Al día siguiente todos despertaron temprano para ayudar con los preparativos a Mica, Andrew aún estaba esperando a que James bajara y poder hablar con él, en el mejor de los casos poder convencerlo de irse a México para vivir a su lado. Quería alejarlo de esa vida vacía y miserable que sus padres le estaban ofreciendo, con ellos lo tenía todo, pero al mismo tiempo no tenía absolutamente nada.
El día anterior no volvió a salir de su habitación, tan aterrado de hacerlo y encontrarse con una nueva discusión de la cual él era el triste motivo. Estaba cansado de que las personas pelearan por él, ya fuera porque quieren defenderlo, o porque creen que realmente debían hacerlo, era una muestra de amor e interés que él no se sentía digno de merecer.
Tan solo era un chico al que ponían en medio de las discusiones, quien debía quedarse allí a escuchar todos esos reclamos hasta que le fuera ordenado retirarse. No quería quedarse con sus padres y tener que seguir en ese sitio tan frío, no quería seguir sintiéndose solo, pero tampoco quería estar con Andrew, no quería vivir en esa ciudad tan cerca de sus tormentos, no quería ser el causante de ese desprecio y rivalidad que podría crearse entre el pelinegro y Harrison, no cuando sabía que su padre no era un hombre al que le gustara jugar.
— ¿James no ha bajado? — preguntó el pelinegro a Mica.
— Se fue temprano con Samantha y Francisco. — aclaró. — Creo que fueron a correr.
Por un momento había olvidado que esa era una de las cosas a las que su padre lo obligaba a acostumbrarse, un pesado entrenamiento que comienza tan pronto como el sol se asomaba en el cielo. Su madre le había dicho que tanto él como Samantha eran algo parecido a figuras públicas gracias al éxito de sus padres, recuerda como le comento de que eso era peligroso para ellos porque había personas que querían hacerles daño a los mayores y lo lograron por medio de sus hijos, no lograba comprenderlo, tan solo manejaban empresas, ¿no?
Se dió la vuelta para continuar ayudando pero unos brazos lo rodearon deteniendo su andar en un segundo, pronto pudo ver la cabellera marrón de Doris para después visualizar a Nicole quién asintió indicándole que le correspondiera así lo hizo.
— ¿Qué pasa? — preguntó.
— Gracias. — se separó un poco para verlo con esa pequeña sonrisa que intentaba retener, después pudo ver a su padre acercándose, solo entonces lo entendió. — No voy a fallarte, te lo prometo.
— Sé que no lo harás. — respondió de igual manera.
Le devolvió el abrazo uno que ella le correspondió de inmediato. No necesitaba ser un gran matemático para saber que la situación económica actual de su padre no era la mejor, si bien no estaban arruinados, tampoco podían darse grandes lujos como lo estaba siendo esa costosa universidad, ella sabía que tarde o temprano no podría seguirla pagando, con el dolor de su corazón abandonaría su carrera para conseguir un trabajo y ayudar un poco a su padre, pero Andrew le estaba dando otra salida.
— ¿Qué estás haciendo? — Se escuchó la voz de Esperanza, ambos se separan para poder verla. — En lugar de estar jugando a la familia que se quiere deberías estar ayudando.
Doris no le respondió, solo lo miró con su notable molestia, ella comenzaba a resultar irritante.
— ¡Dijiste que no saldríamos! — Se escuchó la voz de Samantha a manera de reproche.
Pronto pudieron ver a los menores en compañía de Francisco entrando por la puerta principal.
— Les dije que se portarán bien y quizá no saldríamos. — su mirada se dirige al castaño por un momento con algo parecido a la decepción y molestia, él se mantenía con la mirada baja o en cualquier otro sitio excepto en el hombre de ojos oscuros. — pero alguien estuvo diciendo mentiras de forma descarada.
— No era mentira. — contestó en voz baja. — Thunder es muy rápido.
— Claro, entonces me parece que mañana saldremos a correr aún más temprano antes de irnos.
Era un intento de que aceptara que había mentido y Anne no se interpusiera al momento de golpear a Harry, él lo sabía. No era ningún secreto para nadie que a Francisco no le agradaba en lo absoluto el padre del menor, tampoco tenía ningún interés por ocultarlo.
Asintió en silencio aceptando el castigo por proteger a alguien que no lo merecía en lo absoluto. Andrew quería hablar con él, también era consciente de ello, se apresuró a subir las escaleras antes de que siquiera pudiera pensar en acercarse.
— ¡James, espera! — reclamó la pelirroja subiendo detrás.
— ¿Él está bien? — preguntó a Francisco antes de que se fuera.
— No, pero tampoco te lo dirá. — aclaró. — James me dijo lo de la doctora Martha y el doctor Arturo, te lo agradezco… intente llevarlo yo mismo pero se negó.
— ¿Te lo contó todo? — preguntó en voz baja, únicamente para él. — ¿Las medicinas?
— Alguien tenía que comprarlas, James no puede salir tranquilo sin que lo acosen las cámaras. — dijo. — Si vas a hacer algo, tienes que darte prisa… pero mientras yo esté ahí, créeme que quien corre peligro no es el Kensley de quince años.
Dicho esto, se fue pasándole por un lado. Después de la discusión del día anterior ya no era ningún secreto para nadie que Francisco ansiaba moler a golpes al tío Harry, así como también que no tendría ningún inconveniente al hacerlo.
Tampoco Andrew quería que terminaran en una pelea física.
Sabía que podía encontrar una solución legal a toda esa situación, si tanto sentían que James intervenía en sus vidas de pareja al llevarlo consigo no solo le estaría dando un respiro al castaño, sino que también a sus padres.
Trataba de pensar en una manera de que quisiera hablar en un juzgado y declarar todo lo que sucedía dentro de las paredes de la casa Kensley Lawrence. Pero él se negaría a hacerlo.
[...]
Habían pasado toda la mañana ayudando en los arreglos para que el lugar estuviera listo. Habían montado un gran escenario el cual tenía un amplio espacio para los músicos que llegaron a ambientar el lugar con un poco más de vida, el fondo tenía una pared con el nombre de su marca, los técnicos estaban colocando el micrófono y equipo de sonido en el que Mica podría dar la bienvenida a su producto.