió al interior con gritos de batalla.
—Leo, recuerda lo que acordamos, debes ir directo al castillo, de ser necesario me dejaras atrás ¿entendido? —dijo Voldor tomándome de los hombros.
—Asegúrate de no morir antes de que yo te mate —amenazó Melisa con sarcasmo.
—Bien, no los defraudare —sonreí para finalizar.
A nuestro alrededor aparecieron gran cantidad de soldados en busca de matarme a mí, Voldor los repelió con su espada, Melisa usó un par de pequeños cañones que Chester le había otorgado y yo convertí mis brazos en acero con las cuales empecé a partir huesos, uno a uno caían ante mí, pero parecía que jamás acababa, cada vez más aparecían a mi alrededor y poco a poco me iba agotando, por suerte mi ejército apareció para ayudarnos, pero solo cambió un poco las cosas, los soldados de clase baja y media eran liquidados con facilidad, haciendo que quedaran solo los fuertes, eso hacia la situación más agotadora y difícil.
Los Dragonianos que poseían alas sobrevolaban la zona quemando a los enemigos, pero se mantenían en las alturas, Drac sin embargo descendió y me levantó.
—Tú debes sobrevivir, sea como sea —dijo Drac llevándome a un tejado.
—Gracias Drac, no te defraudare —agradecí imponiéndome algo de presión.
Aun más presionado que antes me dirigí rumbo al castillo, pero por desgracia me encontré con más enemigos, al principio eran débiles, pero luego me encontré lo que podrían ser caballeros y me di cuenta que estaban a otro nivel. En total eran solo cinco, cuatro de ellos con armadura de titanio, con detalles plateados y el que parecía el líder llevaba una armadura más lujosa con detalles dorados, que con seguridad era un caballero de clase alta, los cuatro del rango más bajo sacaron sus espadas y arremetieron contra mí con rudeza, de no ser por que cambie y volví mi piel de acero había probabilidades de terminar más herido.
Con diferentes ataques a diferentes zonas de mi cuerpo atacaron sin parar, pese a tener piel de acero el daño que me causaban era notable, no pude resistirlo y me vi obligado a entrar en mi modo "Incansable Voluntad", una vez activo podía ver todo a una velocidad diferente, pero la rapidez de los caballeros fue tanta que seguí sin poder seguirles el ritmo, irradiado en furia y harto de mi impotencia, me dejé guiar por mis instintos y sin pensarlo acabé destrozando el arma de aquellos caballeros, por un segundo me sentí invencible, pero ese sentimiento desapareció al sentir como caía al suelo, al principio no comprendí la razón, pero como todo en la vida tiene una respuesta.
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Editado: 12.09.2024