Tú eras un simple borracho enamorado de cualquiera que caminara por las calles de Madrid, y yo una simple escritora que intenta adornarte entre versos perdidos y páginas rotas, sintiendo lo inaudito por no tener musa en este entuerto. Estando para ti y queriéndote como si nunca te hubiese extrañado, como si nunca me hubieras fallado.
Ahora que no estás mi inspiración se palpa en los pequeños detalles, en los ríos que recorren cada vértice de nuestra distancia y en las noches, donde el tiempo se congela y el maldito tintineo del reloj me recuerda que hace tiempo que te marchaste..