Recordé al profesor cuando dijo que él era el chico del que me enamoré hace años, en aquel momento el lucía un poco diferente, aunque su esencia era la misma. Era un hombre alto, de aproximadamente 1.90 cm, muy delgado, aunque se notaba un poco musculoso. Su piel era entre morena y blanca, pero con un toque amarillo. No parecía que fuera de esas personas cuya piel se hace roja en diversas circunstancias.
Sus ojos tenían ese rasgo que delataba sus orígenes chinos. Y no hablo del estereotipo que todos tenemos de los ojos de los chinos. El profesor tenía unos grandes ojos cafés, lo que lo diferenciaba eran esos extremos que le daban una mirada semejante a la de un felino. Su nariz, sin duda, era igual o más perfecta que la de su madre.
Parecía que sobre su humectada piel no podía habitar ni un solo lunar y caminaba por los pasillos como un dios inalcanzable. Bueno, en realidad caminaba como si Dios lo estuviera alcanzando, siempre tan aprisa. Pero sin duda robaba las miradas de todas las chicas cuando salía a comer o fuera de su oficina. Era el profesor más joven del departamento y casi podría asegurar que era el más joven de la universidad.
Cuando su mamá se entusiasmó por verlo hablar conmigo, se alegró de verlo salir de su oficina aún más del hecho de que estuviera conmigo. Académicamente era un hombre muy inteligente, el mejor promedio registrado en la facultad. Además era el único ingeniero electrónico que terminó la carrera en tres años y medio, la mayoría se titula en siete.
Solía creer que él se dedicaba únicamente a la investigación, pero supe que estuvo en el extranjero estudiando solo porque una importante empresa lo contrato para trabajar. Su currículum y apariencia solo conseguían que me fijara en él. Era inteligente y atractivo, el sueño de cualquier mujer. ¿Mi sueño? No, mi sueño era ser mejor que él, que mis logros superaran los suyos, destronarlo.
Y aunque tenía mis propios objetivos, no podía evitar preguntarme si en este verano me lo toparía.
-Pero si es la joven Azahara.
-Profesor Xu (dije sorprendida al verle entrar a mi salón de clase).
-Llámame Gideon. Al parecer eres mi única alumna, bueno los jóvenes cada vez son más perezosos ya no se les ve nivelando o adelantando materias en verano.
-Requiere mucha fuerza de voluntad renunciar al verano.
-¿Hablas de días calurosos y tardes de lluvia?
-Bueno la mayoría sale de la ciudad.
-Y ésta encantadora muchachita se quedó aquí. Tenemos una pequeña evaluación para saber de qué punto partir. Debes saber que como profesor, seré imparcial, aunque nos besáramos el viernes.
-Debería de dejar de contar ese choque como beso, y deberíamos olvidar el incidente.
-Solo si me llamas Gideon (dijo mientras extendía su mano ami para entregarme el examen).
-Profesor, ya le dije que no puedo. Además usted dijo que cuando me diera clases (puso su dedo frente a mi boca como para callarme).
-Si me dices Gideón una vez te contaré una historia. Bueno te la contaré de todas formas.
-¿Qué historia?
-La historia de mi vida, tu sabes para que sepas mi fecha de nacimiento y revises si seríamos buenos esposos.
“Mi madre tenía 19 años cuando conoció a mi padre. Estudiaba medicina y papá estaba de viaje por su cumpleaños 28. Mis abuelos le regalaron un viaje a México, no hablaba español. Se conocieron en la playa y mi madre se enamoró de el al instante. Tú sabes que a veces los asiáticos parecen más jóvenes, ella creyó que eran de la misma edad y ambos se enamoraron inocentemente. Acto siguiente mi mama estaba dejando la carrera para irse a China con mi padre, pues venía un bebe en camino, o sea yo; pero mi padre insistió en quedarse aquí. Mis abuelos intentaron que mis padres me llevaran a china en cuanto nací pero al final papá los convenció de olvidarlo. Mi madre perdió el apoyo económico para seguir estudiando y mi padre se estaba quedando sin dinero, sumado al hecho de que vivía ilegalmente en México, por lo que tuvo que volver. Para el tiempo en que mi padre se fue, yo apenas tenía unos meses de nacido y mi madre quería volver a la universidad. Abrieron la carrera de ingeniería biomédica en una universidad cercana a donde vivíamos y ofrecían becas para poder completar el cupo. Mi madre hizo un semestre y le fue muy bien, tanto que pudo aspirar a una mejor beca, que le serviría para dejar de trabajar los fines de semana y vivir bien. Así es como llegamos aquí. Poco después papá convenció a los abuelos de probar suerte en México y así es como luego de 6 años intentando vernos de nuevo lo consiguió. De esos seis años teníamos 5 aquí, con mi madre estudiando y trabajando como becaría en la universidad por las tardes. ¿Recuerdas la guardería fuera del café? ahí es donde pase mi infancia. Cuando me recogía comíamos ahí, me llevaba a un parque y prácticamente solo dormíamos en el cuarto que rentaba. Mis abuelos maternos se negaron a ayudar a mamá y nunca quisieron conocerme. Pero ahora toda mi familia china vive en México. En casa mamá siempre me hablaba inglés para que pudiera comunicarme con mi papá, Cuando volvió con mis abuelos ellos me enseñaron a hablar chino.”
-Perdone que pregunte, pero. ¿Por qué es tan distante y frio con su madre? (dije mientras seguía resolviendo el examen que me dio).
-En su intento por agradar a mis abuelos y a consecuencia del rechazo de sus padres, enfocó toda su vida en que yo me viera, actuara y viviera como un hombre chino. No la odio pero pase mi niñez entre la biblioteca de la universidad y la cafetería mientras ella estudiaba su licenciatura y maestría. Luego me dejo con mis abuelos para estudiar un doctorado en china y volvió transformada. Probablemente si vieras la decoración que le hizo a la casa apenas volvió. Bueno mis abuelos la adoran, pero en si hasta mis diez años no viví con ambos padres. Fue extraño los primeros casi siete años de mi vida vivía con mi madre en un cuarto que rentaba. Durante su maestría ahorro dinero para comprar una casa y nos mudamos poco antes de que papá viniera. Pase mis siguientes 3 años en esa casa con mis abuelos. Y cuando mama volvió actuaron como si nunca se hubieran separado.