"La luna está llena de miradas que se perdieron buscando una respuesta."
Capítulo 2: El chico de las escaleras...
¿Qué diablos pasó ahí? ¿Quién demonios es él? ¿Y quién se cree para decirme lo que tengo que hacer?
Después de ese evento tan inoportuno, me dirijo a la clase que me toca. Y al llegar me doy cuenta que he llegado tarde.
—Buenos días, debe ser usted la nueva estudiante. —Dijo el profesor al verme entrar.
—Sí, soy Kelsey Williams —Digo.
—Bueno, señorita Williams, espero que esta sea la última vez que llega tarde.
—Claro. —Dije.
Me dirigí al primer asiento que vi vacío, me senté y espere a que el profesor comenzara a explicar nuevamente.
—Como decía, la biología es la ciencia que estudia...
—Buenos días. —Interrumpió ¿Él chico de las escaleras? ¿Qué hace aquí?
—Al parecer hoy es el día de interrumpir mis clases. Pase, señor Smith antes de que cambie de opinión.
Sonrió y busco con la mirada un lugar dónde sentarse. ¿Por qué está mirando hacia donde yo estoy?
—Estas en mi lugar. —Dijo.
Ah.
—No sabía que tenían lugares en específico.
—Bueno, pues ahora lo sabes.
—Claro, pues entonces para la próxima llega más temprano y podrás sentarte donde tú quieras. —Sonreí.
—Uh, eso estuvo fuerte. —Dijo un chico cuyo nombre desconocía.
—¿Cómo te llamas? —Me dijo el chico de las escaleras.
—No es algo que te deba importar. —Respondí.
—Bueno, "no es algo que te deba importar", te lo diré de la manera más hermosa posible... —Sonrió—. ¿Puedes mover tú lindo trasero de mi silla y colocarlo en otro lugar que no sea el mío?
¿QUÉ DEMONIOS? No sé si eso fue un cumplido o un insulto.
—¿Y si no quiero? —Dije.
¡Maldita sea! ¿Por qué simplemente no me quedo callada y ya? Además ¿Por qué todos me miran como se hubiera retado al mismísimo diablo? Y cuando digo todos, son todos... incluyendo al profesor.
<<Porque tal vez si estás retando al mismísimo diablo, estúpida...>>
—¿Realmente quieres eso? Porque si yo fuera tú, estaría moviéndome en cuestión de segundos. —Habló nuevamente el chico de las escaleras.
—Tú lo has dicho, "si yo fuera tú", pero como no lo eres. —Sonreí.
<<¡CÁLLATE KELSEY WILLIAMS!>>
Lo siento, pero este chico me saca de quicio.
—Anda, amigo, no discutas con una persona de la cual no vale la pena hacerlo. —Dijo un chico que estaba a mi lado.
¿Amigo?
—Sabes que, tienes razón, Jace. No pelearé con alguien que no vale la pena.
Mentiría si dijera que eso no me dolió. Odio que me duela lo que digan los demás sobre mi. A veces me gustaría apagar mis sentimientos, no volver a sentir nada, que nada me importe.
(...)
Después de esa clase tan horrible, tocaron la campana, así que me dirigí a la cafetería. Al llegar a la cafetería, parecía que explotaría de estudiantes y lo peor era que todas las mesas estaban ocupadas.
Hoy realmente me sentía agotada y no tenía ganas de ir a buscar un lugar donde sentarme, así que decidí mejor no comer. Además, ver tantas personas me quita el apetito.
No me malinterpreten, me gusta conocer personas a pesar de ser una persona muy solitaria, pero la verdad era que hoy no me encontraba de humor.
Me dirigí a la salida de la cafetería y me encaminé para guardar algunas cosas en mi casillero.
—Deberías tener cuidado con lo que dices...
Pegué un brinco e inmediatamente di media vuelta para ver quién era el dueño de esa voz.
—¿Tú otra vez? —Dije mientras mi corazón latía muy rápido del susto.
Después de lo sucedido en aquella clase, no quiero ni verlo a la cara.
—¿Sabes quién soy yo?
—No, y ni siquiera me interesa saberlo.
—Bueno, pues mi nombre es Daven. No sé si has escuchado de mi, pero como dije antes, "si yo fuera tú" tendría cuidado con lo que sale de mi boca.
—Sí, pero no...
—Sé que no soy tú, genia, pero solo quiero que sepas, que tengas bien en claro que, si te metes conmigo, te irá muy mal, Kelsey. —Dijo mientras se acercaba lentamente a mi.
¿Eso fue una amenaza? Además, ¿Cómo sabe mi nombre?
<<Se lo dijiste al profesor, genia, ¿Recuerdas que él está en la misma clase que tú?>>
Aun así, no tiene derecho a amenazarme.
—¿Me estás amenazando? —Fruncí mi ceño.
—Creo que ya nos vamos entendiendo. —Me miró—. Solo quiero que sepas que te digo esto por el simple hecho de que cuando vayas a hacer algo, lo pienses dos veces.