Al escuchar la trompeta, Uriel y Lucifer salieron de la forja y caminaron hacia donde se encontraban Mike y Edward, aunque con ellos también se encontraban Videth, Liliana y Yue-lao. La expresión facial de todos era muy oscura, haciendo que tanto Lucifer como Uriel se dieran cuenta de que esa trompeta era real y tenía un significado caótico.
—Dios ha concedido su permiso... los jinetes se acercan a la Tierra.
—Espera un momento dios chino, ¿que mi padre ha hecho qué?
Yue-lao suspiró, mirando a Lucifer de frente.
—Todos los residentes del Paraíso quisieron detener a Allen por miedo al tener una fuerza equivalente a un asesino de dioses. En mitad del juicio, y usando a tu hermano Miguel, anunció su designio de comenzar el apocalipsis. Desde entonces, Allen y Ra están peleando...
—¿Y a qué esperamos para ir allí arriba?
Nadie pensó que John había seguido a Lucifer y Uriel, escuchando lo que había ocurrido. Mucho menos creían que fuera el propio John que dijera esas palabras.
—John, creo que estoy seguro que hablo por todos cuando digo que es un suicidio ir al Cielo... muchos dioses quieren verte muerto, y ya no agreguemos que dos ángeles renegados están de nuestro lado así como los diversos dioses del amor.
John miró al suelo unos segundos antes de apretar los puños y asentir.
—El Señor C me defendió de los dioses, es justo que esta vez lo defienda de ellos yo mismo. No sé si mis armas puedan hacerles algo, pero puedo comprobar el estado de las mismas con objetivos reales.
Suspirando, Mike colocó su brazo alrededor de los hombros de John mientras daba una orden, siendo transmitida por la inteligencia artificial en todo el rascacielos.
—En fin... nos tocará hacer una excursión al Paraíso. No puedo negarme a una petición de mi coleguita. Entramos en Alerta Roja a partir de ahora, todos los cazadores y recolectores deben tener en sus manos un arma distintiva de mínimo nivel dos, asi como mantener un perímetro de seguridad de diez kilómetros a la redonda. Acaba de comenzar el apocalipsis, si encuentran un jinete que apunten a matar.
Tras su orden siendo transmitida en todo el edificio se comenzó a escuchar barullo así como muchos pasos en todas partes.
—Los jóvenes van allá arriba junto a los dos ángeles, Yue-lao, tú y yo nos quedamos aquí por si acaso ocurre algo inesperado. Si ese dragón pudiera ser localizable...
Yue-lao asintió mientras seguía a Edward a la sala de control. Mientras, John, Mike, Videth en su forma de guadaña era empuñado por Lucifer, Uriel, y Liliana que se mantenía en el brazalete que llevaba Mike, se dirigieron a la azotea. Mike tenía dos maletines plateados en sus manos, y uno de ellos lo miraba ansiosamente mientras babeaba.
En la sala de control Edward miraba las pantallas de las personas desplegadas alrededor de toda la ciudad mientras fumaba de su pipa.
—Señor Edward, se confirma un brote de resfriado anormal en el punto N-17.
Edward asintió mientras tocaba un botón en el ordenador de un operario cercano a él, elevándose del suelo una pantalla enorme de unos tres metros en el que se mostraba el mapa de la ciudad.
—Enviad a los cazadores en el equipo de Pyhryus alrededor del punto N-17. Que no hagan locuras, pero si ven al Jinete de la Pestilencia tienen vía libre para arrasar con todo... Lo quiero muerto.
—En especial que tengan cuidado con lo que tocan o respiran, el Jinete de la Pestilencia es capaz de contaminar todo a su alrededor. A ser posible, que usen armas de fuego de alto calibre y mantengan una distancia de unos metros del jinete.
Yue-lao agregó información respecto al Jinete de la Pestilencia, intentando ayudar para combatirlo. Tras ello, miró a Edward.
—En el peor de los casos iré yo mismo.
—No te preocupes por eso Yue-lao... mi nieto ha pasado mucho tiempo en esta ciudad, durante su construcción seguí los planos que me dieron Lucifer y Uriel, los ideó antes de resurgir en este universo. Dudo que un esqueleto aguante las ofensivas planeadas por el... y no contemos el hecho de que ha hecho varias mejoras e implementado cosas nuevas.
