Luego de la salida con Liam y su hija por el centro comercial, los tres decidieron que era mejor no tocar más el tema. Él recibió una llamada para que fuera de inmediato a saber Dios dónde, puesto que se pasó de la raya al tener poco tiempo de anticipación.
— Disculpa que te hayamos quitado tanto tiempo —dijo Asya, quitándose el cinturón de seguridad—. Podía llamar a mi hermano para que fuera por nosotras al centro comercial.
— No hay problema —Liam apagó el motor—. Eran muchas bolsas y veo que tu terremoto dictador irá a clases pronto.
— Sí, tengo trabajo y no podré llevarla conmigo todo el tiempo —abrió la puerta—. Nuevamente, gracias y perdón si Laisha te hizo sentir incómodo.
— Crecimos con Jedward, puedo con ella —bajó del auto—. Te ayudaré con las bolsas…
— Bájame primero, ¿no estás viendo que estoy lisiada? —Laisha levantó las manos—. ¿Y los abuelos?
— Debieron de haber salido de sus trabajos o están por salir —Asya caminó hasta la puerta para abrirla—. No tenías que hacer esto, el centro comercial estaba lleno de los guardias que nos pone el tío Kiral.
— Lo sé, uno que otro también me cuida y me sirvió para comprarme algunas cosas —caminó detrás de ella—. No tienes por qué estar nerviosa, Asya. No te haré nada.
— No te tengo miedo —abrió la puerta—. Solo que hay cosas que me perturban más de lo que deseo.
— Puedes…
— No vayas por ese camino, por favor. Sabemos que no es bueno para ninguno y más por lo que sucedió —puso un mechón de su cabello detrás de la oreja, antes de abrir la puerta—. Puedes dejarla en el sofá, iré a buscar las bolsas.
No esperó respuesta de su parte, dejó las llaves en la mesita de la entrada y fue hacia el auto de Liam para sacar las bolsas. Él apareció unos minutos más tarde para ayudarla con algunas bolsas, sin embargo, cuando la tocó sin querer con el brazo cuando quiso sacar un par, ella dejó caer las que tenía en las manos.
— ¿Estás bien? —Liam se agachó para tomar las bolsas que se le cayeron—. Asya, no es normal que estés temblando de ese modo. ¿Les has dicho a tus padres sobre esto?
— Mis padres no tienen por qué saberlo, solo es algo temporal —le quitó las bolsas—. Cuando llegué a Turquía, me sucedió lo mismo. Debo acostumbrarme a los cambios climáticos.
— Bien.
Por la respuesta que le dio, supo que él no estaba del todo convencido, pero no siguió insistiendo con el tema. Al cabo de unos largos y tortuosos minutos, las bolsas fueron dejadas en su habitación, y Liam se despidió, ya que tenía algo que hacer.
Asya recibió un mensaje de Julián después de unos minutos, de qué podía quedarse en casa, por el hecho de que no la iba a necesitar ese día, que se preparara para cuando su cliente la necesitará en unos días o semanas.
— Me han cancelado el trabajo —susurró mirando su celular—. ¿Estás bien? ¿Te duele algo?
— El cuello un poco —Laisha gateó—. Mi papá es algo bruto. ¿En verdad no me parezco a él?
— Te pareces mucho a tu padre, solo que parece algo de familia, no darse cuenta de las similitudes en la actitud —le quitó los zapatos—. El lunes ya vas para la escuela.
— Sí, ojalá que aquí no sean igual que en…
— Descuida, preciosa —le puso un dedo en la boca—. Las escuelas de este Estado entrenan a las niñas para que sean esposas —la calmó—. Estamos a salvo, amor.
— Lo siento por todo, es mi culpa…
— Laisha, deja de echarte la culpa de algo que ya pasó —la abrazó, y apoyó la barbilla sobre la cabeza de su hija—. Son cosas que pasan, ya está claro de qué nosotras debemos estar juntas desde ahora, que nadie nos molestará y que…
— Tengo miedo todavía, mamá —Laisha rompió a llorar—. Sangrabas mucho por mi culpa, debí correr más rápido… él…
— Ya, los abuelos pueden escucharte y es nuestro pequeño secreto —se alejó un poco para secarle las mejillas—. Hasta que el tío Kiral pueda resolver ese pequeño problema, nos tocará mantenernos en secreto.
— Pero…
— Los abuelos pueden ponerse en peligro y ya es un riesgo que el tío Kendri lo sepa —le echó el cabello hacia atrás—. Sin embargo, querías conocer a tu padre.
— Conocer a alguien que fuera inteligente y se diera cuenta de qué soy su hija…
— Bueno, le mentimos acerca de que tenías tres años y no cinco o cuatro —le dio un beso en la frente—. En cuanto resolvamos este problema, le contaremos la verdad.
— De aquí a qué se lo digas, soy la presidenta de este país de mierda.
Con esa actitud de niña mandona, era claro de qué sería una presidente, pero del inframundo. Puso la ropa en su sitio, le preparó algo de comer a su hija y revisó que todo estuviera en orden antes de la llegada de sus padres.
Su padre era un famoso arquitecto, y en esa época del año, le tocaba hacer muchos trabajos como si nada. En cambio, su madre, Nicole, era una famosa diseñadora que supo mantenerse en lo más alto con el paso de los años, olvidándose por completo de qué su familia era un peligro andante.
Su hermano, Jedward, seguía los mismos pasos de su padre Volkan, al punto de que se fue a estudiar fuera del país luego de lo ocurrido con su novia años atrás… lo que ocasionó su rompimiento en parte con Liam.
— Eres mi gemela, y literalmente puedo sentir cuando estás triste —Kendri estaba con los brazos cruzados en el umbral de la puerta—. ¿Qué tienes?
— Mal de amores y miedo que no me dejó dormir —metió las manos en el fregadero—. ¿Qué haces aquí?
— Vine a verte —terminó de entrar a la cocina—. Papá le preguntó cosas al tío Kiral —se apoyó en la encimera—. Tienes que decirles, porque es cuestión de tiempo para que todo explote.
— No puedo decirles lo que realmente pasa conmigo —lavó los platos, sin darse la vuelta—. Ellos confiaron en mí, y le fallé al tío Kiral.
— Él debió verlo venir…
— Sabes que eso nadie lo veía venir —sacudió la cabeza, mirando brevemente el techo para que las lágrimas no bajaran—. Me siento fatal, por mi culpa casi pierdo a Laisha…