JUNIOR
Ser el nuevo nunca resulta agradable, eres el centro de atención mientras todos se conocen hace años uno es un completo extraño, y eso se incrementa al hacerlo en el último año, solo pasare un año con los que serán mis próximos compañeros. Aunque no puedo quejarme conozco a la mayoría gracias a las fiestas que Aveline organizo invitando a todos, aunque en ninguna de esas fiestas llegue a ver a Maia, tan valiente se creyó para mandarme a volar por mensaje quiero ver su reacción al tener que verme hoy en clases, no se lo espera y saberlo de antes gracias a Owen es lo mejor que pudo pasarme, no seré yo quien se lleve la sorpresa.
Siento una mano en mi hombro y veo a Charles a mi lado quien besa a mi madre mientras se sirve su desayuno, a veces no lo considero mi hermano, es más como mi mejor amigo, al igual que Owen, con la única diferencia que compartimos media sangre. Llevo un bocado de mi desayuno a mi boca sin prestarle demasiada atención, es algo que detesta, pero en estos momentos lo estoy odiando por llevarse mi auto a no sé dónde y dejarme a pie, se sienta a mi lado con su plato.
—Vas a seguir sin hablarme.
—Vas a decirme porque te llevaste el auto.
—Porque necesitaba traer cosas y la moto no me servía —dice llevando un bocado a su boca sin apartar su mirada de mi—, olvide revisar el aceite creí que te encargabas de eso mientras no estaba, así que no es mi culpa, se te hubiera roto a ti —punto a su favor.
—Lleva el auto de tu padre, no va a salir hasta la noche —dice mi madre interrumpiéndonos.
—No ya quede con Owen, me va a llevar y luego a la práctica.
Mi hermano tira el tenedor y un ruido seco se escucha al golpear con la cerámica del plato, levantó la vista y ambos me miran sorprendidos, sin darles atención continuo con mi desayuno sintiendo la mirada de ambos fija. Mi padre aparece tirando las llaves del auto al lado mío mientras se acerca a besar a mi madre, pero al ver cómo está el par se les une.
—Álvaro —dice mi padre, odiando que me llame por mi nombre, levanto la vista y lo miro—, Charles ¿Qué pasa?
—El idiota de tu hijo —al ver la mirada de mi padre baja la cabeza avergonzado, lo que me provoca risa y gana un golpe de mi hermano en la nuca—, Álvaro, Junior quiere ir a la práctica —espeta asegurándome una sentencia, creo que sin duda el desayuno me caerá pesado.
—¿Cómo es eso de la práctica, Álvaro?
—Hable con Richard —digo despeinando mi pelo, esto me tiene arto, fijo mi mirada en él—, me dijo que estoy en condiciones de empezar, siempre que asista a los chequeos y a la primer complicación lo dejo.
—No vas a ir —dice serio cruzando sus brazos sobre su pecho—, llegas a volver más tarde de tu hora de salida y durante todo el año escolar tienes chofer ¿Entendiste?
Veo las llaves que tengo al lado mío, me odio por haber abierto la boca, se supone que al ser el primer día lo único que vamos a hacer es ganar resistencia por los rezagados que durante el verano no entrenaron. Miro a mi madre quien está apoyada contra mi padre mirándome, no quiero siquiera girarme a Charles, me centro de nuevo en mi padre y su expresión es dura como la que usa en la cocina del restaurante.
—Solo esta semana al menos, saben que no hacemos nada más que ejercicios de resistencia, no va a pasar nada —digo intentando persuadirlo.
—Dafne que hijo criamos —dice mi padre suspirando sabiendo que tengo razón, mientras mi madre intenta no reír ante su reacción—, solo dos semanas cuando Richard vuelva de las conferencias hablare con él.
—Te dije lo mucho que te amo —digo sonriendo agarrando las llaves del auto, mientras bebo del jugo que es para Ameli.
—No quiero verte, despierta a tu hermana y llévale el desayuno —dice volteando a ver a mi madre para no mirarme quien sirve lo que estaba haciendo en dos platos.
Evito tentar a la suerte y vuelvo a llenar el vaso de jugo mientras tomo la bandeja que contiene el desayuno de la princesa, subo las escaleras y enciendo la luz al entrar a su cuarto. Al principio me segaba ver tanto rosa, pero cada vez que iba a algún lado mi hermanita moría por lo rosa, así que con Charles nos encargamos de hacerle su cuarto rosa, blanco y dorado, digno de la princesa que es.
Dejo la bandeja en la mesa que tiene en la mitad de su cuarto mientras me acerco a su cama, aparto los peluches que están tirados en su cama y la destapo encontrándome con más peluches debajo de ellas.
—Ameli —digo levantándome buscando en el posible lugar donde ella pueda estar.
Al acercarme a su tienda de campaña efectivamente la veo desparramada entre almohadas más peluches y algunas de sus muñecas, con una de sus coronas enredadas en su melena rubia. Creo que alguien volvió a despertar a media noche para seguir jugando.
—Princesa, despierta —digo dándole vuelva mientras separo los mechones de su rostro—, Ameli el desayuno está servido, levántate.
—Volvió a madrugar —me giro encontrándome en la puerta a Charles.
—Es un peso muerto no se va a levantar —digo agarrándola en brazos para llevarla a la cama y tratar de sacarle la corona enredada.
—Enserio hablaste con Richard.
Me centro en Ameli sin decir nada mientras continuo con la maleza que es su cabeza, logro sacarle la corona y la dejo en su mesa de luz mientras me siento en la cama y comienzo a hacerle cosquillas en los pies para despertarla. Enseguida siento las patadas y quejidos que suelta al comenzar a despertar, la miro y arruga su rostro mientras comienza a abrir los ojos, se la ve enojada por haber despertado.
—A desayunar princesa —digo tirando de sus brazos para sentarla, restriega sus ojos mientras se pega a mí bostezando—. Fui a hablar al consultorio antes de que se vaya y me dio un certificado, así que si hermanito, es legal que vaya a la práctica —añado viendo a mi hermano sentado en una de las sillas de la mesa.