En efecto, tal y como dijo Edward, Mike hizo los planos de la ciudad tan detalladamente para ser una fortaleza ante todo tipo de seres, en especial, para usarlo como arma contra el propio Ouroboros. El plano que ideó dejó que Liliana lo guardara en su interior, que tras cientos de milenios, Uriel le entregó a Edward para construirla con financiación de Lucifer.
En cierta medida, podría ser una gran ayuda para ellos, pero Yue-lao no pensaba igual. Se enfrentaban a uno de los cuatro jinetes del apocalipsis nada menos, ni siquiera los dioses podrían detenerlos una vez que comenzaran a galopar en la Tierra. ¿De dónde provenía esa confianza absoluta de Edward?
—¡Señor Edward, el equipo del punto S-9 ha encontrado una rata con síntomas de peste negra!
—¡¿Qué?!
—¡Varias personas versadas en hechicería están quemando el cubil de ratas con magia de fuego!
—¡En el punto E-19 acaban de aparecer bacterias de la lepra!
—¡O-3, también hay ratas con peste negra!
El mapa en la pantalla se comenzó a llenar de puntos rojos, haciendo que Edward apretara la mandíbula y rompiera la pipa en su mano mientras miraba el suelo desde la ventana.
—¡Hijo de puta! ¡Ese cabrón del jinete se cree que puede hacer lo que quiera! ¡Y una mierda! ¡No en mi planeta mientras esté vivo!
Acercándose al escritorio central, Edward levantó la mesa, mostrando un enorme teclado con botones no solo de letras y números, también había símbolos egipcios, letras griegas, e inclusive tenía grabados entre las diferentes letras varios símbolos esotéricos como un pentáculo, una triqueta, entre otros.
—¡Esa cosa esquelética no sabe con quién está jugando!
Empezando a teclear sin descanso, Edward hizo que los símbolos se iluminaran haciendo que el suelo de la ciudad comenzara a brillar formando un patrón de pentáculo con un tono rojo.
—¡Jinete de la Peste, bienvenido a mi dominio personal, cabrón!
Cuando Edward terminó, toda la ciudad se iluminó intensamente con una luz roja antes de volver al mismo estado en el que se encontraba anteriormente. No obstante, todas las casas y edificios tuvieron sus puertas y ventanas selladas con una gruesa plancha de acero antes de ser movidas bajo tierra.
Acercándose a la ventana, Edward miró a un hombre desnudo en un caballo negro mientras le hacía un corte de manga sonriéndole.
—¡A todos los activos! ¡Ese tío del caballo negro es el Jinete de la Peste! ¡Traed su cabeza para la colección, vamos a recordarles a esos dioses que no mandan sobre nosotros! ¡Tenéis permiso para usarlo como muñeco de pruebas, imaginaos simplemente que es una cucaracha que tenéis que aplastar!
Todo lo que dijo Edward fue amplificado por el sistema de inteligencia artificial, y al estar toda la ciudad protegida bajo tierra, su voz resonó en todo el páramo en el que se convirtió la ciudad. En respuesta a sus palabras, el Jinete de la Pestilencia solo elevó su rostro, mirando a Edward.
Yue-lao se quedó impresionado por la osadía de enfrentarse de frente contra el Jinete de la Peste llegando incluso a retarlo con la mirada. No obstante, al mirar el mapa en la pantalla, no pudo evitar preocuparse... había mucha contaminación en la ciudad propagada por el jinete, y los que lucharían contra él eran humanos, por lo cual no esperaba que pudieran ser un gran desafío en su contra. Poco sabía Yue-lao que esas personas habían pasado un riguroso entrenamiento bajo Uriel, aprendiendo a sobrevivir en el infierno con la tutela de Lucifer, y cazando criaturas junto a Pyhryus.
—Espero que sepas lo que haces, Edward. Es un jinete del apocalipsis al que estás enfrentando.
—Oye...
Al escuchar como Edward lo llamaba, Yue-lao lo miró solo para ser recibido por una sonrisa desencajada por la rabia.
—Nos hemos preparado para ir contra una cucaracha jodidamente gorda conocida como Ouroboros, y ese pingajo en pony es solo una mierdecilla en comparación. ¿Crees que me importa lo que sea?
