Inevitable

Capítulo 36

Aunque no lo había comentado con nadie, e incluso decidió poner cara de molestia, Katherine estaba muy animada por el desfile de antorchas esa noche. No le había dado tiempo de fabricar la suya, pero se contentaría con ver el espectáculo. Siempre le habían gustado las antorchas, desde niña. Papá hasta le hizo varias antes de morir, quizá por eso le gustaba tanto esa actividad. Le recordaba a él. 

Claro, estaba animada por el desfile, pero no iba a negar que le agradaba saber que esa noche vería a Enzo y que además tenían un plan juntos, por lo que estarían a solas. Desde de que Elena la salvó de una violación segura de parte de Damon, juró que haría algo para compensar a su hermana. No era que de pronto sintiera especial afecto por ella, era solo que deseaba agradecerle ese gesto de alguna manera. Un buen y único acto para con Elena no iba a cambiar nada, pero al menos era algo.

Llegada la noche Elijah pasó a recogerla, después de todo era su prometido aún para su desgracia. Isobel y Elena los acompañaban. Después de los saludos formales Elijah le dijo a su madre que él y Klaus querían hablar seriamente con ella del tema de los compromisos. Y aunque Isobel parecía contenta pues pensó que querían reafirmarlos, y además anunció que Tatia regresaría pronto, a Kath eso le dio mala espina. ¿Por qué de pronto querían hablar de los compromisos? Eso sonaba bastante raro. Y lo peor era que su plan de casarse con Klaus estaba suspendido, de momento no encontraba la forma de acercarse nuevamente. Pero se mantenía con los ojos bien abiertos, cualquier oportunidad que se presente sería bien aprovechada.

Llegaron al fin al centro donde ya había bastante movimiento, todos estaban ahí esperando que se diera inicio al desfile. El ambiente estaba animado, ella iba del brazo con Elijah mientras buscaba con la mirada a Enzo. Cuando al fin lo vio lo saludó con discreción, ambos se sonrieron y el teniente se acercó hacia ellos. No podía creer que mientras más cerca lo veía, más sentía su corazón acelerarse. ¿Qué le estaba pasando? Las mejillas se le pusieron rojas, agradeció que no estuviera aún lo suficiente iluminado para que la vean así.

—Elijah, ¿qué tal va todo? No lo había visto en todo el día —saludó él de lo más amable mientras Kath lo miraba.

—Perfecto, gracias. ¿Conoce a mi prometida Katherine Pierce?

—Había escuchado que se apellidaba Petrova.

—Todos piensan eso —contestó ella—. Es un error común, descuide.

—Como siempre es un gusto volver a verla, Katherine.

—Vaya, así que se conocían.

—Coincidimos una vez en el cementerio —explicó ella—, y en otras ocasiones más.

—Déjeme felicitarlo, Elijah. Va a casarse con una mujer muy hermosa, debe ser muy envidiado por los hombres de aquí.

—Las hermanas Petrova siempre han sido muy conocidas por acá, así que supongo hemos sido envidiados toda la vida —rieron. Aunque en realidad lo único que quería Kath era estar a solas con Enzo no veía aún la oportunidad. O eso creyó. De pronto Elijah miró molesto hacia una dirección y Kath se dio cuenta. Había una mujer ahí, una pelirroja que jamás había visto en el pueblo—. ¿Me disculpan un momento? Debo encargarme de algo.

—Claro, yo esperaré. Estoy segura que el teniente McMichaels estará encantado de hacerme compañía.

—Por supuesto —contestó él sonriente.

—Ya regreso. —Sin dar más explicación, Elijah se apartó y fue hacia la dirección donde vio a la pelirroja, quien de pronto se había escabullido entre la gente. Todo aquello era muy extraño, pero la verdad no le dio tiempo de pensar en eso cuando al fin tuvo a Enzo al frente y a solas con ella.

—¿Todo listo para hoy, teniente?

—Claro que sí —contestó animado—. Deberíamos aprovechar ahora, antes que empiece el desfile.

—Buena idea, andando.

Los dos caminaron juntos hacia donde se encontraba Elena conversando con Anabelle. Al llegar la chica los miró con sorpresa, no entendía por qué esos dos estaban juntos. Pero no parecía ser nada malo, era solo como si fueran a saludar causalmente. Elena ya lo conocía de sus visitas a la mansión Mikaelson, pero no sabía que se tratara con tanta familiaridad con Katherine. Y aunque era su hermana, la conocía bien. Sabía que planeaba casarse con Klaus, que incluso hizo lo posible para que Caroline abortara dándole a beber una infusión con esa yerba. Así que era sospechoso verla con el teniente, algo se debía de traer entre manos.

—Annabelle, me crucé con tu madre. Me pidió que te llamara, quiere hablar contigo.

—Oh... bueno. Ya vengo, Elena. —Ella asintió mientras la chica se iba, ahora al fin estaban los tres solos.

—Elena, ¿conoces al teniente Enzo? Fue buen amigo de tu ex prometido Kol, que en paz descanse.

—Si, nos hemos visto antes. Buenas noches, teniente, qué gusto verlo.

—El gusto es mío, Elena. El prometido de su hermana me pidió la acompañara mientras resolvía unos asuntos, pero veo que usted también está sola, ¿gusta acompañarnos?

—Claro, claro, no hay problema . —Elena los miró a los dos sin entender exactamente qué pasaba ahí. Algo se traían entre manos, eso no lo dudaba. 

Empezaron a caminar los tres juntos cuando pronto se dio cuenta de la dirección que tomaban. Directo a Jeremy Gilbert y Stefan Salvatore. Se sintió paralizada un instante, habían pasado varios días desde que no veía a Stefan, las mejillas se le pusieron rojas al instante. Sabía que Enzo había hecho amistad con los chicos del pueblo, así que acercarse a saludar era lo más natural, pero ella ya sentía que los nervios la ganaban. Cuando estuvieron más cerca Stefan se giró a mirarla y le sonrió. Los nervios seguían ahí, pero no pudo evitar sonreírle encantada.




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