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|MARILYN HARPER|
«¡No quiero volver a ver tu maldito rostro! ¡Véte!»
«Él te quiso mucho, demasiado, te cuido y te respeto hasta dónde él podía...¿y se lo agradeciste de esa manera? ¿¡En serio!?»
«No merecías ser la chica a quién él más quería. ¡No lo merecías!»
«No mereces ser querida por alguien. No lo mereces y tampoco te esfuerces en pensar que sí mereces amor. ¡Hasta las porquerías terminan siendo MEJORES que tú!»
«¿Por qué dijiste quererlo? ¿Acaso no sabías que las mentiras destruyen?»
«¿Por qué si tanto lo querías le hiciste eso?»
«¡Fue tu culpa!»
«No entiendo cómo alguien cómo él pudo fijarse en el monstruo que resultó ser ella».
«Y lo más triste es saber que él si la amó de verdad, mientras ella sólo jugaba con sus sentimientos. ¡Maldita!»
—¡Marilyn Harper! ¡Tengo 5 minutos llamándote. ¡¿De qué manera planeas llegar temprano si ni siquiera te has levantado, eh?!
Los gritos de la Señora Harper despertándome en mi mañana de escuela jamás me había aliviado tanto cómo lo acaba de hacer.
Estoy sudando, mis ojos luchan para que dejen de arder, mis pestañas pesadas y mi respiración agitada pelea por volver a la normalidad. Yo estoy luchando en contra de mis sentidos para volver a la normalidad. Pero eso, en mi caso, es mucho pedir.
—Shh. Nena, aquí estoy —dice la señora Harper acercándose a la cama y abrazándome mientras yo intentó alejarme de la misma pesadilla de mi cabeza—. Aquí estoy. Shh. Ya pasó. Fue una pesadilla. Shh.
Su suave voz, su cálido abrazo, sus constantes masajes sobre mi espalda comienzan a calmar al desfile de lágrimas que ya está corriendo en mis mejillas.
—Jamás quise hacerle daño —sollocé mientras la abrazaba con fuerza—. Yo... yo no quise.
—Lo sé, cariño. Lo sé —sus masajes y palabras de aliento continúan mientras me permito llorar con más ahínco. Despertarme llorando después de la misma pesadilla ya no es nuevo.
No cuándo es cómo he despertado desde hace meses. La misma pesadilla me persigue, tanto ellos cómo yo tratamos que mi cabeza comprenda de una vez por todas que lo que pasó no fue mi culpa. No lo fue.
Y no merezco estar sufriendo así. Merezco seguir adelante, sí, pero no quiero si esta astilla en mi interior, está maldita astilla que permite que la herida siga haciéndose más profunda..., que siga sangrando.
La maldita astilla que no permite que la herida comience a cicatrizar de una vez por todas. Y la astilla tiene nombre. El nombre del chico que alguna vez me hizo sentir en las nubes de felicidad y amor... ahora son de tormento, culpa y dolor.
—Ya no quiero sentirme así —expulsé con amargura y tristeza a la vez—, quiero conciliar el sueño sin tener la misma pesadilla. Quiero ser cómo cualquier otra adolescente de 17 años, que disfrute de su vida en lugar de estar odiándome y amargándome sola. Ya no quiero seguir así...
—Escucha —la señora Harper tomó mi rostro entre sus manos, mientras sus ojos claros se fijaban y permanecían en los míos—, lo que pasó, el cómo ambos terminaron...no se lo merece nadie. Nadie. Y lamento mucho que te haya ocurrido a ti, pero no te diré que tienes que salir adelante para que lo hagas.
—Yo...
—A pequeñísimos e importantes pasos estás saliendo sola, Marilyn. Tu padre y yo estamos incondicionalmente para ti, y ambos te hemos visto salir adelante desde aquel funeral. ¿Recuerdas lo que me dijiste ayer, eh? ¿Lo recuerdas?
Asentí con la cabeza. Mis cuerdas vocales no encuentran voluntad propia para pronunciarse.
—Repítelo —pidió con una suave y genuina sonrisa en su rostro—. Repítelo con la misma decisión y tenacidad con la que lo dijiste.
—No puedo...yo...
—Sí puedes, Marilyn. Inténtalo.
—No huiré de las adversidades, obstáculos o problemas que llegué a tener. No voy a reaccionar a ellos, voy a actuar frente a ellos hasta eliminarlos de mi camino.
Lo había dicho con la mirada perdida en mi cama. En las sábanas. Mi mente comenzaba a trabajar, la pesadilla comenzaba a alejarse del centro de mi atención y la señora Harper con sus intentos de animarme estaban funcionando. Otra vez.
—Ahora, continúa repitiendo eso en voz alta mientras te bañas, cambias y cuando bajes a desayunar lo seguirás repitiendo en tu mente si crees que aún te seguirá haciendo falta hacerlo ¿sí?
—Sí —logré contestar en voz baja mientras el mejor intento de mi sonrisa satisfactoria comenzaba a sentirse creíble.
—Esa es mi guerrera —dice levantándose de la cama y besando mi frente—. Jamás dejes de serlo ¿sí? El mundo necesita a más personas que luchen por ser fuertes para sí mismos.
Después que un mal intento de guiño de la señora Harper me hiciera reír un poco, salí de la cama y con la toalla en la mano entré al baño. El agua fría envió lejos la tensión de mis músculos y la relajación era algo que no esperaba cuando salí del baño. Esté era el ciclo que se repetía:
Me despertaba asustada, llorando y en pánico debido a la misma pesadilla que se repite una y otra vez desde lo que pasó.
La señora Harper o el señor Harper, entraban a tiempo para tranquilizarme. Para calmar los efectos de la pesadilla.
Y después de ese lapso, el agua fría de las mañanas era el cierre para esa etapa de mi mañana.
Editado: 01.06.2022