Con su pregunta, el jinete apareció en el ventanal, había hecho que el caballo saltara hacia el edificio con la intención de atravesar el ventanal y matar a Edward. Lo que no esperó fue que en el momento que llegó tan cerca del edificio la voz de la inteligencia artificial resonó fuertemente por todos lados mientras en las paredes del exterior aparecían fusiles, ametralladoras y cañones.
<Se ha detectado movimiento hostil. Comenzando el protocolo de defensa uno, activando Modo Fortaleza.>
Mientras se giraba, Edward sonrió hacia el jinete mientras era recibido por miles de disparos en unos escasos segundos antes de que el ventanal fuera sellado por una lámina de acero.
Yue-lao, en cambio, estaba en shock. Ni siquiera pensaba que fuera posible tener el descaro de Edward al hablar así de un jinete del apocalipsis, pero esa tranquilidad que tenía mientras que el jinete era recibido por las armas de la autodefensa prácticamente lo dejaron con la mente en blanco.
—Que pena... no es un esqueleto, solo finge ser un humano con un cuerpo perfecto.
Acariciándose la barba, Edward volvió al teclado central comenzando a escribir ansiosamente.
—Que los equipos Cielo Ardiente y Hojas Sagradas intenten matar al jinete. Si no lo logran en los próximos cinco minutos que se retiren, usaré un arma secreta.
Con su orden, Edward se quitó la chaqueta y se remango la camisa, mirando la pantalla que cambiaba al exterior, donde varias personas se abalanzaban sobre el jinete. Entre las personas pudo distinguir la presencia de varios demonios menores, pero pronto vio algo que le hizo sonreír aún más ya que Moloch, Beelzebub y Belial habían sido invocados e intentaban arrinconar al jinete con la ayuda de varios miembros de Hojas Sagradas.
A expensas de la invocación de tres demonios pertenecientes a la realeza, la mayoría de miembros de Cielo Ardiente tuvo que pararse para mantener su concentración y continuar con la convocatoria.
Llegado el momento, Moloch asintió hacia la líder de Hojas Sagradas y saltó en el aire, atrapando en su interior al jinete que esquivaba la lanza llena de poder santificado del líder del equipo de Hojas Sagradas.
—¡Ahora!
Con su grito, Beelzebub y Belial, así como todos los miembros de Hojas Sagradas lanzaron en los agujeros del cuerpo inferior de Moloch todo tipo de ataques llameantes.
Justo en ese instante, llegaron los miembros faltantes pertenecientes al equipo de Pyhryus, corriendo hacia el cuerpo de Moloch mientras acumulaban llamas de diferentes colores y elementos que expulsaron en el interior de Moloch cuando llegaron a su lado.
Tras varios minutos lanzando magia y hechizos de fuego, todos estaban agotados. No pensaban que una criatura, aunque fuera un jinete del apocalipsis, pudiera sobrevivir a semejante ataque continuo de llamas. Pero pronto, sus pensamientos se ensombrecieron al ver como Moloch se pudría mientras intentaba decir algo, solo para acabar desapareciendo en llamas negras, volviendo al infierno y dejando libre al Jinete de la Pestilencia, que sonreía a las personas y demonios allí presentes.
No solo el cuerpo del jinete se encontraba en perfecto estado, incluso el caballo se mantenía tranquilo mirándolos. Con una simple sonrisa, el jinete expulsó un gas nocivo translúcido que parecía una simple corriente de aire a todos. En cuestión de segundos, todos comenzaron a vomitar sangre mientras el jinete marchaba hacia el rascacielos tranquilamente.
Que el jinete sobreviviera estaba en las expectativas de Edward, que matara a los demonios y cazadores también, pero no esperó que se encontrara sin el mas mínimo rasguño y que incluso los miembros del equipo de Pyhryus estuvieran impotentes frente a él.
—Inteligencia Artificial, desactiva el Modo Fortaleza... Usaremos la artillería pesada...
Con una sonrisa, Edward se encaminó a una silla giratoria que se formó en el centro de la sala con nano máquinas. Sonriendo, Edward se arrepintió de que su nieto no estuviera presente para ver cómo se desplegaba.
—¡Activar Modo Sorpresa!
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Editado: 13.05.2024